Llevamos muchas legislaturas escuchando promesas de los delegados del Gobierno sobre la implantación de medidas de control efectivas en las fronteras de Ceuta y Melilla. Unos proyectos maravillosos que proporcionarán seguridad a las Fuerzas del Estado y agilizarán la entrada de los usuarios. El Gobierno actual os tiene abandonados -nos dicen- nosotros seremos los que vamos a acabar con tanta desidia y falta de consideración con los policías y los guardias civiles. Transcurridas las elecciones estas promesas pasan al olvido y el discurso cambia de color político. Mismo discurso con el mismo resultado, no hacen nada cuando tienen la posibilidad de cambiar la situación.
Esta semana hemos pedido desde AEGC la adopción de medidas urgentes para acabar con la inseguridad en las Aduanas de Ceuta y Melilla. Medidas que, de no tomarse, acabarán costando la vida de policías y guardias civiles en las fronteras terrestres de ambos puntos fronterizos. Unas medidas nada costosas que acabarían con los continuos asaltos de kamikazes en ambas fronteras, porque al conocerlas los asaltantes la desecharían por la imposibilidad de poder escapar o lograr su objetivo.
No son tiempos de elecciones -eso parece, o no- así que los guardias civiles y policías no esperamos promesas, ni nadie que se interese por nuestra seguridad. Somos nosotros, las organizaciones representativas y sindicatos, los que debemos organizarnos para exigir que se implanten medidas de seguridad que alejen o impidan la posibilidad de estos asaltos que atentan contra nuestras vidas. Ese debe ser nuestro objetivo, menos compadreo, menos reuniones y mas acción dentro y fuera de los despachos. Las organizaciones representativas de guardias civiles y policías debemos exigir que estas medidas de seguridad se tomen, se presupuesten y se ejecuten. Las promesas sólo sirven para que pase el tiempo, ya demasiado tiempo.
No estamos exigiendo nada imposible, ni obras grandilocuentes, estamos exigiendo la colocación de bolardos que sirvan como elementos disuasorios preventivos -esa en la principal misión de las Fuerzas de Seguridad- poner medios para evitar que se cometan delitos y, en caso de que una persona lo intente, evitar que logre su objetivo.
El último asalto ha dejado patente que la frontera es de todo menos segura. Hemos visualizado vídeos de cómo las Fuerzas de Seguridad marroquíes intentaban neutralizar a un individuo que de forma violenta intentaba y lograba asaltar los tres controles fronterizos marroquíes previos a la entrada a la zona española. Después con la misma violencia y despreciando la vida de guardias civiles y policías franqueaba dos controles del Cuerpo Nacional de Policía y uno de la Guardia Civil. Una vez en Ceuta continuó en su actitud poniendo en riesgo la vida de los ciudadanos que transitaban por la ciudad hasta que fue detenido.
Si esto que comentamos fuera un hecho insólito sería para tomárselo en serio y estudiar medidas que solucionen el problema, pero desgraciadamente no lo es. Los ciudadanos saben que suele ocurrir en las Ciudades Autónomas de forma frecuente y, de no poner solución, seguirá ocurriendo por varias razones. La primera, porque cuando los kamikazes son inmigrantes su objetivo no es que no lo cojan, su objetivo es pasar para comenzar una nueva vida. Por otro lado están los que al verse sorprendidos tratan de pasar sin pensar el daño que causarán, saben que si los detienen con inmigrantes en dobles fondos irán a la cárcel y son capaces de arrollar a cualquiera para agotar la última posibilidad de seguir en libertad. Los últimos son los que pueden estar huyendo del vecino país para evitar cumplir penas de cárcel nada llevaderas y prefieren ser detenidos en nuestro país. Estos son los perfiles de los kamikazes.
Unos individuos que ante tanta desesperación no dudan en poner en peligro la vida de ciudadanos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Yo no te pido la luna -como dice la canción señora delegada- pedimos bolardos como los que existen en muchas ciudades para evitar el paso a no residentes. ¡Qué puñeteros son estos de AEGC! ¡Qué gran esfuerzo económico nos exigen! Pero sólo reclamamos unos bolardos que eviten poner en riesgo nuestras vidas; la vida de inmigrantes que son explotados por las mafias; la vida de lo ciudadanos que transitan por las fronteras, incluso la vida de estos delincuentes.
Está es nuestra petición, pero si ocurre alguna desgracia señalaremos sin tapujos a los responsables de no colocar medidas disuasorias y de protección para acabar con estos asaltos vergonzosos a las fronteras de Ceuta y Melilla. Esto es lo que pedimos y la delegada del Gobierno no puede ni debe hacer oídos sordos, porque en AEGC no vamos a permanecer mudos ni en los entierros, ni a las puertas de los hospitales cuando sufran daños nuestros compañeros y, por supuesto, vamos a comenzar a trabajar para que no sólo AEGC se implique en un tema de seguridad que atañe a todas las organizaciones políticas y sociales.
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