– ¿Van a dar ejemplo?
– Vamos a incrementar nuestra transparencia económica y organizativa y vamos a adelgazar las estructuras por arriba para fortalecerlas por arriba. Nuestros Congresos van a ser los del cambio.
– ¿Han perdido muchos afiliados durante los últimos años?
– CCOO se presentará al Congreso Confederal de finales de mes con 1,13 millones de afiliados cotizantes al corriente de pago. Somos la organización social y política más importante de este país pese a que ha habido un decrecimiento de la afiliación, sobre todo por razones económicas. De cada 100 afiliados que se dan de baja, 83 lo hacen por razones económicas. Ahora vamos a debatir qué soluciones dar a quienes han perdido su empleo y llevan 5 ó 10 años en el sindicato para que mantengan todos sus derechos.
– ¿Usted es partidario de cambiar el sistema de afiliación en España, de que todos los trabajadores contribuyan y no se beneficien, lo hagan o no, del trabajo de los sindicatos?
– En España la Constitución sitúa a los sindicatos en el apartado de derechos fundamentales, pero nuestro grado de representatividad no se mide por afiliación sino por representación. Nosotros nunca hemos pedido ese canon aunque los Convenios Colectivos sean de eficacia general y se fragüen con los recursos que aportan los afiliados y una parte de los Presupuestos Generales del Estado. No estamos subvencionados: desde 1982 se nos reconocen unos recursos económicos públicos y transparentes para representar al conjunto de los trabajadores y no sólo a nuestros afiliados.
– Estos días hemos oído a algunos de los principales banqueros españoles, como al Gobierno, anunciar que el final del túnel está más o menos cerca, a finales de año, en 2014. ¿Usted también lo cree así?
– La verdad es que no. No somos optimistas. Creemos que va a seguir habiendo una sangría de empleo, en el sector privado y en el público. Mientras no cambie la política económica no habrá una senda de crecimiento. Los recortes económicos y sociales y la reforma laboral lastran el desarrollo. O hay un giro radical o vamos a estar instalados en unas cifras de paro dramáticas e insoportables.
– El discurso único afirma que quienes, como usted, reclaman un giro quieren volver a lo de antes, a ‘vivir por encima de nuestras posibilidades’. ¿Cuál es su argumentario?
– España no tiene un problema de gastos, sino de ingresos. Hay que empezar por ahí, por favorecer una política de ingresos y por racionalizar el gasto, pero no recortar porque así se profundiza el pozo de la recesión. Hay margen en política fiscal e impositiva para ingresar más. Hay margen en la lucha contra el fraude y la reducción del déficit puede ser más leve para que la inversión pública no se desplome. Además, hay que dejar de penalizar la demanda interna reduciendo salarias y renovar nuestro tejido productivo sin perder de vista de que nuestro problema no es de deuda pública sino privada.
– ¿CCOO tampoco vio, cuando volábamos sobre la burbuja, que llegaría el pinchazo?
– Sí. Por eso planteamos, mucho antes del ‘pinchazo’, que nuestra economía estaba demasiado ‘financiarizada’, que los especuladores tenían demasiado peso y que había que cambiar nuestro modelo productivo, que lo inmobiliario pesaba demasiado y lo industrial y lo productivo muy poco. Los Gobiernos no se atrevieron a adelgazar la burbuja porque creaba empleo, aunque sus cimientos fuesen de arena. No todos estuvimos callados ante el disparate.
– Usted estaba en Caja Madrid. ¿No vio ese disparate?
– Yo estaba en el Consejo de Administración de Caja Madrid, no en el de Bankia. Yo nunca diré que no me enteraba... Me lo han preguntado a veces. El problema de Caja Madrid se produce fundamentalmente con su fusión con Bancaja, una operación política que unió una entidad casi en la ruina con otra que no estaba en su mejor momento pero tampoco como ha quedado. Sin esa fusión, Caja Madrid no tendría que haberse nacionalizado. Las entidades financieras han acompañado un modelo de desarrollo basado en lo inmobiliario, pero los representantes de CCOO siempre defendimos la inversión en sectores estratégicos e industriales sobre la tesis de que había que ir a la banca comercial y acabar con la industrial. Ahora esos bancos públicos deben servir para facilitar el crédito a las personas y a las empresas.
– ¿Cómo se ve desde el corazón de CCOO en Madrid esta explosión de corrupción que salpica a casi todo y a casi todos?
– Nunca me ha gustado la vinculación entre política y negocios. Esto de privatizar servicios públicos ha solido dar oportunidad de negocio para quien se ha hecho cargo y los responsables políticos. Esta mezcla de crisis y corrupción, de desafección hacia todo lo colectivo, es casi explosiva. Sólo cabe una medida: apostar, todos, por la regeneración democrática, el empleo y los derechos sociales. Nuestra democracia pierde calidad cuando los sindicatos llevamos un millón de firmas al Congreso para discutir la reforma laboral y la mayoría de un partido impide que se debata en 20 minutos. Hacen falta listas electorales abiertas, más participación ciudadana en la toma de decisiones y actuar implacablemente contra quien roba política, judicial y socialmente. Lo de hoy nos lleva al hoyo y una parte de la sociedad ya está en él.
Aróstegui hace y exige a CCOO-Ceuta autocrítica para recuperar vitalidad
El Plenario del IX Congreso de CCOO-Ceuta aprobó ayer el crudo informe de gestión que, en forma de “reflexión en voz alta”, le presentó el secretario general saliente, Juan Luis Aróstegui. Desde su punto de vista, el sindicato no ha conseguido “ninguno” de los objetivos que se marcó hace cuatro años. Ha sido, expuso, por causas “externas y objetivas” como “el miedo” instalado en la clase trabajadora, que ha convertido su sede “en un consultorio sentimental donde escuchamos los problemas de los trabajadores, que nos piden que no hagamos nada para no empeorar la situación”. También, ha reconocido, por su papel político (“cuando sobre aquí, me voy, con vosotros desde otro sitio”) y por respaldar aquellas manifestaciones de parados “por las que tanto nos atacaron, institucional y personalmente, debido a que los movilizados eran musulmanes, pero de las que tan orgullosos debemos sentirnos”.
“Siento que hemos perdido”, añadió, “el entusiasmo que teníamos y debemos recuperar”. Para conseguirlo, propuso una receta con tres puntos: asumir lo “ingrato” del trabajo sindical y “tirar el reloj por la ventana para trabajar sin horarios por un mundo mejor”, orillar los reproches y “querer a todos los trabajadores aunque no nos quieran”.
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