La directora provincial del MEFP, Yolanda Rodríguez, considera que para hacer la evaluación “cualitativa” del curso pasado en Ceuta y el saldo de su modelo horario de media jornada no se debe tener sólo en cuenta la pérdida de clases presenciales, sino también la “atención más individualizada” que propició el desdoblamiento de grupos por una pandemia que este año escolar también obligará a pasar frío en clase, un “peaje” necesario para priorizar evitar contagios.
–¿Ha evaluado el Ministerio cuánto perdió el año pasado el alumnado ceutí en términos académicos y formativos con el modelo horario de sólo media jornada presencial?
–Primero habría que constatar si se ha perdido o no... Tendremos que esperar a que se publiquen los datos de resultados escolares para tener una evaluación cuantitativa. Para hacer la cualitativa hay que tener en cuenta muchos más factores: la reducción de las ratios y la atención más individualizada que permitió, según la impresión que he recogido en mis visitas a los centros, se tradujo en progresos sensibles, sobre todo en Primaria. Yo tengo la sensación, compartida con muchos docentes, de que si hubo algún retraso académico no se debe equiparar directamente al porcentaje de horas de clase presencial recortado. En cualquier caso, la comparación del curso pasado con el anterior, el del confinamiento, puede no ser objetiva. Queremos verlo todo en el Foro de la Educación con los grandes profesionales que aglutina.
–¿Se ha aprovechado el terremoto de la pandemia tanto como se debía para intentar suturar la ‘brecha digital’ que lastraba a uno de cada tres estudiantes en Ceuta?
–Creo que sí. Nos encontramos con unos 7.500 alumnos que estaban desconectados por falta de dispositivos o conexión a Internet, pero se han tomado medidas y si hubiera otro confinamiento, que esperamos que no, dispondríamos de muchos más recursos. Los centros ya cuentan con miles de ordenadores y tabletas y ahora estamos planificando las inversiones necesarias para responder a las necesidades de colegios e institutos que hemos diagnosticado con el fin de garantizar enseñanza telemática a jóvenes enfermos o en aislamiento.
–Al alumnado desconectado seguramente le habrá perjudicado mucho más la pérdida de horas de clase presencial.
–Sí, y para eso se ha impulsado el PROA+, programa al que piensan concurrir al menos 16 centros de la ciudad. Vendrá a combatir las tasas de fracaso y abandono escolar, que está demostrado que se liga al nivel socioeconómico y educativo familiar. Vamos a dar un refuerzo educativo para paliar esa brecha social ligada a la falta de recursos en casa que se traduce en diferencias académicas. Estamos obligados a dar oportunidades a todos los niños para que alcancen las competencias necesarias para optar a una posición social mejor en el futuro.
–La competencia para decidir al respecto no es de Educación, sino de Sanidad. Ambas partes nos reunimos en la Comisión Técnica de la que también participa el INGESA y la respuesta de los expertos fue que no existía evidencia científica que corroborase su conveniencia frente a la ventilación natural. Es cierto que los niños tendrán que volver a acudir a clase más abrigados, pero es una circunstancia que tenemos que afrontar porque, a cambio, nos da más tranquilidad para evitar contagios. La instalación de esos aparatos podría generar, además, una falsa sensación de seguridad con más riesgos que beneficios.
–¿El MEFP es partidario de incluir la figura de la enfermera escolar en la plantilla estructural de los centros?
–Yo opino que sería un personal más que necesario en los centros, y no sólo en este contexto de la pandemia de la COVID-19. Nos daría una tranquilidad, a las instituciones, a los Claustros y a las familias, extraordinaria. También sería ideal contar con informáticos, un responsable de mantenimiento... Todos soñamos con las mejores prestaciones, pero es algo que depende del Ministerio de Sanidad. El problema es que los recursos son finitos.
–Este viernes comienzan las clases y, otro curso más, los cuidadores que aporta el Plan de Empleo todavía no estarán en los centros.
–Este curso vamos a abrir dos aulas nuevas para estudiantes con trastornos del espectro autista, en los CEIP Federico García Lorca y Juan Morejón. También tres específicas en el IES Siete Colinas y los CEIP Mare Nostrum y Santa Amelia. Con respecto a los cuidadores del Plan de Empleo, esperamos que puedan estar en los centros el día 20.
–Son 17 cuando solamente en Infantil de 3 años se escolariza a 40 niños diagnosticados con necesidades especiales. ¿Son manifiestamente insuficientes?
–Claro. Se trata de un problema de recursos y de espacios, que también nos condicionan a la hora de trabajar, sobre todo con restricciones sanitarias por la pandemia. Muchas veces no todo se soluciona con más cupo.
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