Categorías: Colaboraciones

Cuatro naturalistas marinos en el confín del Mediterráneo oriental

La exploración biológica siempre es interesante y necesaria para ampliar la perspectiva científica, posibilitando la comparación entre ecosistemas distantes entre sí. Si además está centrada en entender más y mejor el medio marino mediterráneo, entonces se convierte en un gran privilegio, por lo que siempre se ha de estar bien agradecido. El contraste de las ideas e hipótesis establecidas es un sano ejercicio, que refresca la mente y la prepara para otras experiencias, en las que se potencian nuevas concepciones de las realidades concretas, en este caso de la mediterránea. Pero antes de comenzar, debemos centrar nuestro viaje, que se desarrollaba en el marco de un proyecto para crear áreas marinas protegidas en la costa del Líbano, país que necesita más espacios protegidos y cuyo litoral y medio marino sufren una presión antrópica enorme. Los impulsores son la IUCN (la unión internacional para la conservación de la naturaleza) y el RACSPA (el centro regional mediterráneo para la creación de áreas marinas protegidas, que depende directamente del programa de naciones unidas para el medioambiente), que a su vez han contado para desarrollar los trabajos de investigación con el CNRS libanés (centro nacional de investigaciones científicas) a través de su instituto de oceanografía y con la Universidad de Alicante, y esta última ha tenido la gentileza de incluir también al Museo del Mar de Ceuta. Por lo tanto, es un proyecto que mueve la causa de la conservación de hábitats y especies marinas con la finalidad de que se creen espacios protegidos marinos en esta zona tan especial del Mediterráneo oriental.
La exploración de los fondos marinos desde la perspectiva biológica es algo muy descuidado por parte de las administraciones, por eso también esta oportunidad se presentaba tan excitante para todos los que estábamos involucrados en la mencionada campaña científica. Huelga indicar que para espíritus inquietos visitar estos lugares donde se desarrollaron una parte significativa de las civilizaciones más antiguas generadas por el homo sapiens constituía un enorme valor añadido. Henos aquí ante un importante reto, llenar de contenido científico una amplia zona marina y marítima del litoral libanés previamente seleccionada por Hany el Shaer (un simpático, competente y entusiasta egipcio que trabaja como consultor para la UICN y que está destacado en Beirut asociado al ministerio de medioambiente) y Yassine Ramzi (un joven científico experto en fanerógamas marinas que trabaja en el RACSPA de Túnez). Alfonso Ramos (catedrático de la Univesidad de Alicante y gran experto sobre el Mediterráneo) y el mismo que firma estas letras ya teníamos alguna experiencia en el Líbano merced a un proyecto de educación y divulgación científica concedido por la UE a mi querida asociación Septem Nostra, que posibilitó un primer contacto con el mar libanés. Carlos Valle y Aitor Farcada, viajaban por primera vez al Líbano, son dos jóvenes profesores investigadores de la Universidad de Alicante, expertos en poblaciones de peces y en análisis de datos ecológicos, personas fundamentales a la hora de ofrecer datos cuantitativos sobre el estado de la diversidad móvil y, por lo tanto, un buen indicador del estado del ecosistema marino libanés. Carlos tiene, además, unas capacidades y experiencias de buceo en diversos países del Mediterráneo (desde Marruecos hasta Israel) que lo hacen una pieza clave, yo diría insustituible, en las aventuras científicas de Alfonso Ramos.
