El mar. Salvavidas o trampa mortal. Te puede atrapar por siempre o darte una nueva oportunidad. El truco está en saber esquivar esa muerte que cada año se lleva a miles de personas. Es, según se mire, el peor de los enemigos o el cómplice idóneo para los agentes de la Guardia Civil adscritos al Servicio Marítimo y a los GEAS, quienes dejan atrás unos meses de enorme presión migratoria en los que se han realizado múltiples rescates.
Cada salida del Servicio Marítimo viene marcada por el riesgo, por la incertidumbre de no saber qué comportamiento adoptarán las personas que deben ser rescatadas. Cada alerta supone enfrentarse a un reto: traer con vida a puerto a los inmigrantes atrapados en el mar o poner punto y final a los intentos de escapada de narcotraficantes y contrabandistas que parten de las costas marroquíes cargados con hachís.
FAROTV patrulla junto al capitán Román Revilla y el teniente José Antonio Burgos en la que supone una de tantas salidas que ambos tienen ya a sus espaldas. Se conocen el mar como la palma de su mano, atrás dejan servicios que pudieran parecer imposibles pero que han terminado con las víctimas a salvo o con los delincuentes engrilletados. No hay intervención fácil, siempre que se abandona la base del Marítimo asoma una compleja combinación de riesgo e incertidumbre que intenta equilibrarse, lográndose muchas veces a la desesperada. Sacando menores del agua, evitando que embarazadas pierdan el sueño que habían previsto para sus hijos, arrestando a los pilotos que han mostrado un absoluto desprecio a la vida o evitando que alijos de hachís lleguen a su destino para satisfacción de quienes se alimentan de un negocio que no cesa. La colaboración prestada por los servicios de rescate e intervención de Marruecos ha sido clave.
“Este verano ha habido un poco más de incidencia de intentos de entrada, pero por ejemplo se ha cortado bastante las entradas en moto de agua. En parte ha sido gracias a la embarcación rápida que tenemos que ha evitado muchos intentos; otros no ha habido manera porque podía haber accidentes si los hubiéramos parado”, explica el capitán Revilla.
La labor que hace el Servicio Marítimo, sus movimientos, están a la vista de todos. Su base o sus controles en las bahías son vigilados por quienes se mueven al margen de la ley, por quienes dan forma a un particular servicio de contraespionaje. Por ello se ven obligados a protegerse aún más de quienes solo buscan la acción criminal. El pretendido traslado al muelle pesquero todavía no está definido ni claro, así que el puerto deportivo sigue siendo el centro neurálgico para las operaciones.
“Es conocido por todos que resulta fácil vigilar nuestras embarcaciones, cualquiera que se ponga en un punto alto ve perfectamente nuestros movimientos, solo tienen que esperar a que estemos en un sitio para intentarlo por la otra punta. Es muy difícil, algunas veces hemos conseguido llegar para actuar a tiempo, pero otras es complicado”, relata el capitán. En esa combinación ansiada de reacción-rapidez, este verano se ha conseguido la detención de pilotos justo cuando pretendían huir dejando abandonados y en condiciones extremas a inmigrantes. O, en el caso del narcotráfico, a los que buscaban llevar a buen puerto sus alijos llegando, en la escapada, a intentar embestir a la patrullera oficial del Marítimo.
“Ha habido casos complicados precisamente por la resistencia de los patrones a detenerse. No quieren porque piensan que se les va a devolver... o, no sé, por cualquier otro motivo. Ya vienen aleccionados para que solo se detengan ante la embarcación de Salvamento Marítimo, como vean la nuestra no se detienen. Esto ocasiona situaciones de peligro porque intentan desembarcar en zonas rocosas, provocan la zozobra de la embarcación y desgracias como ya hemos tenido, aunque hemos intervenido en bastantes rescates y se han perdido muy pocas vidas en comparación con lo que podía haber ocurrido”, añade Revilla.
Al constante control sobre embarcaciones se añaden otros episodios vinculados al tráfico de drogas. Negocio lucrativo, constante, ejercido por quienes buscan en un pase la forma de trasladar un gran alijo por el que se embolsarán su buena comisión. La patrullera del Servicio Marítimo puede alcanzar una velocidad de 51 nudos. En jornadas de temporal, en condiciones adversas, es cuando los narcos buscan el pase y es cuando los patrones del Marítimo se tienen que dejar la piel. Cualquier salida se complica cuando se trata de detener a quien se empeña en no parar para no perder su comisión y, para ello, si tiene que arrojar bultos contra la patrullera o si la tiene que embestir... lo hará. En mayo de 2005 varios agentes del Marítimo resultaron heridos al ser arrollados por una lancha de narcos. Estuvieron a punto de perder la vida ante el desprecio absoluto de los pilotos. En persecuciones así no vale la duda, tampoco el error. Hay que abortar la ruta del hachís como sea.
Perejil, esa isla convertida en conflicto diplomático, sigue siendo ruta de pase para los narcotraficantes. Las salidas se buscan de cualquier forma porque todas son rentables: pateras de pesca, travesías con cargas adosadas al cuerpo… la imaginación no tiene límites cuando se trata de ganar dinero. “Las organizaciones de tráfico de drogas se las ingenian con diferentes sistemas. En una intervención se adosaron la droga al cuerpo para que, aunque registráramos la embarcación, no encontrarla. Nadie se va a pensar que unas personas que aparentemente están pescando lleven droga adosada como pasó. En otros casos hay embarcaciones deportivas normales que, bajo la cobertura de dedicarse a la pesca, se dedican al tráfico de drogas. Intentamos cortar todo dentro de nuestras posibilidades”, expone Revilla.
