Opinión

Cumplir la Ley

Lo conocí en Barcelona en un viaje de esos que te prepara el destino. Por causalidad o casualidad hemos forjado una amistad con mezcla de complicidad y de cariño. Nos contamos la vida y las circunstancias, éstas son una especie de contexto en el que hay que entender las cosas.

Jordi ha sido periodista, escritor, comprometido con la cultura y aferrado a sus principios irrenunciables. Diría que es un valiente, un ser humano que no se deja llevar por las presiones de una sociedad convencional y costumbrista.

Ayer me llamó y estuvo comentándome lo que le había sucedido la noche anterior mientras circulaba por una carretera.

"Vaya aventura ayer con Josep, de vuelta de Lloret. El coche no le  iba muy bien; el embrague parecía que le patinaba y motor perdía fuerza. Ya de vuelta, a medianoche, la cosa empezó a empeorar y el vehículo nos dejó tirados a 15 km de nuestro destino. Yo tenía mi coche en el párquing de una estación de tren próxima, pero nos faltaban 3 o 4 km para llegar. O sea que nos quedamos tirados en plena carretera de noche. Vemos a un coche de los Mossos que se acerca. Le hago señas, para, y nos dicen: “No podemos estar por ustedes, hay un jabalí en la carretera. ¿Han llamado a la grúa?” Nosotros: sí, pero aún nos tardarán. Y yo añado: “si me pudieran llevar un par de kilómetros más allá, tengo mi coche aparcado y podré volver para recoger a mi compañero y esperar la grúa”. Y uno de los Mossos, todo excitado:”Señor, no podemos hacer esto, es un vehículo policial y no podemos llevar a nadie”. O sea: los Mossos van apurados porque hay un jabalí en la carretera, pero no se inmutan por unos humanos.  Y el tío añade: “Es que a mí nunca se me ocurriría pedir a un coche de  la policía que me llevase”. Y yo, que ya estoy hasta las narices de tanta tontería: “Pues a mí sí”. Yo creo que el tío tuvo ganas de detenerme en aquel momento, pero no debía saber cómo justificarlo: ¿insubordinación? ¿impertinencia?. “Llamen a un taxi o a sus amigos, que los vengan a buscar”. Y yo, es que me salió del alma: “Están durmiendo”.  ¿No te jode? En esos pueblos no hay casi putos taxis, y menos de noche en un fin de semana. El reglamento policial no autoriza que un puto civil suba a un puto coche de la poli ni cuando se trata de una situación de emergencia...  Ahora, eso sí, el jabalí corría mucha prisa. Me dieron ganas de soltar aquel argumento típico de las pelis americanas: “Yo pago mis impuestos y ustedes cobran de mi dinero, señor poli, o sea que haga el puto favor de ayudarnos”. “Tal vez me hubiera detenido pero no sé con qué argumentos”.

Reflexiono en el cumplimiento de las normas, en la falta de flexibilidad para saber interpretar que lo justo es no cumplirlas, suspenderlas y transgredirlas. No vale eso de “darte una bofetada con lo estipulado por la ley. Seguirlo a rajatabla sin saber interpretar el espíritu de las mismas es cometer la mayor injusticia”. Muchos ejemplos podríamos dar al respecto.

Hará unos 15 años estaba destinado en un instituto de Málaga. Contábamos con un alumno  brillante en todas las materias. Dicho alumno dejó de venir a clase el último mes. Supimos que su padre había muerto y el chaval sufrió una depresión tal que no se presentó a los exámenes finales.

El equipo educativo decidió calificarlo con matrícula de honor. Sabíamos que   nuestra acción podría ser sancionada con un expediente.  El chico se presentó a selectividad y obtuvo una media de 9,85 sobre 10.

Ahora es uno de los oncólogos más prestigiosos por las investigaciones y las aportaciones sobre el tema del cáncer.

¿Y si hubiéramos cumplido la ley? No se presentó a ningún examen. ¿ Y entonces?

Tratar a las personas como personas es ser justo y, en estos casos, la legalidad no vale para nada.

Todos estamos sujetos a normativas, leyes, códigos y reglas. Todo ello se puede volver contra nosotros cuando tratamos a los seres humanos como medios y no como fines.

Los soldados Nazis cumplían órdenes en los campos de concentración. Los soldados cumplen órdenes cuando la cúpula militar quiere derrocar a un gobierno elegido por el pueblo (recordemos el Bombardeo del Palacio de la Moneda para asesinar a Salvador Allende). Un vecino se puede hacer el sordo cuando sospecha de malos tratos en la casa que está pegada a la suya. Nadie le acusará de nada al “vecino sordo”. Yo, como profe, no tengo ninguna obligación a atender a un alumno fuera del horario escolar. Tampoco tenemos ninguna obligación de hacer nada por los demás. La ley no te obliga a ello.

Yo tampoco tengo por qué escribir el CAÑONAZO, pero dejaría de sonar a medio día cuando Ceuta se ha quedado dormida e ignora asuntos que competen a la convivencia de la ciudad.

Ojalá los Mossos que atendieron a Jordi también oigan este cañonazo y, por un instante, dejen de pensar en el Jabalí.

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