El resto del equipo, pero no menos importante, lo componía nuestro entrañable amigo Ghazi Bitar, profesor de la Universidad de Beirut y formado en el CNRS francés de Marsella, verdadera referencia de la biodiversidad marina en el Líbano, conocedor de los pormenores de la faunística del mar libanés y alma sensible inmersa en el territorio del eterno conflicto. Todo conspiraba a favor de poder realizar un buen trabajo pues, además, contábamos con el buque oceanográfico libanés al mando científico de Gaby Khalaf y Milad Fakhri. El barco de exploración marina también estaba equipado con un vehículo teledirigido para explorar aguas profundas y, por si fuera poco, teníamos con nosotros al gran Tofí, un antiguo pescador de esponjas y auténtico lobo de mar libanés que conocimos en el anterior viaje y con el que mantuvimos una estrecha relación de camaradería durante nuestras largas jornadas en el mar. Los acantilados de Chekaa y la península de Enfeh (son los dos lugares seleccionados para proteger) engloban una amplia zona del territorio litoral y marino del Líbano central. En esta zona se manifiestan las principales peculiaridades geomorfológicas libanesas, es decir la presencia de una cadena montañosa de características kársticas con alturas parecidas al Rif marroquí (la mayoría no superan los dos mil metros) enclavadas en una zona de complejidad tectónica que influye directamente en la presencia permanente de surgencias de agua dulce, tanto en zonas de acantilados, como a varias millas de distancia en mar adentro y que le confiere una característica propia al mar libanés. El Mediterráneo es un mar circundado por diversas cadenas montañosas dónde abundan las dorsales calizas y, por lo tanto, el karst y las surgencias de agua dulce, como ocurre en varias zonas de mi querido litoral norteafricano. Desde el confín occidental al oriental, nuestra excitación exploradora creo que estaba a la par de las circunstancias naturales que concurren. La zona a explorar estaba llena de valores naturales, y también culturales, con santuarios y lugares sagrados para el cristianismo oriental. Las cuevas propicias para el refugio de la amenazada foca monje eran más que evidentes, por lo que hacía unos meses un grupo de buceadores habían avistado un par de focas en este sector de la costa. Desde mi punto de vista de naturalista podría tratarse de visitas exploratorias de ejemplares provenientes de Chipre o de la costa turca. Pero el sistema de cuevas litorales escondía secretos más excitantes para la exploración biológica, y así la cueva de Helmut (bautizada en honor del brillante naturalista galo Helmut Zibrowius que fue el que la descubrió hace unos años junto a Ghazi Bitar y otros colegas franceses), con influencia de agua dulce esconde tesoros que toman la forma de una antigua y maravillosa esponja relacionada con el mar profundo, nueva para la ciencia y de otras varias especies nuevas por describir.
A diferencia del confín oriental, donde las exquisiteces hay que buscarlas dentro de un mar empobrecido, en el occidental tenemos que apartar la biomasa constantemente para poder encontrar los tesoros naturales escondidos entre tanta riqueza. Los primeros metros del medio marino libanés están muy influenciados por las migraciones de especies lesepsianas (provenientes del mar rojo), que han causado alteraciones significativas en los hábitats. La voracidad de las especies herbívoras del género Siganus ha provocado la disminución de algas carnosas y también ha desplazado a otras especies de herbívoros mediterráneos como las salemas. Es un ámbito bentónico muy influenciado por la turbidez y las temperaturas elevadas, que favorece también el desarrollo de arrecifes de bivalvos tropicales y de peculiares paisajes de algas calcáreas y esponjas. De hecho, son pocas las especies de algas carnosas que puedan hacer frente a los ramoneos insistentes y posiblemente también a la turbidez reinante, y en áreas someras solo las algas rojas calcáreas y alguna parda (por ejemplo del género Sargassum) alcanzan un desarrollo significativo.  El siguiente plato fuerte del medio marino nos estaba aguardando a cierta profundidad entre los 35 y los 50 metros. Allí se nos reveló un medio marino con un azul que sobrecogía, un espacio bello, con baja turbidez y aguas más frías (el cambio brusco de la temperatura se produce hacia los veinte metros de profundidad), en las que finalmente hallamos comunidades típicamente mediterráneas. Las agrupaciones de algas de zonas de penumbra sobre fondos de piedra y arena, con presencia también de rodolitos (algas calcáreas sueltas que forman un fondo peculiar muy importante en términos ecológicos) fue una delicia para nuestros ojos, al igual que las praderas de un alga verde (Udotea petiolata), que también es indicadora de estos ambientes profundos mediterráneos. Encontramos pequeños tesoros dispersos aquí y allá, entre ellos un coral antiguo denominado Madracis pharensis, que ocupaba las pequeñas grietas de las rocas, pero también ascidias y algunas algas como la elegante Caulerpa scalpelliformis, provenientes del Océano Índico, que por sus características pueden desarrollarse en zonas más frías.
