Ahora que parece que por fin se disipan esas brumas políticas que nos han llevado a tener un Gobierno en funciones durante casi un año, si para finales de mes Mariano Rajoy es investido presidente por el Congreso de los Diputados, ya sea con abstención técnica o simple abstención de los socialistas, el político gallego deberá iniciar una etapa de nuevos nombramientos que comenzará por los ministros, seguirá por los secretarios de Estado y continuará por los delegados del Gobierno, entre otros altos cargos de la Administración General estatal.
En Ceuta, salvo circunstancias excepcionales, lo más probable es que continúe en el cargo Nicolás Fernández Cucurull, quien ya podrá quitarse la coletilla de en funciones que le ha acompañado el 90% de su casi año y medio al frente del edificio de la Plaza de los Reyes. Digo que será lo más probable porque el cambio en la Plaza de los Reyes solamente se produciría si Fernández Cucurull pidiera el relevo para volver a su puesto de director de la Sociedad Municipal de Fomento (Procesa). Conozco que algún que otro comentario ha realizado en los últimos tiempos, pero, a lo mejor, ha sido más producto de un calentón del instante que de un razonamiento pausado y lógico.
No parecería lógico que después de haberse retirado de la política cuando Vivas apostó por Márquez en vez de por él para ser candidato al Congreso de los Diputados en el año 2011, ahora vaya a ofrecer otra vez una rueda de prensa para decir que se va a sus cuarteles de invierno. No no veo.
Sin embargo, sí me gustaría recomendarle a Nicolás Fernández Cucurull que debe tener más correa. Sus años en política le dan experiencia. Ha sido senador durante tres legislaturas, presidente de la Comisión de Presupuestos del Senado, diputado en la Asamblea y consejero tanto de Fomento como de Hacienda. Si en alguna ocasión alguien le ha dicho incompetente o inepto no es para rasgarse las vestiduras.
Le puedo asegurar que algunos antecesores suyos han salido muchos más mal parados que usted. Desde los tiempos de Manuel Peláez hay escritos que desde luego son para enmarcarlos. Una recomendación para terminar, que le digan alguna vez incompetente o inepto no es insulto, el problema es que le llamaran ladrón o corrupto. Eso sí sería para preocuparse.