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El cuello de la botella

Cruzar la frontera que separa Ceuta de Marruecos supone atravesar un auténtico infierno. A lo tercermundista de unas instalaciones que aspiran a ser frontera inteligente se suma un funcionamiento imposible porque ni las normas ni las órdenes se cumplen en el Tarajal. Los problemas que sufren los porteadores en una entrada imposible por el ‘Tarajal II’ -tráfico al que Marruecos ya ha puesto fecha de caducidad para su desaparición definitiva- se unen a las eternas colas sufridas por marroquíes, españoles y turistas.

El cuello de la botella asoma a diario ante la desesperación de quienes pretenden entrar a Ceuta desde el vecino país y se topan con un único carril operativo y decenas de motos intentando ejercer el porteo e infiltrándose por este único paso. Esa espera se multiplica y las horas aumentan. Así lo que antaño era una comunicación rutinaria, invirtiéndose minutos en cruzar de un lado a otro (había quienes tan solo pasaban a Marruecos a ‘echar la tarde’, algo ahora impensable por los atascos), se convierte en una tortura.

El hecho de que Marruecos tenga abiertos varios carriles y España uno solo se argumenta con la excusa de la seguridad y la falta de agentes. Es la pescadilla que se muerde la cola: no hay efectivos suficientes, así que solo se abre un carril, lo que genera más problemas y atascos con lo que la situación empeora. El perjudicado siempre es el mismo: el ciudadano que por diversas cuestiones se ve obligado a cruzar al vecino país y termina soportando unas circunstancias de las que no puede escapar por cuestiones económicas o puramente familiares.

Toda esta situación ha terminado afeando unas relaciones y costumbres hasta el punto de que el Tarajal se ha convertido en la línea de mayor presión, sostenida entre hilos, con una seguridad que puede quebrarse en cuestión de minutos y a la espera de unas obras que tampoco quedan nada claras al verse entorpecidas por retrasos, falta de liquidez, empresas que se marchan, otras que ni siquiera quieren presentarse... Y esa “serpiente que cambia de piel constantemente”, como la definió Juan Hernández, jefe de gabinete de la Delegación del Gobierno, empieza a formar parte del debate marroquí como un problema, como algo que debe desaparecer tal cual está pensado ahora mismo, como un quiste difícil de extirpar sin hacer daño a nada y a nadie.

El dato en Marruecos

El porteo

El número de porteadores desciende en un 73%. El director regional de aduanas e impuestos en Tetuán, Hamid Hosni, aseguró que el número de porteadores, hombres y mujeres, que pasan por la frontera de Marruecos a Ceuta ha disminuido en los últimos dos años de forma considerable, pasando de 30.000 a 8.000 de inicios de 2018 hasta la actual fecha, lo que supone una disminución del 73,33% en el citado tiempo. Hosni explicó que esto es un importante logro que se debe a la nueva estrategia adoptada por la administración marroquí, que tiene el objetivo de ir regulando el paso de porteadores. El director regional de aduanas catalogó estos resultados de “positivos e inmediatos”, dando los frutos de las decisiones tomadas de forma temprana. Hamid Hosni hizo estas declaraciones en la Cámara de Comercio, Industria y Servicios de Tetuán dentro de la jornada ‘La economía fronteriza y su impacto en el desarrollo local’. En este acto añadió que según sus últimos cálculos, el número de personas que pasan por el Tarajal se sitúa en 8.000, siendo la mitad hombres y la otra mitad mujeres. “La estrategia de nuestra administración es seria para ir frenando las fuentes de la economía en la frontera”, comentó Hosni, que añadió que siempre respetarán la legislación que regula los intercambios comerciales y el movimiento de personas.

La frontera: “un área negra”

El director regional de aduanas e impuestos en Tetuán definió la frontera con Ceuta como un “área negra en el campo de los derechos humanos en Marruecos, porque se ha convertido en un lugar de inmigración secreta y un punto de enfrentamientos diarios entre los porteadores y los agentes de aduanas”. Además, explicó que estos funcionarios a veces se encuentran “frente a jóvenes desesperados y violentos” y que todo lo que allí ocurre afecta a las empresas de Marruecos. Denuncia que muchos productos que pasan son malos para la salud.

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