De repente, nos dimos cuenta que estos ambientes con más especies mediterráneas eran los que más se oponían a los recién llegados del Índico a través del Canal de Suez (las especies lesepsianas). Es lógico, si tenemos en cuenta que los ambientes más resistentes a las alteraciones en general son aquellos que mayor grado de desarrollo ecológico tienen y presentan un buen número de organismos especializados. Además, los recién llegados al Mediterráneo, y que provienen de un medio tropical de aguas someras están, por lo tanto, acostumbrados a unas masas de agua de temperaturas elevadas durante todo el año. Es decir, los lesepsianos tenían que enfrentarse a la diversidad de especies con la complicidad de las masas de agua más profundas. La superficie (fondos hasta los 20-25 metros) y el fondo (a partir de los 30-35 metros), eran las dos caras de la misma moneda, el proceso que se desarrollaba en la superficie estaba invertido en la acogedora profundidad. En superficie, el ambiente más propicio para los invasores del Índico había desplazado a un gran número de especies, que han sido sustituidas por otras de características tropicales con la complicidad de la contaminación que se produce en las costas libanesas que, por otra parte, afecta negativamente a todas, fenómeno menos influyente en las zonas más profundas. La ausencia de corales tropicales en el área solo se me ocurre explicarlo por la poca idoneidad del medio en general, posiblemente por las bajadas de temperatura invernal, puesto que hay especies de corales que, si bien no pueden exhibir todo su esplendor, sí pueden sobrevivir en medios degradados. La presencia de dos masas de agua bien aisladas durante un gran periodo de tiempo es una de las peculiaridades más llamativas de esta zona del Mediterráneo y por lo tanto creemos que debe estudiarse con detalle para poder establecer las pautas de su comportamiento físico y químico. Sus ciclos influirán directamente sobre el bentos libanés y, por lo tanto, nos aportarán datos preciosos en nuestra labor de explicadores de la realidad biológica. Todo esto unido a los datos recogidos durante la campaña quizá posibilitará responder a algunas de nuestras incógnitas: ¿cómo se articula el aislamiento de los dos grandes ámbitos bentónicos libaneses en el espacio y en el tiempo?; ¿cómo están actuando las especies de peces invasoras?; ¿hay realmente menos dominancia de las especies foráneas en el fondo?; ¿podemos afirmar que hay más especies antiguas mediterráneas acantonadas en hábitats especiales superficiales y en las zonas más profundas que aumenta la diversidad en cantidad y calidad?; ¿es más resistente, por tanto, el bentos más profundo que el superficial a las invasiones lesepsianas?; ¿está todo este bentos inmerso en un proceso de reconstrucción después de las grandes crisis geológicas del mioceno-pleistoceno?. Estábamos ante una de las eternas historias de la biosfera de nuestro planeta que se presenta a través de las crisis geológicas, los llenados y vaciados de cuencas, la transformación de las costas, los cambios climáticos, las extinciones masivas de organismos a los que denominamos especies y, por supuesto, las invasiones de estos organismos cuando se les ofrecen la oportunidad de poder abarcar más espacio. Pues esto es lo que precisamente me parece único, que como naturalistas tengamos la oportunidad de ser consciente de todo esto y poder verlo con nuestros propios ojos en un lugar tan especial del Mediterráneo. Ser testigos de un evento a escala biológica, que está bastante por encima de “la prima de riesgo” y otras maquiavélicas imbecilidades inventadas por la megamáquina del poder actual, nos indica nuestra absoluta biodependencia y lo pequeños y efímeros que somos.
