Hay actitudes en el Pleno difíciles de entender. Los distintos representantes políticos han convertido ese foro en un escaparate de lucimiento personal en el que terminan peleándose sin saber muy bien a cuento de qué. Yo les recomendaría que para la próxima se vayan a la barra de un bar/cafetería y se pusieran a enfrentarse unos con otros, también pueden conectarse a la play y desfogarse jugando al Fortnite, pueden elegir la vía que quieran. Todo menos seguir transformando las sesiones plenarias en una pérdida de tiempo conjunta.
Entre quienes invierten su tiempo en mantener conversaciones vía wasap, los que sencillamente desconectan y los que entran y salen perdiendo la mañana, convertimos el foro en el que deben debatirse asuntos de interés y del que deben salir acuerdos de peso en una especie de sainete.
A mí, como creo que a muchos ciudadanos, poco nos importa el patio de guardería que acostumbra a montarnos Juan Luis Aróstegui y Juan Vivas cada vez que encarta. O los enfrentamientos entre miembros de cada bancada que no suelen estar orientados a lograr mejoras comunes. Si miran hacia atrás y analizan qué resultados hemos obtenido tras tres plenos consecutivos verán que ninguno. Parece que viviéramos atrapados en un paripé sin salida. ¿Con qué nos quedamos?, ¿con compromisos que luego no se cumplen?, ¿con el ‘mamarracha’ o el ‘florero’?, ¿con las farsas montadas por el PP para calmar a su electorado anunciando modificaciones de normas imposibles e inviables?
Este tipo de intervenciones no calan en una ciudadanía que aspira a algo más, que se queda dormida ante unos espectáculos sin sentido, que merece asistir a otro tipo de debates y que espera que, sencillamente, no le sigan tomando el pelo con unas discusiones impropias para quienes han sido marcados como representantes de todos los ciudadanos, los hayamos votado o no.