Categorías: Opinión

Cuestión de aguas y algo más

Esto se pasa de castaño oscuro. No es serio, no. Marruecos se nos sube a las barbas. La eterna canción. Y menos mal que las relaciones entre los dos países “son inmejorables”, a decir del gobierno de Madrid. Cuando no es el ejecutivo o la diplomacia aluita, surge algún colectivo y vuelta a lo mismo. Nos han perdido el respeto. Los incidentes de la frontera de Melilla, el incremento de la presión reivindicativa sobre nuestras dos ciudades, la rotunda negativa a la aduana comercial, al desarrollo de proyectos conjuntos a uno y otro lado aprovechando los fondos Interreg o al simple establecimiento de unas relaciones cordiales y de cooperación con Ceuta y Melilla… Suma y sigue.
Ahora son los pescadores furtivos. No es nuevo el asunto. Las denuncias en las páginas de este diario se han sucedido. Repasemos algunos titulares:
22 de enero: “Septem Nostra denuncia la pesca ilegal.- La Guardia Civil reconoce que es complicado hacer cumplir la legislación por ‘intereses políticos’ y porque las multas son superiores al precio de las pateras”.
27 de enero: “Septem Nostra planteará ante la Unión Europea el problema de la pesca ilegal”. “Argumentan que no se puede pasar por alto la ley en pro de cuestiones políticas y que debe resolverse ‘un problema grave’ “.
4 de abril: “Las pateras marroquíes siguen pescando a sus anchas en aguas ceutíes sin ningún control”. “A lo largo del fin de semana, en varias ocasiones, la Guardia Civil les ha expulsado pero a los pocos minutos regresan nuevamente a la zona para continuar desarrollando sus labores de pesca”.
“Pescadores sin fronteras”, titulaba su última columna semanal ‘Chiki’ incidiendo sobre el asunto, al tiempo que Septem Nostra ratificaba su denuncia ante los organismos europeos competentes, además de pedir explicaciones a Medio Ambiente por esa especie que se está esquilmando, pese a que la ley es clara respecto al voraz. Un pescado que luego venden en Ceuta. Lo había ayer en el Mercado Central. Muy fresco. Como quienes los pescan.
La callada pues por respuesta. No hay que enfadar al vecino. Jamás. Porque si se toman medidas contundentes contra esos pescadores, aún con toda la legalidad vigente en la mano, Rabat reaccionaría de inmediato. ¡Ay!. Que fuera al revés. Y a todo esto, el viernes, una patrullera marroquí haciendo ‘turismo’ por nuestras aguas…
¿Pero tenemos aguas jurisdiccionales? Otra vieja historia. Para Marruecos, no. Los sucesivos gobiernos de España jamás quisieron abordar una delimitación que debió hacerse tras la independencia. Y como carecemos de ellas, recuérdense las ocasiones, hace años, en las que la patrullera marroquí osaba perseguir a nuestros pesqueros traspasando la propia bocana.
Durante mucho tiempo la flota ceutí sufrió y padeció lo que sólo sus patrones saben por mor de estas arbitrariedades. En las propias aguas de nuestra bahía sur se llegaron apresar embarcaciones con sus enseres y tripulantes, llevándoselos detenidos hasta el puerto de Rincón. Después las multas millonarias, el miedo y la incertidumbre. Por ahí se iniciaron muchos de los males que han dejado reducida a nuestra flota pesquera a una actividad casi testimonial.
Coincido con ‘Chiki’ en que lo de estos pescadores profesionales marroquíes jamás sucedería en Gibraltar donde, por cierto, la Guardia Civil ha venido quejándose del acoso de las patrulleras británicas en las aguas territoriales españolas que rodean al Peñón, mientras el ministerio del Interior se resistía a proporcionarles un protocolo de actuación.
Recuérdese también cuando el propio ministro principal de la vecina colonia británica, Peter Caruana, el pasado otoño, retaba a Moratinos a acudir al tribunal de La Haya “si tan seguro está” – decía -, de que las aguas que rodean al Peñón son españolas.
Por cierto, cómo se explica también que el gobierno gibraltareño siga rellenando ‘sus aguas’ - de jurisdicción española según el Tratado de Utrech’ -, con tierras y escombros traídos de la propia España para ganar terrenos al mar con los que agrandar más aún su reducido territorio. Y a todo esto, Madrid, ni pío, claro.
Hay que dar la razón al veterano diplomático Eric Martel Adeler cuando ante los últimos hechos de Gibraltar aludía a la absoluta debilidad de nuestra política exterior. “Lo que estamos haciendo es arrodillarnos ante todos, la única estrategia es ceder”. Ceder, sí. Más o menos como con los abusos de los pescadores marroquíes en Calamocarro.

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