Los líderes políticos afrontan, más nerviosos que nunca, la próxima contienda electoral. De hecho, aun sin estar en precampaña, llevamos arrastrando meses de acción política centrada exclusivamente en los comicios de mayo.
Ya se visitan barriadas, las mismas que volverán a recorrerse las dos semanas previas a las votaciones. Ya se hacen promesas puerta por puerta, en una forma indirecta de ir pidiendo el voto aunque sea de tapadillo. Hasta se hacen denuncias pasadas por ese corte y se cae en una judicialización de la vida política bastante lamentable, convirtiendo a jueces y fiscales en particulares responsables de una democracia que no marcha por sus mejores momentos. Ni fuera, pero ni tampoco dentro del funcionamiento interno de los partidos. Ya empiezan a hacerse públicas algunas. La del PSOE, la más llamativa. El sistema de debate y elección de antaño ha dado paso a una pura imposición. Ni un peso pesado del partido, todos eliminados. La ‘vieja guardia’ castigada y sustituida por un ‘ordeno y mando’ al más puro estilo del puzzle con el que en su día se reconstruyó el PSOE en época de Salvador de la Encina: quitando y poniendo en base a los antojos de los colocados. Nada cambia. El PSOE se ha convertido en otro PP, con imposición de nombres. Fíjense que al final Vivas y Carracao no son tan distintos, hacen y deshacen a su manera las listas con las que concurrirán a las próximas. Luego, de cara a la galería, siempre queda bien eso de los Comités, los debates, la participación democrática en la elección de los llamados a ocupar los primeros puestos... forma parte del papel de regalo que define el bipartidismo. De la lista pepera poco sabemos. Aunque viendo los patinazos cometidos en exclusiva por don Juan con la elección de los que puso a su lado... debe ser complicado volverlo a hacer tan mal. Se andará con cuidado esta vez. O debería. El ambiente está demasiado caliente como para comprobar otra lista de muditos con nula actuación más allá de cobrar por comparecencias plenarias en las que ni participan, convirtiéndose en otr@s Celias Villalobos al estilo caballa. No más. Los más férreos defensores de la democracia hacen poca gala de ella a nivel interno. Hay demasiado afán por el poder, muchos nervios, abundante dependencia en exclusiva de la política (¿a dónde iban a parar muchos de los que hoy no sabrían cómo vivir fuera de estos círculos con sueldo garantizado?) como para que ahora nos den lecciones de lo que ni en privado aplican. Seguimos. Nos quedan más capítulos.