Disney estira el chicle del personaje con gancho que se concibió para Angelina Jolie, y que encaja en el papel a la perfección por características físicas e interpretativas desde antes de ponerse a ello.
Cinco años después del estreno de la primera entrega llega a las grandes pantallas una segunda intentona de arrasar en taquilla (la primera ya lo hizo) que explora las relaciones entre reinos de fantasía no aptas para republicanos que ejerzan de tal a tiempo completo.
Cimentada en el duelo Angelina Jolie/Michelle Pfeiffer, menudas dos tipas con carácter que echarse a la cara, el resto de la historia es básicamente un cuento de hadas muy bobalicón con personajes poderosamente construidos en lo visual por un gran departamento de efectos infográficos. Cuando las dos protagonistas (el alter ego de la Pfeiffer con los cuernos metafóricos mucho más retorcidos que los del de Jolie, mucho más edulcorada de lo que nos gustaría en esta ocasión) comparten duelo al sol la cosa tiene su interés, cuando ambas desaparecen de escena, éste brilla por su ausencia en un desplome espectacular del interés. Aurora, la ahijada humana de Maléfica, interpretada por la ñoña Elle Fanning, será la piedra angular de la disputa relacional entre ambas consuegras (han adivinado, bodorrio con príncipe a la vista). En el reparto también figuran nombres conocidos como los de Chiwetel Ejiofor, Juno Temple o la veterana Imelda Staunton.
Si en algún momento esta historia tuvo capacidad de sorprender por el protagonismo de la supuestamente mala del cuento, desde luego la perdió en la primera parte, y la propuesta queda encaminada a un guiño amable para público más bien infantiloide que gusta de ver seres creados por ordenador peleándose entre ellos sin mayor motivo que el hecho de que si no fuera así no habría espectáculo.
El departamento de arte realiza un buen trabajo sin duda, sólo superado por el de vestuario, que sigue sabiendo sacarle jugo a la imponente percha de la Jolie cuando se viste de negro.
En resumidas cuentas, despropósito de historia bien adornada por efectos contundentes y buen reparto que resultará amena a aquellos que vayan a verla con altas dosis de benevolencia, irónica expresión tratándose de la mala de este cuento que podría convertirse en el de nunca acabar si lo tienen a bien los señores espectadores que la aportan un rédito económico a los productores, Angelina Jolie incluida, y se sigue estirando la cosa…
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