Sociedad

El marido de la cuarta víctima del coronavirus: “Samra era una mujer maravillosa”

“Samra era una mujer maravillosa”. Así nos habla Morad, su marido, horas después del fallecimiento de esta joven de 27 años en la UCI del Hospital Universitario de Ceuta después de varios días ingresada. Una de las cosas que más le duele a nuestro interlocutor es que no ha podido acudir al entierro de su esposa porque no conocía los resultados de las pruebas que le habían hecho hace seis días en el mismo centro hospitalario, el mismo día en que ingresó su mujer. A Samra la han enterrado a primera hora de la tarde y a las 19:00 horas Morad recibió la llamada desde la institución sanitaria para confirmarle que su prueba había salido negativa. Unas horas le han separado de haberse podido despedir de Samra aunque fuera a distancia. Le prohibieron abandonar el aislamiento porque no se sabía el resultado.
La historia entre Morad y Samra, 28 y 27 años respectivamente, se inicia en las aulas del Instituto Siete Colinas cuando ambos estudiaban 4º de ESO. Él repitió curso y al año siguiente, ya en Primero de Bachillerato, ambos en clases distintas, eran novios. Corría entonces el año 2008. Sin embargo, no tardaron mucho tiempo en casarse. Eran prácticamente unos niños cuando deciden contraer matrimonio. Contaban con 18 y 17 años respectivamente, en 2010 y dieron el paso para formar una familia que vivió unos momentos maravillosos cuando hace tres años les llegó el primero de sus hijos.
Reconoce Morad que Samra era una persona a la que todo el mundo quería, pues “nada más que hace falta entrar en su facebook para ver el gran número de amigas que tenía y cómo la querían”. Mientras que Morad no siguió con los estudios y comenzó a trabajar, en el caso de Samra los inició en Magisterio, en la especialidad de Educación Infantil, pero lo dejó en el tercer curso y no terminó la especialidad. Luego hizo los cursos de maquilladora y se dedicaba a ir por las casas para atender a sus clientas contando con un buen número.
Nada más casarse se instalaron en una vivienda propia en la barriada del Morro, muy cerca de sus suegros, donde han estado estos últimos días como consecuencia de la declaración del Estado de Alarma. Su suegro es una persona muy conocida en los ambientes comerciales y deportivos de nuestra ciudad. Pertenece a la familia de ‘los Mario’ y Maimon siguió igualmente la estela de muchos de sus hermanos y jugó al fútbol, teniendo un establecimiento en el Mercado Central.
A lo largo de estos años tanto Morad como Samra han estado trabajando. Mientras que él reconoce que no pudo seguir estudiando ha estado colocado en Correos, perteneciendo a la bolsa de la empresa estatal, aunque también ha trabajado en una tienda y en la empresa de su padre. Pudo hacer los cursos de vigilante de seguridad y como no encontraba trabajo en Ceuta tuvo que emigrar y durante los fines de semana ejercía como vigilante de seguridad en una discoteca de Marbella.
Lógicamente iba y venía todas las semanas desde la ciudad marbellí hasta Ceuta en los últimos seis meses, el tiempo que llevaba trabajando en la Costa del Sol, porque también tenía un problema grave con su madre que ha fallecido hace diez días, después de permanecer más de un mes en la UCI del Hospital Universitario. Junto a su hermano cuidaban de su progenitora hasta que debido a la enfermedad que padecía la trasladaron hasta el Hospital Universitario. Mientras que ha permanecido en la UCI nada más que podían entrar a verla a determinadas horas del día.
Al día siguiente de ser decretado el Estado de Alarma y después de terminar su trabajo en Marbella regresó a Ceuta y decidió junto a su mujer trasladarse hasta la casa de sus suegros. Allí fue donde Samra comenzó a sentirse mal y tuvo que ir varias veces al Hospital Universitario porque no se encontraba en condiciones. En todas las ocasiones la volvían a mandar a casa hasta que ya al final ingresó la semana pasada directamente en la UCI porque su estado era muy grave.
Reconoce Morad que han sido días muy duros, puesto que mientras que estaba aislados en la parte superior de la vivienda de sus suegros, su hija estaba al cuidado de los mismos y no podía verla, al igual que su mujer que se debatía entre la vida y la muerte en la UCI. Cada día recibía la llamada, dos veces por jornada, para conocer la evolución de Samra.
Esta familia se ha visto destrozada en poco más de quince días, en los que Morad ha perdido en este tiempo a su madre primero y luego a su esposa. Ahora deberá sacar fuerzas de su interior porque tiene por delante la necesidad de criar a su hija de tres años, pero tiene muy claro que Samra siempre estará en su pensamiento y en su corazón.

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