No le han salido bien las cosas a las dos administraciones con eso de las resoluciones. A la Ciudad de nada le ha valido la que dictó, en materia de Gobernación, para endiñarle más de 6.000 euros a Comisiones Obreras por multas de tráfico. De nada ha valido y ha sido un juez el que ha tumbado su informe avalando la defensa del sindicato. Así que a la administración que preside Juan Vivas se le queda cara de tonta, tragándose las multas que pusieron los locales y poniendo el rostro de corderico degollado ante una población machada a multas aunque se niegue que exista una campaña para recaudar más dinero a costa del sufrido conductor. A don José tampoco le ha servido de mucho su resolución para frenar el ímpetu de los subsaharianos que a cartonazo limpio se despertaron un día convirtiéndose en la pesadilla del mandamás de los Reyes. Esta vez ha sido una jueza la que ha buscado el resquicio en forma de fecha para dar la razón a los protestones, dejando sin sentido los más de seis folios en los que se recoge desde la crispación ciudadana del vecino común hasta los informes policiales en los que se narran las amenazas de estos elementos que caminan a las órdenes de un general.
A nuestros líderes políticos les ha salido mal sus respectivas jugadas, pero con una diferencia. La de don Juan no dejó de ser un ataque de cojones para plantarle cara a Aróstegui y quien sale perdiendo son las arcas municipales. A lo más que puede llegar es a generar una reacción social contra las multas de la Policía que, si les soy sincera, ha existido de siempre porque la propia Policía se ha encargado de ello. Pero la de don José es otro cantar. Conocido el fallo de la jueza quienes salen victoriosos de esta historia son los propios subsaharianos, esos que nos han ofrecido la cara más dura de la inmigración porque en el fondo son eso, caraduras que han amedrentado a compatriotas y a trabajadores. Han chuleado a compañeros, a quienes les sirven la comida, al director del CETI, a la población en general y a los jueces en particular, a la Policía y al delegado y ahora cuentan con un amparo judicial basado, en principio, en un defecto de forma que es cuestionado incluso por el Ministerio Fiscal.
En esta historia alguien no ha hecho bien su trabajo, que no era más que el de trasladar hasta el ámbito judicial la relevancia y gravedad de un asunto que no ha hecho más que asomar y que puede sentar un mal precedente. Al delegado alguien le ha hecho la cama, porque no le ha aportado los datos que necesitaba, desde un principio, para saber que estaba naciendo una auténtica pesadilla. Lo crean o no hay profesionales expertos en tapar sus mierdas salpicándolas al resto para que ellos estén siempre limpios, son artistas en crear complots desde la barra de un bar.