Obviamente, nuestras conjeturas no pasan de ser lo que son en estos momentos, sin más datos a los que asirse, y ya se encargará el cientifismo militante de que no vayamos más allá si no nos pertrechamos de la obsesiva metodología apropiada a las circunstancias para poder profundizar y valorar con consistencia las relaciones de las distintas variables a través de las rutinas de muestreo y experimentación in situ. Sin embargo, al margen de otras realidades más concretas y exactas, el ojo del naturalista y su experiencia ya lo ha puesto de manifiesto. No obstante, no nos alejemos de nuestro principal cometido, esto es la justificación científica de que la zona conserva valores para su protección y en esto nuestro trabajo ha sido un éxito. Es más, hemos animado al representante de la IUCN a que vaya a por todas y presione para que se cree el primer parque nacional marino del Líbano, el gran parque de las surgencias de agua dulce con los únicos hábitats posibles para la maravillosa Foca Monje, los tesoros biológicos escondidos en los microambientes de las cuevas litorales y los dos peculiares ámbitos bentónicos separados. En el ambiente emergido los paisajes de acantilados y los tesoros culturales dispersos por sus montañas no son menos importantes. Una lástima que la especie Macaca mulatta se hubiera extinguido hace ya mucho tiempo de las montañas libanesas. Puede que nuestros amigos no lo consigan, pero al menos tendrán una baza para negociar desde una posición elevada, les deseamos lo mejor en su tarea. Con el telón de fondo de la antigua ciudad de Gebal, Jebel para el idioma árabe y bautizada Byblos por los griegos debido a sus ancestrales transacciones comerciales con el papiro egipcio, no puedo evitar fabular pensando que podríamos bien representar un grupo de antiguos caballeros en una moderna y justa cruzada que une a toda la humanidad y nada entiende de contiendas religiosas mojigatas ni de conquistas territoriales. Siento que somos cruzados naturalistas en pos de la conservación de espacios naturales, y que Alfonso Ramos es el gran maestre de la orden mediterránea, un líder sin egoísmo y otras indeseables toxicidades mentales. La entrega estoica a la aventura científica de la que nos ha hecho formar parte son características de su personalidad. Por supuesto que admiramos sus conocimientos y experiencia científica, pero también su saber estar, su mundo y enseñanzas ejemplares de las que tiene un amplio repertorio.    
Una visita al lugar donde fue extraído el sarcófago del rey Hagiram, en el que se encontró la inscripción más antigua de un alfabeto fenicio, nos hizo vivir unos momentos mágicos en una atmosfera sobrecargada por el peso de las antiguas civilizaciones y sus rituales funerarios. Al fin y a la postre la ciencia no ceja de llenar el mundo con realidades concretas, pero las artes y la espiritualidad (lo poético) dan sentido a la existencia de nuestra especie. En esta zona del planeta se inició una gran parte de lo que conocemos como civilización a gran escala, la primera mega-máquina con componente humano (citando a Lewis Mumford) que erigió pirámides a un brutal precio, y arrasó los bosques de cedros libaneses sin contemplación para disfrutar de las maderas transformándolas en barcos con los que afrontar sus guerras navales y expediciones comerciales por el Mediterráneo. Las montañas, los manantiales de agua y los bosques de cedro han posibilitado toda la riqueza y prosperidad del Líbano, se le brinda un sincero homenaje ofreciéndole su enseña nacional como cuadro que lo inmortalice, sin embargo, no puedo evitar que me recuerde a una especie de arrepentimiento por las salvajes talas infringidas a tan noble árbol. En las visitas a lugares tan esenciales y envolventes todo se mezcla en mi mente, haciendo ascender a mi pobre espíritu hacia rincones insospechados en los que veo con claridad la enorme influencia que la naturaleza ejerce en mí y también en mis compañeros, me siento plenamente satisfecho del esfuerzo desarrollado en esta misión. Ha sido un honor poder librar esta primera batalla a favor de la conservación de un nuevo espacio marino libanés, he aprendido mucho y compartido jornadas memorables llenas de saludables chanzas con un halo de complicidad que permitía llegar a pensar que formábamos uno de los equipos perfectos para este tipo de campañas científico-aventureras. Cualquiera que finalmente sea el resultado ha merecido mucho la pena y estoy muy agradecido por la oportunidad que se me ha brindado.

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