Hay muchas cosas difíciles, complicadas y hasta desagradables en la vida, en la nuestra, en la de los seres humanos y es necesario evitar que, como consecuencia de ello, nuestra vida, la de todos los seres humanos, sea complicada, dura, difícil y hasta insoportable.
Por eso conviene tratar cada cuestión con ánimo decidido a dulcificar cada cuestión durante el desarrollo de la misma y hasta lograr su mejor solución. El ser humano es inteligente y tiene capacidad para tratar cualquier gestión de forma eficaz y sin que produzca traumatismos, tanto materiales como espirituales. El ser humano es inteligente, sí, pero también es sensible y hasta delicado; sufre mucho el ser humano cuando no se le trata bien, cuando se le desprecia, cuando falta delicadeza en el trato.
La delicadeza no se opone a la firmeza; sino que la complementa proporcionándole un mayor valor, el del convencimiento de que lo que se hace, o se intenta hacer, no es una opresión sino una necesidad a la que todos debemos a contribuir a solucionar, aunque ello suponga algún que otro sacrificio o variación de forma de entender una cuestión. Todas las cuestiones que se presentan en las relaciones humanas deben tratarse con delicadeza para que las mentes no se ofusquen, perdiendo la claridad de las ideas y hasta las ideas en sí mismas. Una persona enfadada no es lo más conveniente para tratar asuntos de cualquier clase y si ellos son de cierta importancia es muy grande el daños que esa actitud des produce.
Ceder el mejor puesto a una persona que nos visita es un detalle de delicadeza, tanto mayor si ello supone que debemos permanecer de pié porque ya no hay más asientos disponibles. Puede ser que esa visita, anunciada o no, ocupen un tiempo que pensábamos dedicar a otras cuestiones, más o menos importantes, pero sería una falta de delicadeza no hacer todo lo posible para atender a quien nos visite. En esos casos hay que hacer todo lo que sea posible para atender a quien nos visite, máxime si a esa persona se le debe una atención especial por su rango o por cualquier otra cuestión de las muchas y variadas que se nos presentan, cada día, a cualquier persona en el curso de sus actividades. ¿Cómo se siente una persona cuando hace, a sabiendas, una falta de delicadeza?
Es una falta de delicadeza no tener en cuenta las dificultades por las que, a diario, pasa mucha gente en los hospitales cuando ´necesitan sosiego para su espíritu. ¿Por qué ese empeño en querer eliminar las capillas de los hospitales del SAS (Servicio Andaluz de Salud). Quienes así se comportan no tienen en cuenta el gran consuelo que significa arrodillarse ante el Sagrario, en una de esas capillas, para decirle al Señor que sufre mucho por ese familiar, quizás la madre o un hijo, que se encuentra en situación grave. Es una gran falta de delicadeza no tener en cuenta los sufrimientos de los demás.
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