Una década dedicada a la cultura

Esta semana se celebra la primera década de actividad de la Biblioteca Pública del Estado “Adolfo Suárez”, todo un hito en la historia de las bibliotecas ceutíes y, en general, de la cultura caballa. El haber superado el medio siglo de vida y mi temprano interés por la arqueología, la historia y todo lo relacionado con el ámbito cultural me ofrece una amplia perspectiva para valorar la aportación de la flamante biblioteca que desde hace diez años disfrutamos en pleno centro de Ceuta. Recuerdo, cuando apenas era un niño, leer la copia de la “Historia de Ceuta” de Correa da Franca en una de las salas del Palacio Autonómico, primera sede que yo conocí de la biblioteca ceutí. Un poco más tarde frecuenté su emplazamiento en el edificio de la Plaza Vieja, compartido con la Residencia de la Juventud. La construcción de la Biblioteca de la Avenida de África fue un salto cualitativo en la gestión bibliotecaria en nuestra ciudad, aunque pronto se quedó pequeña para atender la creciente demanda de la sala de lectura y para albergar su inmensa colección bibliográfica y hemerográfica. Tampoco disponía de un salón de actos para acoger presentaciones de libros u otro tipo de eventos culturales.

De manera casi sincrónica a las excavaciones arqueológicas que codirigimos Darío Bernal y yo en el Paseo de las Palmeras, José Manuel Hita y Fernando Villada hacían lo propio en el yacimiento de Huerta Rufino. Se trataba de un conjunto de viviendas bajomedievales en muy buen estado de conservación que fueron documentadas con esmero por mis apreciados colegas. La importancia arqueológica de estos vestigios históricos justificó su protección y conservación. No obstante, como suele ser habitual, pasaron muchos años desde la decisión de integrar estos restos en el entramado urbano y la oportunidad de disfrutarlos por parte de la ciudadanía. Esta oportunidad llegó cuando el Ministerio de Cultura atendió la demanda de la Ciudad Autónoma de Ceuta para que, cumpliendo la legislación bibliotecaria española, se dotara a nuestra ciudad de una Biblioteca Pública Estatal. Hay que agradecer a la Administración General del Estado que no fuera cicatera a la hora de librar una cuantiosa partida económica para construir la Biblioteca dedicada a la figura de Adolfo Suárez. Aunque el primer presidente de la última etapa de la democracia española reconoció que no era un gran lector, sí que hizo una contribución fundamental a la transición desde el régimen autoritario franquista a la democracia parlamentaria.

En este contexto, conviene resaltar la idea de que las bibliotecas son espacios para el encuentro democrático, para la transversalidad social, para el fomento de la cultura y el arte, así como para la formulación de nuevas ideas sin dejar de lado la crítica y la propuesta de iniciativas que logren alcanzar los fines democráticos supremos de la justicia, la igualdad en el acceso al conocimiento y la libertad de pensamiento y expresión. Estas funciones fundamentales de las instituciones culturales democráticas, en especial de las bibliotecas, están siendo ejercidas con destacable profesionalidad y entrega por el equipo dirigido por José Antonio Alarcón. Como asiduo participante en las actividades organizadas por la Biblioteca Pública de Ceuta puedo dar fe de la dedicación y el entusiasmo del personal adscrito al servicio de biblioteca. Lo he visto ejercer de excelentes embajadores de Ceuta durante la visita de importantes personalidades de la literatura y la cultura de nuestro país y también de poner sillas cuando ha sido necesario o recogerla al terminar el acto sin que, como se dice de manera coloquial, se les cayera los anillos. Estos pequeños detalles son los que hablan sin palabras del compromiso de este magnífico equipo con la cultura ceutí. Cuidar los detalles diferencia el trabajo rutinario y desganado con la excelencia y puedo decir que la Biblioteca Pública está pendiente de todos los pormenores de los eventos que organiza: desde la divulgación de las actividades por las redes sociales y los medios de comunicación hasta la transmisión de los actos por internet para que llegue al mayor número posible de ciudadanos.

Todos coincidimos en que contamos con una extraordinaria Biblioteca Pública en Ceuta. El edificio es una obra de arte que contiene en su seno un yacimiento arqueológico de gran relevancia e importancia patrimonial. No fue fácil integrar la zona arqueológica de Huerta Rufino en un inmueble de las características de la Biblioteca Pública “Adolfo Suárez”, pero se consiguió gracias al diálogo y el consenso entre los técnicos de la Consejería de Educación y Cultura y los arquitectos del estudio Paredes Pedrosa. El resultado final fue un equipamiento cultural de primer nivel, puesto en manos de un equipo que ha demostrado estar a la altura del reto de subirse a bordo y conducirlo a buen puerto. La travesía continúa sorteando obstáculos y llenando sus bodegas de más y más libros que aguardan a sus lectores.

Llevado por la imaginación pienso en los libros que pudieron guardarse en alguna de las viviendas del siglo XIV que se conservan en el interior de la Biblioteca Pública “Adolfo Suárez”. Puede que alguna de sus letras resbalase de entre las páginas de algún manuscrito y quedara como una semilla sin germinar entre los estratos que cubrieron este barrio de la Ceuta medieval y que al removerla durante las excavaciones arqueológicas germinara para crecer en forma de biblioteca. Pienso que el futuro de la biblioteca, como motor de la cultura de Ceuta, está más enlazado con el pasado de lo que nuestra mente es capaz de imaginar. Aún quedan muchas semillas latentes a las que la labor de la biblioteca puede contribuir a germinar y dar sus frutos.