Opinión

El derruido cuartel Las Heras de Ceuta

El día 1-09-1958, hace ya más de 60 años, ingresé voluntario en el antiguo Grupo de Transmisiones nº 1 de Ceuta, ubicado en el Cuartel Las Heras. Tenía sólo 16 años. Éramos seis imberbes jóvenes los nuevos incorporados, cinco de Ceuta y sólo yo procedente de fuera, de Mirandilla (Badajoz), precioso pueblo donde mi madre meció mi cuna y veló mi niñez. Está ubicado 12 kilómetros al norte de Mérida, y es un remanso de paz y tranquilidad, que parece haber sido a propósito buscado. Allí se tiene un encuentro pleno con la naturaleza, apartado del mundanal ruido y de la polución atmosférica, rodeado de frondosos encinares y olivares extensos recostados sobre la ladera de su sierra. Mis paisanos son gente buena, sencilla del pueblo llano, cordial y acogedora, siempre con mano amistosa tendida y gesto generoso.

Y escribo hoy sobre aquel viejo cuartel ya derruido hace más de diez años, como ejemplo de esas obras faraónicas de cara a la galería, como el AVE de Extremadura prometido hace 18 años y luego olvidado para siempre. Aquel viejo cuartel estaba de Ceuta, para quienes no lo conocieran, ubicado en uno de los muchos ángulos de mira que la ciudad tiene para poder recrearse en ella, era de dos plantas. La de arriba, que desde su construcción entre 1751 y 1755 hasta 1912 estuvo destinada al Presidio de Ceuta, para condenados de la Península y políticos deportados de las naciones hispanoamericanas que lucharon por su independencia; y la de abajo. Desde ambas, más el cuerpo de guardia, pabellones de oficiales, Oficinas y su inmensa terraza, se tenía ante sí la imagen de aquellas preciosas postales turísticas de Ceuta que antiguamente se enviaban por carta, pero hecha realidad. Se contemplaba toda la Marina hasta el Puente del Cristo. El puerto y la bahía, cuyas aguas entonces llegaban hasta los bajos de la Marina y del Paseo Las Palmeras. Y, en las noches tranquilas y serenas sus rayos de luna llena parecían posarse suavemente sobre las pequeñas olas, formando una rutilante gama de colores que sobre el agua proyectaban la iluminación portuaria y el alumbrado de la ciudad. Se tenía a la vista la entrada y salida de barcos por la bocana del puerto y el intenso tráfico marítimo del Estrecho.

También se divisaban las alturas que rodean Ceuta: García Aldave, Benzú, Monte Hacho, San Antonio y al fondo el Peñón de Gibraltar, tan español como robado nos fue por los ingleses. Y en los días de nítida visibilidad, también se podían contemplar las costas peninsulares, en las que yo tanto me embelesaba recordando con nostalgia la dirección hacia las tierras lejanas que atrás había dejado: Extremadura, Mirandilla mi pueblo y mi querida familia. Y también me deleitaba contemplando las preciosas vistas y hermosas panorámicas que circundan Ceuta que, vista en su conjunto, parece una joya marinera. Perla del Mediterráneo, la llaman; única ciudad española bañada por el Atlántico y el Mediterráneo, que parece como si los dos la mecieran con sus brazos, con sus playas de La Rivera, El Chorrillo, Benítez, Calamocarro, El Sarchal y San Amaro, entre las que aparece Ceuta, blanca y radiante, como si fuera la novia cortejada por ambos mares.

El poeta Alonso Alcalde, la cantó así: “Digo, un nombre, una ciudad ungida/ digo, perseverantes primaveras/ digo, una pirotecnia de palmeras/ digo, muros de cal enardecida/ digo, luz total incontenida/ y sombra de pinares y laderas/ y digo, en fin, el mar y sus fronteras/el mar y su continua acometida/ La ciudad que pronuncio, la que digo/ limita al norte con la siempre orilla/ con el siempre camino de las olas/ brújula al siempre mar por donde sigo/ el siempre rumbo de la siempre quilla/ hacia las siempre costas españolas: Ceuta”. Y la popular ceutí, Mª Ángeles Bao, en su libro de poemas que me regaló dedicado, exclama: “¡Ceuta, niña bonita/ duerme que yo te tapo/ con las sábanas bonitas/ de las olas del mar Mediterráneo!”.

