Editorial

La cuestión de Estado de los menores

El presidente del Gobierno de todos los españoles, Pedro Sánchez, se ha comprometido a trabajar codo con codo con la Ciudad para dar una solución a la problemática generada por la elevada presencia de menores. Niños que entraron a Ceuta bordeando los espigones en un frente sin igual provocado por Marruecos. La línea que seguirá el Estado no se ha movido de la ejecutada el 13 de agosto por la Ciudad: serán retornados a su país. Si bien se tendrá que hacer de otra manera, atendiendo a los dictámenes judiciales y no en aplicación de acuerdos que, después, como se ha visto, chocan con el visto bueno de la judicatura. Quizá si este operativo no se hubiera hecho con tanto secretismo y desde el principio se hubiera contado con la Justicia de una forma más abierta, nada de esta situación se hubiera producido.

Pero hablar sobre lo que ya ha pasado carece de sentido, además de que no supone avance alguno para nuestra ciudad. Lo que se debe hacer es buscar una línea común de actuación para solucionar esta situación excepcional, esta cuestión de Estado que supone tener a cientos de niños en una ciudad como Ceuta, carente de recursos y de medios. En eso todos estamos de acuerdo: clase política, oenegés y grueso judicial. Ni Ceuta tiene los medios ni se puede tener mes tras mes a cientos de menores viviendo en polideportivos o en lugares como Piniers, además de exponerlos a dormir en las calles con los riesgos y exposiciones al peligro que esto supone.

Es evidente que Ceuta necesita ayuda y la necesita de manera urgente. Y también es evidente que el presidente de la Ciudad, Juan Vivas, ha intentado con su equipo hacer lo que consideraban mejor para ir avanzando en la solución al problema, pensando que echaban mano de la medida más acertada, contando con el visto bueno de todo un Ministerio del Interior.

Ahora se tiene encima de la mesa el compromiso del presidente Sánchez, que en 24 horas se ha citado con Vivas nada más conocerse la resolución judicial del Contencioso Administrativo. Esa preocupación que se aprecia en las formas debe materializarse en hechos. Porque Ceuta no puede permanecer por más tiempo en estas circunstancias, porque de una solución inmediata depende su seguridad, el bienestar y tranquilidad de una sociedad que ha perdido el sosiego así como el poder seguir hacia adelante buscando que esos menores vuelvan con sus progenitores, regresen a Marruecos y existan garantías para que la reagrupación se lleve a cabo como tiene que ser, bajo control y sin que haya pérdida de protección al menor.

Las medidas, el apoyo, la implicación del Gobierno de la Nación no tienen que ser para dentro de unas semanas o proyectadas a meses... No, las medidas deben aplicarse desde ya porque Ceuta se está moviendo en una situación de tensión que no es equiparable a otras vividas con anterioridad y que además llevan a un pico insostenible de habitabilidad. Los ceutíes no se merecen lo que está pasando, ni tienen por qué vivir una situación que desborda a todos los niveles, pero no solo con los menores sino con la presencia de adultos en gran cantidad dispersos en asentamientos u ocupando las naves del Tarajal, en unas condiciones también adversas.

Como bien apuntó el presidente Vivas, Ceuta está aguantando un nivel de ocupación de menores que necesitan ayuda muy superior a lo que puede prestar con los recursos de los que dispone. Por el mero hecho de estar ubicada en la frontera sur y expuesta a la llegada de inmigrantes, adultos y menores, no tiene por qué cargar con una situación anómala, extraña, que absorbe tal cantidad de trabajo que debe tener un parón, que debe tener un punto y final.

De la reunión de este miércoles en Moncloa no es que Ceuta espere mucho, es que necesita con urgencia una medida ejemplar que haga recuperar esa confianza perdida, esa sensación de inseguridad o de abandono o de falta de implicación -como quieran llamarla- que suele tener protagonismo en situaciones extremas como esta que vivimos y cuyas consecuencias seguimos padeciendo.

El presidente de la Ciudad ha hecho llegar el mensaje a Madrid de la manera más clara, siendo el representante de todos los ceutíes, sin atender las críticas que han querido convertir esto en algo político enfrentándolo con su propio partido. Porque Juan Vivas no acude a Moncloa como miembro del PP, no traslada la inquietud de todo un pueblo como dirigente popular. No. Lo hace como alcalde de todos los ceutíes le hayan votado o no, tengan simpatías hacia su figura o no, porque sencillamente se debe a Ceuta y, ahora más que nunca, a una ciudad que pasa por uno de sus peores momentos. Quizá, sin atrevimiento alguno, a uno de los más delicados de su historia.

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