Se vive mal cuando quienes han de señalar el camino de la verdad tienen la mente llena de cosas huecas, sin peso ni valor ante las cuestiones fundamentales de la vida, tanto materiales como espirituales.
El ser humano necesita sencillez; no es que le asusten los grandes problemas sino la incapacidad de llegar a encontrarles solución lógica por quienes tienen la obligación de resolver esas cuestiones difíciles y también las sencillas que, a veces, llegan envueltas en intereses que no son los de la sociedad, sino personales o de grupo.
No es nada fácil entender las causas que motivan la mayoría de las disposiciones que se vienen tomando desde hace algún tiempo y que son, precisamente, las que motivan un estado de confusión del que no parece que se salven ni siquiera los más interesados en hallar la solución eficaz a esa triste situación.
Se han hecho cambios en el equipo director, tanto de personas como de formas de actuación ante la opinión general de la sociedad, pero no se acaba de ver más claridad en la situación; especialmente en el enfoque de los problemas y en las condiciones que se perfilan como imprescindibles a tener en cuenta y que, por desgracia, siguen ignoradas y hasta combatidas.
No se acaba de ver la necesaria dedicación hacia todos los componentes de la sociedad, sino que se discrimina a algunos por su forma de pensar y, especialmente, por sus creencias religiosas, precisamente las de la religión católica que, como es sabido, es fundamento básico de nuestra sociedad. ¿Por qué ese ataque permanente a todo cuanto tiene el signo católico, el de una sencilla cruz en los colegios y otros lugares públicos?
No se puede entender esa persecución más que como producto de la confusión que existe y se mantiene, por desgracia, en la mente de personas que estiman deben barrer todo cuanto no les gusta; tal vez porque no han llegado a pensar seriamente en la necesidad que el ser humano tiene de lo espiritual, de lo que llena su alma de paz y le enseña a vivir la misericordia, la atención a quienes no tienen lo que necesitan para vivir con dignidad la pobreza.
Es verdaderamente triste esta confusión, esta falta de ideas claras y de actuaciones que no se corresponden con la realidad de la vida de los seres humanos, tan necesitados de sentir amor y paz en sus almas en todo momento y de forma muy especial en las situaciones difíciles, cargadas de oscuridad y de confusión.
Toda persona es llamada a esforzarse seriamente a tener ideas claras y no dejarse llevar e incluso combatir ese ambiente creado por la ausencia de la lógica en la mente de personas que fueron llamadas a regir la vida de nuestro país.
La dignidad de la vida humana está en peligro por esa confusión que domina en el ambiente de la sociedad. Es necesario prestar la máxima atención a cuanto sucede y procurar, por medios legales, que la situación cambie; que haya personas con ideas claras, sobre la dignidad humana, al frente de la sociedad.
Que entiendan que la vida de cualquier país no debe ser la de la confrontación continua sino la unión sincera y amistosa de todos sus componentes humanos. Mujeres y hombres que sepan de la realidad de la vida, de las obligaciones y sacrificios que por amor se aceptan para que la claridad de la verdad ilumine la vida.
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