Cuando se impone el ‘todo vale’: cerco al voto secreto

Un hombre de avanzada edad sube a duras penas, apoyado en su bastón, el tramo de escaleras que conduce a la puerta de entrada del Colegio 'Reina Sofía', en el corazón del Príncipe y una de las sedes electorales diseminadas ayer por toda la ciudad.

Un joven con una acreditación que indica su condición de apoderado colgada del cuello se apresura a prestarle ayuda, le toma del brazo y mientras le sirve de punto de apoyo le susurra "¿A quién vota? No, ése no es, vota a...". La línea de puntos la puede usted completar a su antojo, porque la guerra soterrada, subterránea, por hacerse con el botín del sufragio indeciso o maleable la libraron ayer todos los partidos en las cuatro esquinas de Ceuta. De forma explícita –sin más camuflaje que evitar ser descubiertos por los agentes de la Policía o por los representantes del resto de partidos– o subrepticia, los militantes movilizados por las distintas candidaturas jugaron durante toda la jornada a bordear peligrosamente la Ley Electoral e incluso a incumplirla de forma flagrante en varios casos.
El voto es libre y secreto... o al menos se presupone. No lo tenían muy interiorizado los apoderados e interventores que al mediodía se reprochaban irregularidades, en voz alta, en las mesas electorales de la barriada Príncipe Alfonso. Unos y otros, en las salas y en unos agitados y bulliciosos pasillos, se acusaban de coaccionar a los votantes, de incumplir la normativa ofreciéndoles sobres cerrados con papeletas de una u otra candidatura o incluso de retirar u ocultar en las cabinas las papeletas de la opción contraria. "Esto es surrealista. He estado en mesas durante muchos años en otros puntos de la Península, incluso en el colegio de Aravaca donde vota Mariano Rajoy, y nunca había visto algo así", reconocía una de las representantes de la Administración en una mesa. A su alrededor, el fuego verbal que se cruzaban unos y otros obligaba a intervenir a la presidenta de la mesa y a un agente de la Policía Nacional a pedir a los apoderados que abandonasen el aula de la votación.
Fuera, el militante de uno de los partidos con representación en la Asamblea entregaba con disimulo un sobre con papeleta incluida a una mujer. "¿No me habrás hecho una foto, verdad?", interrogaba a quien suscribe. "No se puede hacer, pero además es que sois muy descarados", le afeaba un apoderado rival. Respuesta: "Si estáis haciendo vosotros lo mismo desde que se ha abierto". Y a partir de ahí, comentarios subidos de tono con acusaciones incluidas de enchufismo.
La trifulca afloraba a cada paso. "Nos están colocando mal las papeletas", se quejaba uno de los apoderados de Caballas. "No es así, las he colocado yo ahora mismo y hay las mismas de un partido que de otro", replicaba la joven que ejercía ayer de presidenta de mesa. "No veas qué tensión, no es normal", añadía tras comprobar, por enésima vez, que en las cabinas de votación hubiera listas disponibles de todas las formaciones y que las cortinas estuvieran descubiertas mientras no eran utilizadas para evitar suspicacias. Una mujer se acerca a la urna y comenta que desconoce el procedimiento del voto. "Yo le...", sugiere un apoderado. El ofrecimiento es cortado de raíz por la presidenta de la mesa –"No, ya lo hago yo", aclara–, que se oculta tras la cortina con ella para garantizar que elija con libertada la papeleta. "Y esto no se toca, lo voy rellenando yo cuando vayan faltando", advierte tajante.
La tensión aún iba a subir algún que otro grado en el exterior. En la explanada que sirve de aparcamiento en las inmediaciones del CEIP 'Reina Sofía' dos apoderados de MDyC y Caballas dirimieron a empujones y algún que otro golpe sus diferencias. La supuesta causa, la misma que presidió toda la jornada: la presunta entrega de sobres con votos a quien se prestaba a entrar en el juego ilegal. "Se aprovechan de personas con poca formación o analfabetos, de vecinos de toda la vida que no saben cómo funciona la votación o que creen que les están ayudando, cuando en realidad les están engañando", alertaba un militante del Partido Popular.
Las agresiones también salpicarían la tranquilidad de otros colegios electorales. Ocurrió, por ejemplo, en el CEIP 'Ramón y Cajal', en el corazón de Hadú, donde dos apoderados de esas dos mismas formaciones –MDyC y Caballas– volvieron a enfrentarse en los pasillos, según confirmaron agentes de la Policía Nacional, pendientes a primera hora de la tarde de si finalmente se presentaría la denuncia correspondiente. El detonante, de nuevo la presunta entrega de sobres. A las 13:00, minutos después de que por el colegio pasase en su ronda de visitas el presidente de la Ciudad, Juan Vivas, los reproches mutuos eran esta vez entre Partido Popular y Caballas. Arturo Santórum, responsable de la coordinación de los polígonos del Tarajal, era uno los apoderados que acusaban a la formación de Mohamed Ali de presionar a quienes desfilaban frente a las urnas. "Que ya está bien, hombre, que ya está bien... Como sigas te denuncio, te lo advierto", protestaba de forma airada.
Metros más allá, un apoderado y candidato de la lista de MDyC y una interventora de Caballas se enzarzaban en la enésima disputa verbal. La discusión, apaciguada por otro agente del CNP, culmina con acusaciones de "lacra" entre uno y otra. "Está todo muy calentito...", confirmaba un representante del PSOE. "¿Pero qué tengo yo que darle explicaciones a este chaval, que encima lo conozco de toda la vida, de mi barrio, qué se cree? Yo sólo tengo que explicarme ante el presidente de la mesa", protestaba la interventora de Caballas.
Viaje a otro colegio electoral e idéntico escenario. En el Polifuncional 'Mustafa Mizzian' la tranquilidad se rompe cuando el representante de un partido acompaña del brazo a un anciano hasta su mesa electoral. Lo que se presupone un gesto altruista es interpretado por una apoderada de otro partido como una treta para condicionar el voto. "Que no te lo vuelvo a repetir. Es que no puede ser. Es que vas persiguiendo a la gente por los pasillos para decirlo lo que tienen que votar. Que el voto es libre, hombre...", le grita. La anécdota: el joven no se inmuta cuando le amenazan con una denuncia ante la Junta Electoral, pero sí cuando su contrincante le anuncia que la próxima vez fotografiará la irregularidad y la colgará en Facebook.
Las horas pasan y el juego del robo de votos continúa. Unos a tumba abierta y otras de forma más comedida. Pero haberlos haylos, que dirían los gallegos.