El colapso de la frontera del Tarajal ha hecho manifestarse en las calles a empresarios y sindicatos, unidos para intentar buscar un camino para dar salida a este problema que parece no tener una solución fácil ni clara. Sin embargo, hay daños colaterales que no se ven a simple vista, que no son convocados en ruedas de prensa y que afectan en demasía al ciudadano de a pie.
Son los vecinos que viven junto a la frontera o cuyas colas afectan y alteran su vida cotidiana. Actos tan simples como ir a trabajar, llevar a sus hijos a la escuela o hacer la compra se convierten en una odisea para los habitantes de estas barriadas que se sienten aislados de Ceuta, sin poder acceder a sus casas con normalidad y lamentando una situación de abandono a la cual no ven solución.
Los vecinos de zonas como La Almadraba o Arcos Quebrados han sido los últimos en denunciar una situación que se está convirtiendo en rutina. No obstante, pese a llevar años padeciendo los daños colaterales de la frontera, no quieren que ésta sea su vida y mucho menos la de sus hijos.
Piden y exigen soluciones a problemas tan básicos como que una ambulancia pueda llegar a sus barriadas, que los servicios de emergencia les puedan atender en caso de un accidente o que la limpieza sea igual de óptima que en otras zonas de la ciudad. No piden mucho, sólo que se les trate igual que al resto de barriadas de Ceuta y que no se los ignore por estar cerca de la frontera, obviando sus necesidades.