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Denuncia que un guardia civil no solo le agredió en la frontera de Ceuta y Marruecos, sino que impidió que otros le ayudasen

Los daños colaterales en las refriegas fronterizas tienen nombre, apellidos y DNI. Mohamed Boughnaim Bechari es un ciudadano de Ceuta que denunció el viernes pasado ante la Policía Nacional haber sido agredido el día anterior –jueves– por un guardia civil en la frontera del Tarajal, incluyendo un parte judicial del Servicio de Urgencias del Hospital Universitario por dorsalgia y abdominalgia a nivel epigástrico leve salvo complicaciones. “Esta actuación dista mucho de la imagen del Cuerpo al que representan, y la de servicio público”, lamentó.

La Delegación del Gobierno en Ceuta declinó ofrecer ayer una versión oficial a este periódico, aunque tendrá conocimiento directo de su testimonio a través de un escrito que quien se declara afectado tenía previsto presentar ayer formalmente ante la representación del Gobierno de Pedro Sánchez en Ceuta. En el documento, solicita que proceda a abrir todas las actuaciones pertinentes para depurar las responsabilidades correspondientes.

"De repente y sin mediar conflicto alguno, sacó su defensa y empezó a golpear a los allí presentes"

Sirva de contexto que el día de autos se registraron dos intentos de avalancha antes de la activación de los GRS de la Guardia Civil, a las 15.00 horas, que fueron contenidos por los agentes que estaban en ese momento de servicio en la zona, como publicó este diario. Ya por la tarde, sobre las 19.00 horas, Boughnaim se dirigía andando al país vecino cuando, a la altura del paso de peatones del Tarajal, “de repente y sin mediar conflicto alguno, un guardia civil sacó su defensa y empezó a golpear a los allí presentes”. Fue un hecho tan repentino, recordó este español, que se percató de la presencia del guardia cuando se encontró “en el suelo con un fuerte dolor en el abdomen”.

Preguntado por si portaba mercancía y hubiese podido ser contenido por los agentes, Boughnaim negó la mayor y no solo eso, sino que detalló que llevaba encima de la ropa una sola chaqueta porque aquella tarde llovía. “De todos modos, en la frontera hay cámaras de videovigilancia cuyas grabaciones pueden corroborar que yo no llevaba mercancía y, aunque la llevase, el guardia no tendría derecho a golpearme, en todo caso a requisármela o multarme”, razonó Boughnaim, quien no duda en que el presunto agresor fue un GRS. En caso de que hubiese algún inconveniente para acceder a esas imágenes, el ceutí asegura que cuenta con testigos que están dispuestos a “decir la verdad”.

Desde el suelo, continuó el ceutí con la reconstrucción de lo ocurrido, solicitó ayuda y auxilio y, “en reiteradas ocasiones pedí que llamasen a una ambulancia, pero no tan solo recibí la negativa del agente que me agredió, sino que impidió que otras personas allí presentes me ayudasen a incorporarme”. Sin embargo, reprochó Boughnaim, fue más allá y, al rato, “llamó a otra agente y de muy malas formas me arrastraron del lugar a otro más alejado de la frontera”.

"Al rato llamó a otro agente y de muy malas formas me arrastraron del lugar a otro más alejado de la frontera"

En cuanto tuvo fuerzas para ponerse en pie, narró el denunciante, se acercó al puesto de la Guardia Civil para pedir al agente de mayor graduación la identificación del agente que supuestamente le agredió. “Más allá de facilitarme su identificación, a lo cual están obligados, me trataron con desprecio, desdén y me echan ‘aconsejándome’ presentar una denuncia”, apostilló.

Ayudado por un amigo que le recogió en su coche, señaló Boughnaim, acudió al Servicio de Urgencias del Hospital Universitario para tratar el dolor que le produjo la presunta agresión y acreditar las “contusiones en el abdomen y en la espalda” de quien presenta la queja. Al día siguiente, añadió, tuvo que regresar al centro hospitalario porque el dolor persistía. Boughnaim optó por presentar una denuncia en la Policía Nacional ante el “flagrante atropello y la situación de indefensión”.

Aún ayer Boughnaim seguía con el tratamiento prescrito por el médico que le atendió porque dice seguir sintiendo molestias tras el episodio sucedido en la frontera del Tarajal. Él es padre de cuatro hijos, “con muchas cargas familiares”, y además acredita un 66 por ciento de discapacidad tras ser operado de una “hernia discal en Cádiz, de la que salí mal”.

El Faro

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