La dueña tiene un informe que prueba la intoxicación y dice que amenazaron con hacerlo unos vecinos. Clara Ayala, residente en Miramar Alto, tenía dos gatos: la rubia Luna y Pumuki, un macho blanco y negro. La primera vivía en su domicilio desde hace dos años y el segundo fuera de su casa desde hace uno pero recibía los cuidados de ella y una vecina, de modo que lo consideran de su familia y estaban pendientes de su castración.
Esta mujer narra que el viernes pasado, 25 de octubre, encontraron a Pumuki en la barriada “medio muerto, con babas y mucosidades que cubrían todo su hocico”. En seguida trasladaron al felino a la Clínica Veterinaria Morey, donde le hicieron las pruebas pertinentes y le administraron el tratamiento adecuado para su recuperación.
El informe médico confirma que este gato adulto, macho y de color blanco y negro que reside en las inmediaciones de su domicilio en la zona de Miramar, presentaba un cuadro de “rinotraqueitis infecciosa felina, ptialismo, midiriasis y convulsiones, compatible con un cuadro de intoxicación”. Desde Morey notificaron a la dueña que se le administró “tratamiento con los antídotos habituales y antibióticos” para, a las dos horas de dárselo, “mejoró el cuadro”. Afortunadamente, subrayó Ayala, el felino no murió.
Al día siguiente, sábado 26, el daño fue por partida doble. Pumuki empeoró, a lo que se sumó que le salieron unas llagas en la boca que le impedían comer con normalidad, de modo que lo trasladaron a la Protectora de Animales y Plantas de Ceuta. En la Gatera le informaron de que esas heridas podían estar causadas por la sustancia tóxica que ingirió. Por este motivo, permanece en las instalaciones de la barriada Postigo.
Por otra parte, Luna salió como cada mañana al patio de Miramar Alto. El sábado pasado, Ayala regresó del trabajo sobre las 16.30 horas y fue la última vez que la vio. “Por la tarde no volvió y empezamos a sospechar”, reconoció esta vecina de la barriada, quien manifestó que se siente indignada y triste por la desaparición de su gata.
“Ya me habían advertido con anterioridad de que iban a envenenar a mis gatos o los iban a tirar en una bolsa de basura”, aseguró Ayala. En cuanto a la identidad de las personas que le amenazaron, apuntó a dos vecinos a los que “les molestaban Pumuki y Luna a pesar de que son muy buenos”.
Ayala trasladó a la Consejería de Sanidad el informe veterinario de Pumuki sobre la intoxicación para denunciar que están colocando veneno en Miramar Alto, sin embargo, este departamento solicitó a la dueña de los felinos que vuelva con un documento que acredite que Luna estaba esterilizada y fotos de que residía en su domicilio para formalizar su denuncia.
No obstante, la damnificada aseguró que también acudirá a la Jefatura Superior de la Policía Nacional el próximo lunes para interponer la correspondiente denuncia entregando toda la documentación presentada ante Sanidad.
La vecina de Miramar Alto alertó de la presencia constante de niños y mascotas como perros en la misma zona en la que se produjo la intoxicación de Pumuki, un lugar próximo al CEIP ‘García Lorca’.
Esta queja por envenenamiento de felinos no es aislada, y hay constancia de otras protestas ciudadanas tras la desaparición de gatos en barriadas como San Amaro o de Tigresa en Patio Páramo. Hace unas semanas, en la barriada de Pedro Lamata, también se produjeron disparos que acabaron con la vida de otro felino, hecho que también fue denunciado.
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