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Del Príncipe a La Marina

La muerte tiene un precio. Puede parecer el título de una película, pero en ésta y, en otras muchas ocasiones, es pura y dura realidad. Como cierto es que el que recurre a la violencia para segar la vida de un ser humano es un asesino o un homicida. Podrá ser guapo, rubio, moreno, cristiano, simpático, ateo o musulmán, pero no hay otra forma de definir al que acaba con la vida de otra persona.
En el último asesinato cometido en esta “tranquila y pacífica ciudad”, se entremezclan denuncias de tiroteos anteriores, de robos de droga, quemas de propiedades, simplemente peleas por ocupar un espacio predominante en la pirámide de la delincuencia local. Una delincuencia muy violenta que poco a poco se traslada al centro de la ciudad como ya apuntábamos en artículos anteriores.
Son muchas las causas que nos han llevado a esta alarmante situación. Una creciente delincuencia generada por el narcotráfico y las salidas y entradas de embarcaciones de alta velocidad del propio puerto deportivo de Ceuta sin la respuesta adecuada de los responsables políticos. Una respuesta que la propia AUGC tuvo que reclamar de grupos políticos de la oposición fuera de la ciudad y al propio defensor, ante la pasividad de la clase política local. Niñatos que se paseaban en motos y coches de alta gama, sin permiso de conducir, que se permitían el lujo de quemar vehículos de guardias civiles y policías, incluso de agredirlos. Niños y mayores que crecieron sabiendo que era fácil ganar dinero y difícil pasar por la prisión de Los Rosales.
Situaciones lamentables como que desde la propia Delegación del Gobierno se recurriera a parlamentar para pedir ayuda a personas inmersas o condenadas por delitos muy graves. Conversaciones que nadie podrá poner en duda, porque fueron conocidas por la ciudadanía. Unos ciudadanos que veían perplejos cómo el Estado de Derecho recurría a cauces poco adecuados y muy desmoralizantes. La dejadez de la seguridad ciudadana en las barriadas más desfavorecidas pensando que nunca llegaría al centro de la ciudad.
Los clanes poco a poco han ido creciendo, alimentándose de la incompetencia, de la preocupación de los responsables policiales en ocultar en las estadísticas, la situación real de la delincuencia; preocupados por poner miles de denuncias; por buscarse un hueco en la administración; ser serviles más que servir;  dedicar muy poco agentes y medios en luchar contra esta lacra. Estamos en la cúspide, en la cima de las ciudades con mayor violencia en las calles de nuestro país.
Pueden hacer discursos grandilocuentes; cesar a comisarios bocazas y poco complacientes; plantar a coroneles en el CETI, o perseguir a las organizaciones policiales que denuncien tanta incompetencia, pero silenciar la realidad sólo conduce a que crezca y AUGC no será cómplice de estos silencios.
El título lo dice todo “Del Príncipe a La Marina”, porque Ceuta es “Pequeña y Marina” como dice nuestro presidente, y como es pequeña, cuesta poco desplazarse.

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