Y Luis López Anglada, hijo de Ceuta, la rimó así: “…Y le canto a la Ceuta marinera/ la Ceuta, pequeña y dulce/ acostada en los brazos del mar/ como si fuera una niña que tuviera/ la espuma de las olas por almohada/ Ceuta canta latines, cristianada/ con la sal del Estrecho marinera/, y empina su blancura campanera/ al espejo del mar, acicalada/ Ceuta es una andaluza niñería/ que si saltar pudiera, saltaría/la comba de agua y sal del océano/. Allí está entre la arena y la muralla/ como una niña que bajó a la playa/ y se le fue a la madre de la mano”. Y es que, las aguas de Ceuta, con su puerto y su bahía, son como la expresión gráfica del embrujo y el amor hechos poesía en Ceuta, como si el embrujo y la poesía pudieran expresarse dibujándolos.

Aquel cuartel tenía también un alto valor histórico y arquitectónico. Fue proyectado por el Ingeniero militar Carlos Luján; aunque luego ultimó su diseño el capitán de Ingenieros Pedro Brozas y Garay. ¡Cuántos buenos servicios han prestado los Ingenieros militares a Ceuta!. Era una obra maestra de la arquitectura militar, y uno de los edificios más antiguos de Ceuta; sólido, consistente y bien edificado, único vestigio que quedaba de lo que fue el presidio de Ceuta, porque después quedaría el del Hacho, pero como prisión militar. Del 20 al 29-05-1797 lo inspeccionó el Inspector de Presidios, Francisco Zamora, que informaba: “El llamado Presidio Principal (de Ceuta) es bueno y capaz de mucha gente, buenas y seguras cuadras al piso, con buen patio y ventilaciones. Hay brigada de encadenados, los destinados a galeras o por muertes o ladrones están en cadenas, así como los que aquí no cumplen bien, roban, etc. Vi al paso al ´Galápago´, tan nombrado en toda España. Se reduce a una especie de silo donde ponen los reos famosos, de que abunda esta Plaza…”. En 1910 la parte baja fue utilizada por un Regimiento de Artillería. En 1912 desapareció el Presidio, año en que pasó a ocuparlo el primer Regimiento de Pontoneros y Minadores. Albergó a mi Grupo de Transmisiones nº 1, reconvertido en Regimiento Mixto de Ingenieros (actual Regimiento de Ingenieros nº 7), que lo ocupó hasta 1964. En 1917 lo ocuparon la Maestranza de Ingenieros y Compañía de Telegrafía. En 1947, el Batallón de Ingenieros y una Compañía de Redes Permanentes. Y cuando en 1964 lo abandonó Ingenieros, lo retomó el Parque de Artillería.

El año 2008 mi amigo el Comandante de Ingenieros Francisco Montilla Mesa, que también lo habitó, me avisó que aquel cuartel lo iban a demoler para reconstruir uno nuevo para la Guardia Civil. Fuimos a visitarlo por dentro, que en mi caso no había vuelto a entrar desde 1963. Y, ¡cuánto me alegré de volver a verlo!. Todavía hacía en él guardia el Parque de Artillería. Los dos disfrutamos como niños chicos visitando ambas plantas. En la parte baja, el antiguo cuarto en el que habitábamos los Cabos Primeros. En la parte alta, pude ver mi antigua Compañía de Radio, el comedor, el Hogar de Tropa, la academia donde se impartían los cursos de Transmisiones, donde yo mismo aprendí hasta cinco especialidades técnicas, y luego de Cabo Primero impartí clases de Radiotelegrafía, cuyas comunicaciones en Morse tan bien se me daban como tal Radiotelegrafista y Jefe de Centro de Transmisiones.

Anduvimos por el viejo Palomar de palomas mensajeras, por la enorme terraza donde había estado instalada la Emisora central, desde la que tantos enlaces efectué con las de Tetuán, Kudia Taifor, Kudia Federico, Condesa y Dar-Riffien, durante el repliegue de nuestras fuerzas del Protectorado. Hasta me emocioné pensando en que entre las cuatro paredes de aquel entrañable cuartel había consumido lo mejor de mi juventud. En la terraza, cubierta con miles de losetas en la pared y el suelo, vimos rotulados en cada una de ellas otros tantos nombres de militares que por aquel cuartel habían pasado, siendo costumbre que cada uno dejara sobre losetas su nombre y fecha grabados. El amigo Montilla encontró el suyo esculpido hacía 40 años. Arrancó la loseta y se la llevó de recuerdo.

