Restos de comida, botellas,
porros e incluso pequeños frascos vacíos que, presumiblemente y según algunos residentes, suelen contener óxido nitroso. O, como a veces le llaman por sus propiedades analgésicas e hilarantes, el "gas de la risa". "Los fines de semana no suelen fallar", indica un vecino de la zona, "pero de lunes a viernes, como mínimo tres días, también pueden estar por aquí”. A esta situación se enfrentan, especialmente desde el cierre de la Marina, los residentes de la urbanización de
Pueblo San Antonio. Las reuniones junto a la rotonda próxima a la calle Profesor Gordillo Osuna, que estiman han llegado a ser de hasta quince personas y cuatro vehículos, son cada vez más habituales así como lo son, a su vez, sus desastrosas consecuencias: basura casi a diario por el suelo, zonas bloqueadas por la aglomeración de personas y vehículos o ruidos hasta altas horas de la noche. Las zonas principalmente afectadas son la primera fase de la urbanización, en Gordillo Osuna, pero también ocurre al final de la misma, al fondo del conjunto residencial. Aunque la problemática no es nueva y ya existía tiempo atrás, tal y como confirma este
vecino, ahora las reuniones son cada vez más habituales.
Las visitas de la Policía tampoco parecen ayudar pues, aunque hasta donde tienen conocimiento los vecinos sí que llegaron una vez a anotar los datos de quienes se acumulaban en las calles circundantes pero el resto de veces llegan tarde o, aún presentándose, poco importa, pues todo vuelve a repetirse al día siguiente. Algunos vecinos han intentado, incluso, atajar la situación por cuenta propia, llegando a colocar grandes piedras en los espacios habitualmente utilizados por estos visitantes para aparcar sus coches y bloquearles, así, el paso. "Es inútil, las quitan y se quedan igualmente", se lamenta un residente. Según parece, no siempre son los mismos grupos los que causan estos altercados. "Nunca hemos bajado porque no queremos meternos en problemas. Lo que queremos es solucionarlo por la vía legal y cuanto antes", expresan desde el residencial, donde esta circunstancia impide incluso conciliar el sueño a quienes tienen que trabajar al día siguiente. "Yo no quiero denunciar", sentencia este mismo vecino", "yo solo quiero dormir".