De Fernández de Mesa a Tejero

Al director general de la Guardia Civil, Arsenio Fernández de Mesa, siempre se le ha dado bien salir airoso de los entuertos.

Lo hizo cuando, siendo delegado del Gobierno en Galicia, le estalló el Prestige en las manos pero ni tan siquiera le salpicó de chapapote. Sus desafortunadas declaraciones vertidas en los medios de comunicación y recogidas por los diarios gallegos le dibujaron como un mandatario que poco sabía de la magnitud de lo que terminaría siendo uno de los más grandes desastres medioambientales.
Aquella sagacidad para salir airoso de la continua reclamación de dimisiones le ha servido en otros casos. Sin ir más lejos, en Ceuta. Su desembarco en la patrullera oficial del Cuerpo en plena crisis del 6-F, su despótica manera de dirigirse a los periodistas y hasta su nada bien vista decisión de enfundarse un chaquetón oficial de la Benemérita para pasar revista a los miembros de una Comandancia que la propia Dirección se iba a encargar de descabezar solo cinco meses después, fueron ingredientes de un nuevo episodio engarzado en esa cadena de proteccionismos de los que goza Fernández. Agarraderas, y buenas, las sigue teniendo.
Puesto en el punto de mira por sus declaraciones tras el 6-F, el director general de la Guardia Civil empleó, en un gesto sin precedentes, los canales oficiales del Cuerpo para, en una nota, defenderse de la lluvia de críticas que se le venían encima y que le acusaban de faltar a la verdad. Al contrario, esos mismos canales no fueron los empleados, con igual intensidad, para la defensa acérrima de la actuación que llevaron los componentes de la Comandancia ceutí. Ésa vino a regañadientes y con cuentagotas.
La filtración, en los últimos meses, de determinadas informaciones que denotan una mano oficial oculta no ha hecho sino terminar de cocinar la estrategia que empezó a prepararse el mismo 6-F, cuando aquella madrugada fallecieron 15 subsaharianos en su intento de llegada a Ceuta.
El Gobierno nunca aceptó una responsabilidad política en este asunto. Mucho menos la de su director general. Tampoco se iba a reconocer públicamente la existencia de una cabeza de turco porque hacerlo supondría contradecir las tesis mantenidas por activa y por pasiva por el ministro de Interior, aquellas que se alejaban de la existencia de cualquier tipo de responsabilidad en el fallecimiento de los subsaharianos cuyos cuerpos fueron encontrados en aguas de Marruecos y Ceuta.
La Dirección optó por sacar la vacante de coronel para alterar el cuadro de mandos de la Comandancia y dejarla en el estado actual, con dos comandantes al frente y sin nadie que hasta la fecha haya optado a este puesto. Buscó la forma de eliminar la cabeza. Fuentes de toda solvencia consultadas por El Faro, apuntan a que el de teniente coronel no va a ser el único mando que se pierda.
Curiosamente, mientras se ordenó la marcha del jefe López, empezaron a filtrarse informaciones tan irrisorias como la de descubrir, seis meses después, que se encontraba de paisano el día de los hechos en el Tarajal, en una maniobra por buscar, pasada la tempestad y sin que judicialmente se haya dado paso alguno que afecte al Cuerpo, rastros de responsabilidad. El propio Ministerio de Interior había difundido en febrero la ristra de vídeos oficiales con todas las imágenes para que, vendiendo un alarde de transparencia, pudiera verse lo que las cámaras del COS habían grabado. En esos vídeos aparece López, de paisano, en el momento final de los hechos, pero también se ve a uno de los asesores directos del delegado del Gobierno a pocos metros. Difícil creer la veracidad de la coraza con la que Fernández de Mesa se ha blindado en todo este asunto. Nada se tenía que ocultar, aunque ahora se ‘difunda’ a través de confidenciales digitales novedades que no lo son.
Para rizar el rizo de esta suerte de historias aparece en escena la guinda del pastel. Tras el descabezamiento de la Comandancia de Hadú, el coronel Antonio Tejero, hijo del golpista del 23-F, habría mostrado su interés por optar a la vacante, la que de momento nadie quiere.
Interior nunca vetó su ascenso después de que saliera a la luz que había organizado una paella “no autorizada” en el cuartel de Valdemoro para conmemorar la efeméride o gesta de su padre. Interior optó por no adoptar medida alguna disciplinaria dejando así vía libre para que Tejero Díez ascendiera a coronel de la Benemérita. Su interés por desembarcar en Ceuta ha caído en saco roto. De momento.

AUGC... distintas posturas o ¿crisis?

Tras los sucesos del 6-F, la AUGC, que ejerce una mayoría aplastante en la plantilla ceutí, optó por mantener una postura responsable. Con el caso judicializado, las críticas de la asociación solo fueron dirigidas hacia la falta de un protocolo para que los guardias de Ceuta o Melilla sepan qué hacer y cómo actuar. Un protocolo que nunca llegó y que los distintos gobiernos evitan dictar porque ni tan siquiera ellos tienen claras cuáles son sus políticas en inmigración. Tan pronto se aboga por una expulsión como por una política de ‘brazos de acogida’. En las últimas semanas AUGC se ha descolgado a nivel nacional, que no local, con manifestaciones en las que lamenta la falta de “castigo” al exjefe de la Benemérita en Ceuta. Una postura que no ha sentado nada bien en la plantilla por cuanto el hablar de “castigo” supone ya el asumir que ha habido una mala actuación de los agentes de base, que fueron los que lanzaron las pelotas de goma, puesto que le obediencia debida no se da en casos que supongan una merma para la integridad física de las personas. La asociación en Ceuta no se ha marcado en la línea de la central, alejándose de los patinazos que ésta da y de las connivencias en el Consejo.