De plenos y medias verdades

La sesión plenaria de ayer, una de las últimas de la legislatura, puso sobre la mesa de debate varios asuntos que motivaron las críticas, más o menos marcadas, entre las formaciones.

Sin duda el tema estrella fue, de nuevo, el tema relativo a la instauración de la Unidad de Radioterapia. No hubo consenso, aunque sí interés. A estas alturas nadie puede culpar a otra formación política de no querer que este tratamiento se preste en Ceuta. Hacerlo sería demasiado bajuno. Quizá, eso sí, esté fallando la gestión política más acertada para conseguir que los afectados por cáncer tengan que someterse al calvario de tener que cruzar el Estrecho para recibir su tratamiento. No hay derecho. Se ha perdido demasiado tiempo en este asunto y se ha permitido mucho. Cuando el presidente Juan Vivas dijo que este asunto iba a ser uno de los prioritarios lo dijo en serio. Nadie puede afear esa intención (de hecho ni Caballas fue tan temerario de hacerlo). Pero también es cierto que se ha perdido demasiado tiempo en encontrar una salida a esta problemática. El pleno dio para más. También para demostrar la imprudencia de algunos que quisieron convertir el foro plenario en un escenario para hacer política electoral. Hay quien no da para más. Lástima. Hubo además espacio para críticas sin sentido como las vertidas contra el jefe de la Policía Local, Ángel Gómez, a tenor de la aprobación de la Medalla al Mérito policial. La diputada no adscrita, Fatima Hamed, tan preparada en algunos puntos, patinó. Quizá porque fue demasiado influenciada por los que, movidos por un rencor insano, intentan jugar a todas las cartas posibles aunque sea explotando las medias verdades. Y eso es lo que se hizo ayer. Hamed intervino en pleno para negar los méritos a Gómez y lo hizo con argumentos que se caen por su propio peso. La propia Hamed podría haber sabido más si hubiera escuchado a otras personas, más allá de las que le orientaron en este punto movidos por intereses malsanos. Si Hamed hubiera preguntado, podría haber completado esos ‘otros méritos’ de Ángel Gómez ofreciendo la información completa. Así, en vez de denunciar que en el maletero del coche de Gómez aparecieron multas de tráfico puestas por policías que iban a ser destruidas, podría haber averiguado que no fue en el coche de Gómez sino en uno de la Policía y que esas multas eran de peninsulares y extranjeros que, con los medios de la época, no podían ser localizados así que era el propio Negociado de Multas el que procedía a su traslado a Santa Catalina para su quema. Era lo habitual, nada que esconder. Pero quien le informó a Hamed no quiso contarle la historia completa, ni a la propia diputada no adscrita le interesó conocer esa otra parte porque se le derrumbaba su castillo. De igual forma habló sobre las devoluciones de MENA, pero no puntualizó que Gómez nunca fue imputado en este asunto. Muy al contrario, acudió al juicio como testigo, nada más. ¿Acaso serlo es un delito? Puso además de manifiesto recortes de prensa con críticas por enchufismo, pero no quiso puntualizar que en el historial de Ángel Gómez no hay ni una sola condena ni sentencia firme que le vincule con falta o delito alguno ni en la vía administrativa ni en la penal. Muy al contrario, quien quiso abrirle un expediente, en la época de Fraiz, terminó condenado en firme por prevaricación. Pero claro, cuando se trata de buscar el titular es mejor contar medias verdades, que son la peor de las mentiras. En el fondo Hamed hizo su trabajo. A medias, pero lo hizo. Otros, como Carracao, incurrieron en un ridículo de libro, al cambiar de opinión por las informaciones ofrecidas por Hamed cuando su obligación (que para eso lo cobra) era el de estar informado de todo: de lo que contó la ex de Caballas y de lo que no contó. Pero claro, para eso hay que estudiar, mucho se le pide al socialista. “Vergonzoso”, como diría Bel.