Cada vez que veo una reunión de personas adultas con el puño levantado entonando la “internacional”, me doy cuenta de lo importante y urgente que es emprender una reforma del sistema educativo español, de lo vacías que están algunas bibliotecas, de lo yermas que están algunas universidades, y de lo protérvicamente sectario que puede ser el ser humano.
Se imaginan un grupo de personas realizando el saludo nazi y cantando “Die Fahne Hoch”, pues bien, la maldad intrínseca de estos no es nada comparada con la maldad del marxismo a lo largo de cien años. Si existiera un ranking de crímenes contra la humanidad, el marxismo lo encabezaría. Lea, infórmese, pregunte a cualquiera que haya vivido bajo el yugo comunista lo que significa una purga en el nombre del puño en alto y la “internacional”. Sepa de hambrunas, torturas, gulags, exterminios masivos, y persecuciones que se han realizado en nombre de la “internacional”.
Aprenda, igual que aprendimos desde pequeños respecto al nacionalsocialismo, la inmoralidad y la depravación del marxismo, y cuando vuelva a escuchar y ver el puño en alto entonando la lúgubre canción, sentirá como se le encoge el estómago. La izquierda nunca ha sido demócrata, lo lleva en sus genes ideológicos. Cuando el resultado de las urnas no les ha sido favorable, siempre han tomado la calle de una forma violenta. Esto lo hacen aquí en España y por el resto del mundo. ¿Recuerdan las algaradas en Francia por Le Pen, o en EE.UU. por Trump? Dondequiera que exista la izquierda siempre habrá alguien que no esté dispuesto a aceptar el resultado de las urnas y a expresarlo de forma violenta. La izquierda es como un niño chico caprichoso que no soporta que le lleven la contraria.
Al fin y al cabo, dicen que la izquierda es un proceso de inmadurez en el adulto, una especie de síndrome de Peter Pan político. Incitar a la violencia y al odio contra otros, es un acto que acarrea consecuencias muy graves. De por sí es un delito, y de hecho pone en peligro a gran parte de la población; cuando menos, causa daños y desperfectos en el mobiliario urbano que a la postre pagamos todos; y cuando digo todos, rara vez se incluyen entre los contribuyentes a Hacienda los energúmenos más violentos de las correrías.
No sé cuántas ideologías están en disposición de dar lecciones de democracia, pero desde luego la izquierda no lo está. Digamos que está a la cola de las ideologías para impartir una clase sobre democracia. No confundan la ideología de izquierdas con las personas que se identifican, en mi opinión erróneamente, con las izquierdas.
Las personas siempre superan las ideologías, salvo en aquellos cuya estrechez de miras y cerrazón, les impide ver que el ser humano merece todos nuestros esfuerzos. Es por esto de vital importancia que la sensatez de personas que se consideran de izquierdas llamen a la calma y tomen las riendas de algo que amenaza con desbocarse.
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