Hace algo más de un año, el economista francés Thomas Piketty rechazaba el más alto galardón que concede su país, la Legión de Honor, y lo hacía sentenciando con la siguiente frase: " no le corresponde al Gobierno decir quién es honorable... harían mejor en centrarse en revivir el crecimiento [económico]".
Vivimos situaciones insólitas por los ayuntamientos de esta piel de toro, en los que se dedica tiempo a declarar tal o cual persona como "non grata" o "gratísima", dependiendo del capricho político populista del momento. Es evidente que, lo que ahora se estima más oportuno, es jalar de las barbas al Presidente en funciones, Mariano Rajoy, y a esto es a lo que dedican parte de su tiempo, remunerado con tesoro público, muchos concejales. En contraposición, y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, algunos concejos gobernados por los populares, van a nombrar persona non grata al condenado por terrorismo Otegi.
Creo que no soy sospechoso de mostrar simpatía ni por este, ni por ningún otro terrorista. Las anteriores acciones delictivas de este energúmeno son execrables, y las actuales no dejan de ser lo mismo. Que en Cataluña lo hayan recibido como hombre de paz no muestra más que el estado de putrefacción que sufren las instituciones catalanas tras treinta años de corrupción empedernida y traición al resto de España. De ahí, a declarar públicamente que este personaje que ahora pretende enmascarar como política sus actos violentos, es persona non grata, no es más que bailarle el agua, entrar en el juego que ellos pretenden de declaraciones políticas, de baja calidad política, en el que estos protagonistas tan bien se mueven.
No seré yo quien busque la compañía de este, ni de otros de su banda criminal, para departir nada ni compartir proyecto alguno. Son los de Podemos y sus socios quienes gustan de estar en tan desagradable compañía, y son ellos los que, en la medida que su raciocinio les dé a entender, por el bien de España, deberían inquirir compañeros de viaje de mayor sabiduría y humanidad.
No es competencia de ninguna asamblea política realizar declaraciones de desafección sobre personas. Es una pérdida de tiempo además de ser una forma torticera de embarrarse en un terreno que para nada beneficia a los ciudadanos gobernados. Dedicarse a asuntos de carácter contradictorio es una forma de perder el tiempo para realizar cosas tangibles.
Todo el esfuerzo dedicado a este fastidioso asunto pudiera haberse invertido en potenciar a la Fundación Premio Convivencia y, en lugar de nombrar persona non grata a este violento y sus adláteres, premiar a cualquiera de sus víctimas que ahora se ven obligadas a convivir con sus verdugos y además soportar las impertinencias de Podemos.
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