Categorías: Sucesos y Seguridad

De la valla... a la entrega a Marruecos

La presión que desde hace unas semanas se está registrando en los montes de Beliones mostró en la mañana de ayer su cara más dura tras el intento de entrada a la carrera de un grupo de entre 60 y 80 inmigrantes subsaharianos. Marruecos está apretando, las batidas están siendo constantes y ayer, a plena luz del día, decenas de

inmigrantes que habitan los montes fronterizos con Benzú, decidieron tener su oportunidad para colarse en Ceuta. Solo uno lo logró, el único que llegó a nado hasta la playa de Benzú, el resto quedó en Marruecos.
Pero los auténticos protagonistas de la historia de ayer fueron los componentes de un grupo de 6 subsaharianos que durante dos horas y media aguantaron encaramados a la valla que rodea el espigón de Benzú, soportados sobre sus hierros y concertinas, negándose a atender las órdenes de las fuerzas marroquíes o de la Guardia Civil que a uno y otro lado del espigón les instaban a bajar sin éxito.
Estos seis subsaharianos formaban parte del amplio grupo que, pasadas las once de la mañana, descendió las montañas que conforman el entorno de la Mujer Muerta. Dos de los integrantes de ese primer grupo son los que alcanzaron el mar y nadaron en dirección a Ceuta pero solo uno, el más fuerte, consiguió llegar a territorio español en donde fue interceptado por la Guardia Civil. Su compañero decidió regresar a nado a la propia playa desde donde había querido partir.
Las fuerzas de seguridad marroquíes habían conseguido contener una parte cuando un segundo grupo fue a la carrera en dirección al espigón, consiguiendo, seis de ellos, encaramarse a la valla. Los agentes marroquíes intentaban, con palos en la mano, frenar la escapada de los subsaharianos, mientras éstos arremetían con lo que tenían a mano para zafarse de la acción policial. Además hubo lanzamiento de piedras por parte de ciudadanos que estaban en Beliones, con lo que el desconcierto organizado fue total.
La Guardia Civil, que ya las noches anteriores había detectado la presencia mayor de inmigrantes en la zona, movilizó a los GRS además de a más guardias de otras unidades, requiriendo además el apoyo de la Policía Local por si era necesaria su intervención.
Mientras los agentes marroquíes se hacían cargo en su lado de varios subsaharianos, resultando heridos tanto inmigrantes como algún agente, en Benzú la Benemérita blindaba toda la línea del espigón para contener posibles entradas.
Y entre medio de unos y otros, los seis subsaharianos, subidos a la valla, gritando, gesticulando implorando al cielo, mirando hacia el lado marroquí mientras efectuaban reproches o negando a bajarse por la escalera de madera que les estaba tendiendo la Benemérita. Sospechaban que, si descendían, terminarían siendo entregados al vecino país, así que intentaron aguantar el máximo tiempo posible, venciendo a las fuertes rachas de viento de casi 60 kilómetros por hora registradas en el espigón y a la paciencia de los agentes que desde uno y otro lado intentaban convencerles. Y en el mar, ante la posibilidad de que pudieran precipitarse del vallado, unidades de los GEAS, del Servicio Marítimo y de agentes marroquíes se desplegaban por si se veían obligados a intervenir, cosa que no fue necesaria.
Pasadas las dos y cuarto de la tarde terminaba la crisis. A solo tres días de que tenga lugar el aniversario del 6-F, la historia de estos seis inmigrantes terminaba con su descenso voluntario y su posterior entrega a Marruecos. Una entrega inesperada para ellos. Lo demostraban sus gritos, su resistencia a los agentes, su enojo cuando veían que los pasos de los guardias civiles no se dirigían hacia sus vehículos sino hacia las fuerzas marroquíes que esperaban se cumpliera con el acto de entrega.

Antes de formalizar la entrega, voluntarios de Cruz Roja comprobaron que se encontraban en buen estado de salud, presentando heridas leves y pequeñas hipotermias que no requerían su ingreso hospitalario. Recibieron mantas y un reconocimiento básico. Los inmigrantes, recelosos, miraban cómo el capitán al mando acudía al otro lado para entablar conversaciones con los agentes marroquíes. Se estaba fraguando la entrega. Y así se hizo. Ya sin los medios de comunicación en primera línea, ya con escaso público, la Guardia Civil llevó uno a uno a los 6 subsaharianos para cruzar la valla que separa Benzú de Beliones.
Los inmigrantes gritaban, algunos se resistían, se negaban a andar, mostraban su rechazo a una entrega que había sido consensuada entre ambos países y cuya viabilidad había hecho sonar los teléfonos de los despachos de superiores. La Guardia Civil entregaba a los subsaharianos tras recibir el visto bueno político. La Delegación informaba de que todo se había hecho cumpliendo la legalidad. Una entrega en base a la Ley Orgánica de Seguridad Ciudadana aprobada por el Congreso a finales del año pasado, en la que se incluye una enmienda para modificar la de Extranjería con el fin de que “los extranjeros que sean detectados en la línea fronteriza de la demarcación territorial de Ceuta o Melilla mientras intentan superar, en grupo, los elementos de contención fronterizos para cruzar irregularmente la frontera podrán ser rechazados a fin de impedir su entrada ilegal en España”. Ese articulado fue el que se cumplió, ciñéndose al protocolo en un asunto en el que, dejó claro la Delegación del Gobierno, han colaborado ambos países.

 

Tras bajar la valla, los inmigrantes son entregados por la Guardia Civil a la Mehanía

 

Y pasadas las dos y cuarto de la tarde, se producía la imagen menos esperada por los subsaharianos que durante más de dos horas habían aguantado encaramados a la valla. La visita del capitán de la Compañía a los mehanis apuntaba a que la devolución se iba a producir. Y así fue, tal y como muestran las imágenes captadas por El Faro, los subsaharianos son llevados uno a uno, en alguno de los casos en volandas, para pasarlos al otro lado de la valla. Allí los agentes marroquíes se hicieron cargo de los 6 que fueron cargados en unidades militares (en el caso del considerado cabecilla) o dentro de furgonetas (el resto). Había un médico presente en el lado marroquí que comprobó el estado de los subsaharianos, para después ser trasladados por los marroquíes del lugar. Se escuchaban gritos e incluso los inmigrantes mostraban su rechazo a ser introducidos en los vehículos. Marruecos, por su parte, también comprobó el estado de sus agentes, algunos alcanzados por piedras.
En el lado español, mientras, se arreglaba la zona de las concertinas y se revisaban las cámaras.

 

Camerunés, tres años de espera para cruzar y el único que consiguió llegar hasta Ceuta

Cruz Roja atendía ayer a pie de carretera al único de los inmigrantes que consiguió entrar en la ciudad, después de mostrar su fortaleza cruzando a nado. La Guardia Civil lo rescató y fueron voluntarios de Cruz Roja los que le atendieron de las heridas leves que presentaba después de que vecinos de la barriada le dieran ropa. Camerunés, de poco más de 20 años, llevaba tres esperando el pase. Visiblemente cansado, derrotado por la presión, se dejaba atender por unos voluntarios de una institución humanitaria que, de nuevo, mostraron su empatía.

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