No sé si llegará un momento en el que esta sociedad sepa poner un tope a la degeneración absoluta en que hemos convertido las redes sociales. Quizá seamos capaces de alcanzar esa madurez para convertir esta vía de expresión en una de respeto, sin perfiles falsos, sin insultos, sin tantas y tantas cosas que hoy se han convertido en ‘tradición’. Antiguamente para dar tu opinión debías enviar una carta al medio elegido o publicar tu comentario en una web que contaba con un supervisor, encargado de eliminar los insultos, agravios y, por supuesto, las agresiones verbales que hoy se han convertido en el pan nuestro de cada día. Asombra que cada vez sean más las personas que se atreven a cruzar la línea, a insultar por insultar, a mentir incluso, a buscar la carnaza en vez de la opinión o incluso la información objetiva. Seguro que en esto hemos tenido todos parte de culpa, y la hemos tenido por coparticipar de este mundo sin saber poner topes a los que no cumplen las reglas. La justicia ya ha emitido sentencias condenatorias por estos desvíos sociales, pero no ha conseguido llegar al castigo que sirva de escarmiento válido para cortar las situaciones degeneradas que se han establecido como norma en nuestra sociedad. No hay día en el que las noticias sean comentadas por quienes buscan solo el insulto, hacer daño, provocar campañas de rechazo. Da igual la verdad o la mentira, las líneas rojas se han cruzado, se ha perdido cualquier respeto y así nos topamos con situaciones en las que todo se permite, situaciones de las que nadie se salva. Ya no son solo comentarios, son montajes ridiculizando al personal, son vídeos, fotografías... son demasiadas cosas, son ese todo en el que la sociedad gusta de moverse creyendo que todo está permitido. Luego nos topamos con la incongruencia de una red social capaz de capar y vetar la foto de una madre amamantado a su hijo pero permite oleadas de ataques que han llegado a provocar cuadros de desesperación a las víctimas que los sufren.
Cada día que pasa supone un ejemplo más de que algo nos hemos perdido en el camino, en algo hemos fallado para que se produjera una ruptura tan radical entre la humanidad, la responsabilidad, la conciencia y el todo vale.