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Cuatro años de experimentos en la valla: el plan Marlaska hace aguas

Cuatro años después de anunciar la retirada de las concertinas en el perímetro fronterizo de Ceuta el Ministerio del Interior ha sido incapaz siquiera de terminar la última fase del proyecto de impermeabilización con la puesta en funcionamiento de las esclusas.

Dan fallos, no ofrecen el resultado esperado y eso ha llevado a que no haya sido entregada la obra. Tampoco se ha podido proceder a la renovación y cambio de sensores actualmente ineficaces para que la Guardia Civil ofrezca una reacción rápida ante cualquier intento de entrada. Esos sensores llevan sin ser renovados más de 20 años.

El sistema de esclusas colocado en el vallado se pensó para su control desde la central del COS y para su activación ante entradas masivas de personas. El objetivo de este plan no era otro que crear una serie de espacios cerrados, a modo de compartimentos estancos, comunicados con una puerta abatible con Marruecos evitando así que quienes accedían al espacio entre vallas pudieran escapar despistando a las escasas patrullas del Instituto Armado.


Se seleccionaron las zonas para su colocación tras el estudio del terreno. En total se han ubicado a lo largo de los más de 8 kilómetros de perímetro un total de 27. Pero de momento el sistema no funciona a pesar de constituir el punto y final al proyecto de impermeabilización de la valla que promovió el ministro Fernando Grande-Marlaska y que se ha convertido en un saco roto de inversiones millonarias sin sentido.

Supone una especie de parcheo para una valla que ahora mismo combina zonas limpias sin ningún elemento en su parte superior con otras en las que únicamente hay peines invertidos o las que soportan el peso de los tubos.

100 millones en las vallas

El último anuncio sobre esta obra lo hizo el secretario de Estado de Seguridad, Rafael Pérez, al confirmar en visita girada a Ceuta que en mayo estaría la obra finalizada. Culminado ya casi octubre no ha sido entregada y los fallos surgidos no se subsanan para dar un nuevo plazo real y cierto de operatividad.

Hay que retrotraerse a julio de 2022 para conocer el acuerdo del Consejo de Ministros por el que se daba luz verde a las que se difundieron como últimas obras de reforma enmarcadas en el plan para el refuerzo y modernización del sistema de protección terrestre entre España y Marruecos. De lo que se anunció a la realidad hay una suerte de anuncios incumplidos.

AEGC reclama la conjunción adecuada entre medios humanos y tecnológicos

Entre estudios, proyectos, obras y ejecuciones la valla de Ceuta ha absorbido inversiones millonarias que siguen quedando en evidencia. Algo a lo que alude la Asociación Española de la Guardia Civil (AEGC) que se cuestiona el proyecto de un Ministerio del Interior incapaz, a pesar de las reclamaciones, de reforzar las patrullas en la valla. Los peligros que supone tener patrullas unipersonales para la seguridad de los agentes parece no importar en Madrid.


AEGC critica esa mezcla de piezas sin encajar en que se ha convertido esta obra fronteriza que no hace más que sumar millones. En el año 2014 el Gobierno cifró en 72 millones de euros el gasto en las vallas de Ceuta y Melilla desde la crisis de 2005, cuando se produjo el salto masivo de septiembre que dejó varios muertos.

La cifra global es mucho mayor. Desde esa fecha hasta prácticamente la actualidad la inversión alcanza ya los 100 millones justificados en una supuesta garantía de seguridad. Eso sin contar la adquisición de drones o los experimentos que de nada sirvieron como el cañón de agua que llegó a trasladarse a Ceuta para su uso aunque nunca llegó a emplearse.


AEGC lamenta que la ciudad se convierta en una especie de experimento para estas iniciativas sin sentido. La valla se ha convertido en el particular juguete roto caído en el olvido y desde el Ministerio no se tiene en cuenta la importancia de contar con agentes suficientes.

La asociación lo tiene claro, “por muchas obras que se hagan y medios tecnológicos que se apliquen nunca pueden sustituir a la acción humana. Nos hemos quejado en muchas ocasiones por las patrullas unipersonales en el perímetro porque suponen un auténtico riesgo para los agentes, hace falta más gente. Por mucha obra y mucho dinero que se gasten como las personas no hay nada”, indica AEGC.

“Tiene que haber una adecuada conjunción de buenos sistemas tecnológicos y más personal”, reseña en declaraciones a este periódico.

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