Se llama Naoufal Alichy, tiene 16 años y es vecino de Castillejos (Marruecos). En plena explosión de la borrasca Aline decidió cruzar a Ceuta junto a dos chicos más. Desde entonces nada se sabe de él.
Sus compañeros de travesía regresaron a su país al no poder con un mar embravecido que complicaba cualquier pase pero Naoufal siguió en ruta. Su familia, desesperada, pide ayuda a través de El Faro por si alguien lo ha podido ver en la ciudad después de que todas las consultadas realizadas hayan resultado infructuosas.
Esa tarde en la que el viento y la lluvia causaron estragos materializados sobre todo en caídas de árboles y palmeras, la Guardia Civil y la Policía Nacional localizaron a 5 jóvenes en puntos del Sarchal y Chorrillo, todos ellos argelinos y solo uno menor de edad. Ni rastro de Naoufal.
Tampoco se encuentra acogido en los recursos que ofrece la Ciudad Autónoma para quienes no han alcanzado todavía la mayoría de edad.
Su familia indica que cuando este adolescente optó por arrojarse al mar portaba unas aletas naranjas y se ayudaba de una cámara (las usadas a modo de flotadores que proceden de ruedas de vehículos), además vestía una chaqueta roja y chándal gris. El joven no les había informado de su intención de partida, de hecho era la primera vez que intentaba ese cruce, la primera vez que se echaba al mar siguiendo la peligrosa ruta de los espigones que tantas desgracias ha causado con muertes y desapariciones.
Como Naoufal hay más marroquíes que terminan integrando el grueso de desaparecidos. Tras esos nombres e historias hay familias que piden ayuda, que solo necesitan saber si pudieron llegar con vida a Ceuta.
La ausencia de datos y comunicación supone una losa más añadida a la tortura derivada del desconocimiento del paradero del ser querido. En todos los casos se repite lo mismo y en todos los casos se presenta el muro de la incomprensión y de la ausencia de un canal que permita avanzar en un mundo llenos de incógnitas.
La Guardia Civil actúa siempre que se interpone denuncia sobre desaparecidos, trabajando para intentar saber si coinciden con cuerpos hallados en cualquier punto del país. Es clave denunciar así como la realización de pruebas de ADN.
Ceuta soporta una mayor presión por la vía de los espigones hasta el punto de haberse superado las entradas terrestres este año en comparación con las que se notificaron de manera oficial en 2022.
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