¿Alargar los espigones es la solución para frenar, o al menos aminorar, la entrada de inmigrantes que buscan bordearlos para entrar en Ceuta? Vox llevará al Pleno de la próxima semana una propuesta para forzar un consenso de la Asamblea al objeto de instar al Gobierno de Pedro Sánchez a que amplíe los espigones de Tarajal y Benzú.
Para la formación en Ceuta resulta clave rehabilitar y ampliar esas infraestructuras. “La invasión de mayo de 2021 demostró cómo los espigones son completamente vulnerables y que cualquiera puede bordearlos para llegar a la ciudad”.
Este julio y agosto cientos de marroquíes y argelinos han entrado en Ceuta precisamente por la bahía sur. Pero no lo han hecho pegados al espigón, sino alejándose a 400 o 500 metros de costa precisamente para evitar ser interceptados.
¿Hasta dónde habría que ampliar esa estructura fronteriza atendiendo al proceder de estos jóvenes, al modus operandi que estila este tipo de inmigración?
Fuentes de la Guardia Civil consultadas por este periódico aluden no solo al coste, que califican de “inmenso”, que supondría ampliar el espigón del Tarajal, sino que también se cuestionan hasta cuánto habría que hacerlo si se quiere buscar esa supuesta efectividad. “¿Hasta Cabo Negro?, ¿hasta tocar tierra?, es absurdo”.
Los nadadores se abren cada vez más precisamente para mermar la capacidad de vigilancia de la Guardia Civil. Eso también suma riesgos e incrementa las desapariciones y muertes, muchas de ellas no por ahogamiento sino por hipotermia y cansancio.
“Si alargamos el del Tarajal 100 metros, por ejemplo, ellos nadarán a 500 o 700 metros de costa, mar adentro…”, concreta la Benemérita. La visión actual nada tiene que ver con los episodios de la crisis de mayo a pesar de que se está insistiendo en una comparativa sin sentido de ambos fenómenos.
Los hechos, el modus operandi seguido por los nadadores, evidencia un tipo de ruta migratoria que no tiene que ver ni con esas imágenes que siguen en la memoria colectiva ni con las de los sucesos del 6 de febrero de 2014.
En aquel momento el Ministerio del Interior llegó a presentar un proyecto de reforma del espigón que nunca se ejecutó. Eran circunstancias de gran presión subsahariana por esta vía en la que, en grupos, corrían por los arenales para luego bordear, en el sentido literal de la palabra, el espigón. Veían cerca Ceuta y, prácticamente sin saber nadar, bordeaban esta infraestructura.
Ahora, la amplia mayoría de los nadadores marroquíes y argelinos, se alejan de la zona, salvo grupos que han intentado alcanzar Ceuta llegando a Tarajal a la carrera por el arenal, eligiendo las mismas vías que ahora ha blindado Marruecos colocando un asentamiento fijo al lado de la propia aduana.
“Para frenar a los nadadores, que representan el problema actual de la inmigración, alargar el espigón no sirve”, reseñan las mismas fuentes.
“Independientemente del coste económico, habría que preguntarse hasta dónde, rellenar cada avance que se dé… Es absurdo”, concretan.
La funcionalidad del espigón de Benzú nada tiene que ver con la del Tarajal. Aunque Beliones está cada vez más blindado, algunos nadadores logran echarse al agua para, en este caso sí, bordear una estructura que está en muy malas condiciones.
El problema en este punto radica en el riesgo evidente de accidente que hay, en que pueda desprenderse el vallado sostenido sobre un firme que asoma cada vez más agrietado. Tanto, que supone un peligro real para la Guardia Civil que presta allí servicio, algo que quedó en evidencia en las entradas de febrero y marzo, focalizadas todas a través de esta bahía.
El vallado levantado sobre este espigón supone un medio de contención fronterizo imprescindible en la zona. Urge, por tanto, un refuerzo que aún no ha sido ejecutado por el Ministerio del Interior.
Los intentos de entrada de nadadores no se han producido solo este verano. La diferencia, respecto de otros, es que han cobrado protagonismo a nivel nacional, pero esa presión siempre ha existido sobre una vía marítima que Interior contabiliza como terrestre.
La misma deja en evidencia la ausencia clara de una política de Estado que pase por una reforma de la Ley de Extranjería y la adopción de cambios que no solo sirvan para dar recursos a la propia Guardia Civil sino también para salvar vidas.
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