Seguí con atención la rueda de prensa del Sr. Feijóo, presidente recién elegido del Partido Popular, a la salida de la entrevista con el Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Le conocí personalmente cuando era director del INSALUD. Fue una reunión de trabajo en la que le planteé algunos problemas financieros de la Sanidad de Ceuta que debían resolverse. Yo entonces era interventor de la Seguridad Social. Dio largas al asunto, pues la solución le hubiera ocasionado algunos problemas. Pese a ello, no me pareció entonces una mala apersona, ni un mal gestor. Aún no se había desarrollado completamente su plan de privatización de los hospitales públicos vía Fundaciones. Por eso tenía alguna esperanza de que su talante, totalmente distinto al de los últimos dirigentes populares, hubiera servido para comenzar unas nuevas relaciones con el Gobierno progresista de España. Sin embargo, pese a lo prolijo de los datos que dio, fundamentalmente económicos, su discurso me pareció vacío de contenido, aunque oculto debido a su veteranía política. Repitió prácticamente los mismos argumentos de Casado, pero, aparentemente, con otro estilo. En definitiva se trata de no dar tregua, pese a las dificultades, e intentar tumbar al gobierno legítimo de España.
Coincidiendo con el inicio de la pandemia, un colega de la Universidad Complutense y yo, comenzamos a registrar de forma sistemática la evolución económica de nuestro país a través de uno de los indicadores más precisos de la misma, a saber, las cifras del paro. Como se puede ver en los datos publicados por los organismos oficiales, la reforma laboral sigue generando resultados laborales positivos, pese a la complicada coyuntura derivada de la guerra en Ucrania. Sube la población afiliada a la Seguridad Social, baja el paro nuevamente y se multiplica la contratación indefinida, pues el 30,7% de los contratos firmados en marzo han sido indefinidos. Estos datos de paro mejoran bastante lo que había en febrero de 2020, justo antes de la pandemia. Incluso nos retrotrae a octubre de 2019. Y además, coincide con las predicciones que hicimos para el mes de marzo, cuando teníamos los datos de paro hasta febrero de 2022. Es decir, nuestro modelo de predicción vislumbra un panorama bastante estable de bajada continua del paro en nuestro país para los próximos meses.
En noviembre de 1958, el economista Wiliam Philips, publicaba su artículo “La relación entre el desempleo y la tasa de variación de los salarios monetarios en el Reino Único, 1861-1957”, en el que estableció que durante ese periodo de estudio se había producido una correlación negativa entre la tasa de desempleo y la variación de los salarios en la economía británica. A partir de ahí se consolidó la teoría de la existencia de un vínculo entre inflación y desempleo, de forma que cuando el desempleo era bajo, la inflación tendía a ser alta y al contrario. Todo esto se producía en el corto plazo, pues estudios posteriores mostraron que esta relación era inestable y poco sistemática a largo plazo.
Una situación parecida se está produciendo en este momento, pero con más virulencia, por causas externas derivadas de la guerra de Ucrania que ayudan sobremanera al efecto descubierto por Philips. Vuelve a cumplirse, por tanto, dicha teoría en el corto plazo. Los economistas asesores de Feijóo sabían que iba a ocurrir. De ahí la elaborada estrategia de desgaste, habiendo pasado del “va a ser difícil negarse a unas medidas que favorecen a los ciudadanos” a “si no hay una bajada de impuestos, no podremos votar a favor”. Algo que el aún presidente de Galicia, no hizo en su Comunidad, resistiéndose a bajar el tramo autonómico del IRPF durante mucho tiempo. Es evidente que a medio y largo plazo, la inflación desaparecerá, pues es claro que no se va a producir el fenómeno de la estanflación (inflación y desempleo elevados). De ahí el repentino cambio de estrategia y la “prisa” del Sr. Feijóo en apuntarse al “cuanto peor mejor” de VOX, pues, como espere unos meses, se habrá quedado sin argumentos.
Pero, si nos retrotraemos en el tiempo, hasta la anterior crisis financiera, y nos centramos en los estudios de progresividad fiscal que hemos realizado, observamos que aunque a partir de 2007 la desigualdad en nuestro país comenzaba a disminuir, a pesar del comienzo de la crisis financiera de 2008 y, por tanto, del incremento del desempleo, es en 2012, ya con el primer gobierno del partido popular de Rajoy, cuando comienza nuevamente a incrementarse dicha desigualdad, coincidiendo con un acusado descenso de la progresividad fiscal. Es decir, aunque el desempleo comienza a disminuir desde el 2012 en adelante, lo hace mediante contratos precarios y provocando un acusado descenso de las rentas de los trabajadores. Todo lo contrario a lo que ocurre ahora, que en dos años se ha resuelto la situación, aunque quede mucho camino que recorrer. Quizás sea esta la razón del mayor componente social de las medidas de choque puestas en vigor por el gobierno español para prevenir los efectos de la crisis sanitaria.
Es decir, las recetas que aplicaron los gobiernos de la derecha española, que en la actualidad representa el señor Núñez Feijóo, para combatir la crisis, fueron precarizar aún más a los trabajadores, incrementar la desigualdad, y privatizar o degradar servicios públicos esenciales. Todo lo contrario a lo que se está haciendo por el Gobierno actual. Medidas sociales para proteger a los más desfavorecidos, prohibición de despedir por causa de la pandemia, ayudas a los sectores más perjudicados, disminución del desempleo y disminución de la desigualdad. Pero es que además, la teoría económica explica que en momentos como los actuales las políticas económicas más eficientes son las expansivas y no las dirigidas a contraer la inversión pública, disminuir el gasto social y disminuir los impuestos. Por cierto, nuestra presión fiscal se sitúa aproximadamente en el 34,4% sobre el PIB, frente al 46,8% de Bélgica, el 47,8 de Francia o el también 47% de Dinamarca. Por si estos datos le sirven de algo al nuevo líder de la derecha española.
Es decir, nada nuevo bajo el sol. Los mismos conservadores con las mismas recetas privatizadoras de siempre. Y no es que el Sr. Feijóo ha cortado el paso a la ultraderecha en Galicia. Es que la tiene integrada en sus estructuras. Esta es la cuestión.
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