Todos lo hacen. A unos se les nota más que a otros, pero en definitiva se mueven en el mismo escenario. Prometen hoy lo que no pudieron (quisieron) hacer cuando tenían mando en plaza; negarán en el futuro lo que ahora pasean por plazas, barrios o en el puerta a puerta.
El mensaje se repite, el ciudadano, por educación (a veces ni eso) escucha. El 24M cada cual hará lo que estime conveniente. Lo que sucede es que algunas promesas son más hirientes que otras. Miren que el PP utiliza la mentira mejor que las romeras que te leen la mano a la salida de los mercados e iglesias. Sería difícil superar algunas de ellas. Pero sí, es posible. El del traje socialista viene ahora prometiendo una solución al conflicto del Tarajal. Y lo hace contentando a los sindicatos policiales al manifestar que sería viable disponer de seguridad privada en los polígonos a modo de medida de control mixta con la Policía, aliviando así el volumen de personal policial en esa zona. Claro, que venga esta propuesta de un exasesor de la Delegación suena a chufla (no lo creo) o más parece una forma descarada de soltar por la boquita lo primero que a uno se le ocurra para contentar en apariencia a todos porque en la realidad ni se piensa, por asomo, llevar a la práctica lo dicho. Algo inviable cuando se trata de memeces. Si hay quienes no las recuerdan yo sí. Fíjense que macabra coincidencia, este mes es el aniversario de la muerte trágica de dos porteadoras en el Tarajal. El PSOE mandaba en la Delegación, y aquella mañana en que las dos mujeres fallecieron aplastadas, en el salón de la plaza solo pensaban en cómo no hacerse caquita en los calzones aquellos que, mandando, no habían sido capaces de solucionar con un mínimo protocolo el caos en la zona. Lo más trágico de la historia es que se avisó con fotografías y artículos lo que podía suceder. Nada hicieron. Ahora prometen. Tontos o descarados.