Meses después comenzó su demolición. El nuevo cuartel para la Benemérita debía estar terminado en 2014. Entre sus escombros quedaron enterrados para siempre emotivos recuerdos míos y de compañeros, muchas ilusiones, sueños, y también - ¿por qué no decirlo? - algunas penas y desencantos. Sólo dejaron en pie la fachada de la Central Telefónica, único vestigio que quedó de tan y emblemático cuartel, que tantos buenos servicios había prestado; porque desde aquella Central telefónica se habían realizado todas las comunicaciones de Ceuta con el Protectorado y con la Península. Pero su total abandono y falta de mantenimiento terminaron haciéndola refugio de “okupas” y desaprensivos que la hicieron totalmente irrecuperable.

Emociones aparte, siendo sumamente respetuoso con los desconocidos motivos que pudieran haber llevado a derribarlo, creo sinceramente que la demolición de aquel viejo cuartel quizá fuera equivocada. Se llevó a cabo demasiado precipitadamente y sin sólidos fundamentos conocidos. Construir el nuevo cuartel iba a costar entonces 50 millones de euros. Era una obra de mucha envergadura y concurrían una serie de circunstancias que lo desaconsejaban, como que ya se vislumbraba la inminente grave crisis económica; había sido solicitada la declaración del edificio como Bien de Interés Cultural, que hubiera permitido integrarlo dentro del rico patrimonio histórico, cultural y arquitectónico que Ceuta atesora; incluso fue admitida a trámite una queja presentada ante el Defensor del Pueblo; y varios estamentos especializados y defensores del patrimonio de Ceuta (Instituto de Estudios Ceutíes, Septem nostra, etc), se opusieron abiertamente, habiendo surgido en los medios una viva polémica, que ya veo que todavía perdura.

Pienso que, habiéndolo rehabilitado, saneándolo y adaptándolo, no hubiese costado tanto dinero como el que se gastó en derruirlo y sacar tantos miles de toneladas de escombros. De haberse modernizado aquel enorme y emblemático edificio, habría pasado a engrosar el rico patrimonio arquitectónico ceutí; y la Guardia Civil dispondría desde hace años de un amplio, digno y confortable cuartel que allí tanto necesita. Mientras que ahora no se tienen ni el cuartel viejo ni nuevo, ni se sabe que exista nuevo proyecto y presupuesto para edificar otro; habiéndose perdido el bien patrimonial que con su conservación hubiera quedado; aparte de que, al demolerlo, quedaron enterrados para siempre 250 años de historia de Ceuta y de aquel presidio tan singular, que albergó una población penitenciaria sometida a los rigores de una vida carcelaria dura, llena de tristezas y penalidades. Y también se enterraron los excelentes servicios y recuerdos de tantos miles de jóvenes españoles que durante la antigua “mili”, ya desaparecida, tan orgullosos servimos en él a España.

De otra parte, informo a los lectores que sobre últimos de mayo de 2018 publiqué un artículo refiriéndome al relato anterior hecho por Antonio Herrero Andreu en El Faro de Ceuta sobre la desaparición en 1958, en la batalla de Edchera (Aaiun), del Cabo Primero de Transmisiones Pedro Fernández Mayorala, cuando operaba con una emisora MK-II sobre un coche-radio, sin que tras 60 años se sepa nada sobre su paradero, extrañándome de que no se le hubiera tributado algún homenaje de reconocimiento y recuerdo.

Pues el pasado 20-01-2019 me comunicaba por Facebook el Teniente Coronel de Transmisiones lo siguiente: “Tu artículo dedicado al Cabo 1º Fernández Mayorala, ha visto sus frutos. Ayer en su honor, formó el guión del Regimiento de Transmisiones 21, junto a todos los guiones y banderines de La Legión, en homenaje a los héroes del combate de Edchera, que cada año lleva a cabo La Legión en la Base Álvarez de Sotomayor (Almería). José Luipiani”. Agradezco mucho tal información. Sé que, tanto La Legión como el Arma de Ingenieros, poseen un alto espíritu de compañerismo y de saber honrar a sus muertos. Me uno solidariamente a tal homenaje al Cabo Primero Mayorala y los 41 legionarios fallecidos en aquella fatídica batalla. Descansen en paz los valientes que dieron su vida por España.

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