Las pasadas elecciones municipales y autonómicas han llevado al poder a una pluralidad de personas que, bajo sus nuevas siglas, parecen querer ocultar su pasado y, al salir éste a la opinión pública, se limitan a decir “pido disculpas”.
Y el último, hasta este momento, que la hemeroteca ha puesto al descubierto ha sido el designado como Concejal de Cultura del Ayuntamiento de Madrid por la Srª Carmena, Guillermo Zapata. Y cabe preguntarse ¿realmente una persona puede cambiar sus pensamientos, cuando ya ha alcanzado la madurez?, personalmente opino que no es posible esa mutación. Cuestión diferente es que, al ostentar algún cargo de representación, por aquello de “lo políticamente correcto”, manifieste sus disculpas. Disculpas, que no arrepentimiento, son conceptos con una gran diferencia en su fondo. El primer término – disculpas – significa, estrictamente, quedar bien ante el sector ofendido, aunque sus convicciones personales, intrínsecamente, las mantenga intactas. En cambio arrepentimiento, vendría a representar una reflexión más amplia y profunda sobre los principios sobre los que se pronunció. Mayor análisis merece si el que pronuncia expresiones, mofándose del mayor crimen sobre la humanidad, como fue el holocausto, y de los que sufrieron esas atrocidades, es designado para desempeñar el cargo de “Regidor de Cultura en el Ayuntamiento de Madrid”. Ello, de por sí, viene a calibrar el grado de “cultura” que, al parecer, su mentora, la alcaldesa de Madrid, ha vislumbrado para designarle su colaborador. Un colaborador, cuya catadura moral, a tenor de sus escandalosas manifestaciones – y no sólo sobre el holocausto-, es inadmisible. Pero si ahondamos más, el amparo ideológico sobre el que han formulado su postulación política para llegar al poder en el Ayuntamiento de Madrid, comprobaremos que están basados, no sólo en postulados xenófobos, sino en todo lo referente al pueblo de Israel. Así ha sido su posicionamiento para liderar en España la campaña BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones a Israel). Se puede o no compartir la política que ejerce este país en un momento determinado, pero lo que no se puede poner en duda es la democracia existente en ese estado, en contraposición con la dictadura, odio, fanatismo y terrorismo imperante en los promotores del citado boicot, es decir, los rectores del pueblo palestino. A esa forma de participación política que se ha abierto camino, aunque con diferentes denominaciones, se les viene detectando, al menos, una común denominador, que es, sin duda, lo referente al desarrollo de acciones contra el pueblo de Israel. Como políticamente ya no es correcto ser antisemita, ahora muchos se disfrazan de antisraelíes. Ello lo vemos claramente reflejado en las expresiones de la religiosa Teresa Forcada, quien, pretendiendo representar al pueblo catalán, postulándose como candidata a la Generalitat, se “alista“ en un acto ilícito, según la perspectiva del Derecho Internacional, como es el proyecto de la tercera flotilla a Gaza. Por ello, personas con pensamientos y reflexiones como las expuestas, en bien de la democracia y de la convivencia plural de nuestro país, deben ser cesadas por quienes tengan la responsabilidad de su nombramiento y apartadas de la representación pública. La transparencia de los ideales también debe poder ser contrastada en democracia.
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