Si la intervención del Servicio Marítimo es vital, su apoyo idóneo e imprescindible lo ofrecen los GEAS. Un grupo de especialistas en actividades subacuáticas que son requeridos para rescates complicados.
La playa de Juan XXIII fue escenario hace unos meses de ese trabajo conjunto. GEAS y Marítimo pudieron rescatar a todos los inmigrantes que habían sido abandonados a su suerte por un patrón que se dio a la fuga. Un menor quedó atrapado en la hélice de la patera. Que hoy pueda contar su historia es gracias a agentes de ambas unidades. “El equipo GEAS lo activamos cuando tenemos riesgo en la costa, nosotros no podemos arrimarnos con nuestra embarcación. Ellos se introducen en las zonas peligrosas de roqueo, cercanas a la costa. Ha habido casos en los que nuestra tripulación se ha tenido que arrojar al agua para ayudarles”, apunta el capitán Revilla.
En la base de los GEAS, ubicada en el entorno San Amaro-Alfau, se preparan sus integrantes. Han sido ya muchas madrugadas, muchos amaneceres de salidas a contrarreloj alertados por incidencias graves en el mar. El sargento Pedro Javaloyes está al mando de unos agentes que han conseguido a la máxima perfección hacer equipo. Su propio lema lo dice, en tierra son compañeros, pero bajo el agua hermanos. Allí la compenetración tiene que alcanzar el máximo grado porque de su buena coordinación no solo depende la vida de quien tengan que salvar sino la de todos ellos.
Los GEAS son capaces de activarse en un tiempo récord, un periodo de reacción que está calculado como el más breve de toda España, en el que se tienen que movilizar los cuatro componentes que integran un equipo.
“Nos activa nuestra central, llaman al teléfono corporativo que está 24 horas activo y yo me encargo de llamar al equipo que necesito. El tiempo de reacción que tenemos está calculado que es el más breve de toda España, desde que el personal sale de su casa... vienen corriendo y en 10 minutos están aquí, montamos en el furgón que tenemos preparado y acudimos a la incidencia. Nos presentamos en un servicio de manera casi inmediata, sea la hora que sea o el día”, expone el sargento.
El trabajo de los GEAS en una ciudad como Ceuta se presta a un choque de emociones brutal, se desenvuelve en situaciones marcadas siempre por lo extremo, situaciones en las que la línea que separa la vida de la muerte, la tranquilidad del riesgo, acostumbra a ser demasiado fina. La multiplicación de personas en riesgo convierte el servicio en una auténtica odisea. Los escenarios, como pueden ser los isleros de Santa Catalina en donde hace casi un año falleció un joven, son demasiado complicados.
“Este año hemos tenido bastante presión. Cuando hay mala mar al Marítimo le es imposible acercarse con sus embarcaciones hasta donde están los inmigrantes. Nosotros sí que podemos acceder a ellos, cuando hay mala mar nos corresponde a nosotros echarnos al agua”, explica Javaloyes. En la memoria colectiva quedan muchos rescates in extremis, algunos, los menos, han resultado marcados por la fatalidad. Es como si la muerte se hubiera empeñado en llevarse vidas aunque éstas se empecinaran en entregarse a los brazos de los GEAS. La lucha bajo el mar, en condiciones muy extremas, solo pueden entenderla estos agentes que trabajan, como hermanos, por cumplir con un servicio cuyas consecuencias se llevan a sus hogares.
Hay veces que el destino ofrece su lado más macabro, que se empeña en dar una bofetada cruel a la vida. Son servicios que marcan, que nunca se pueden olvidar, que pesan cada día. El sargento Javaloyes, al igual que su equipo, todavía recuerda la fatídica muerte en el agua de dos menores tras caer su vehículo al mar. Fue en marzo de 2010. Fue la actuación más dura. “Era de noche, el fondo del puerto es todo cieno, a nosotros nos avisaron y acudimos como locos porque sabíamos lo que ocurría. Cuando sacamos los cuerpos de los dos niños todavía estaban calientes. Se practicó la RCP, pero no se pudo. Para nosotros...ver unos niños así, ver que han caído y no poder sacarlos... fue jodido”.
La vida pone demasiadas piedras en el camino, también en el mar. Pueden o no sortearse, se puede o no esquivar la tragedia. Los GEAS luchan por hacerlo. Lo intentan. Debajo del agua hay otro mundo en el que no caben rivalidades, solo se permite el apoyo, la complicidad en cada gesto, en cada mirada. Hermanos en el mar. Como los GEAS.
Embarcaciones que ‘disfrazan’ sus delitos con la práctica de otras actividades
De patrulla por la ruta que siguen utilizando las embarcaciones dedicadas al tráfico
Inmigrantes que, en realidad, actúan en connivencia con las pequeñas redes de pase
Hay que estar en el mar para conocer las complicaciones de cada servicio
Cada servicio puede torcerse en cuestión de segundos. Una maniobra fatal en unas condiciones adversas puede dar al traste con todo. Desde fuera las opiniones carecen del fundamento que tienen quienes, sobre la patrullera, se enfrentan a una realidad muy complicada.
Marruecos ha reforzado la parte del espigón de Benzú con más concertinas
Said Barry aún guarda la gorra que le regalaron los agentes después de un rescate dramático
Los isleros de Santa Catalina, una auténtica trampa para las pateras que eligen esta ruta
Proteger los fondos marinos, evitando que la historia sumergida desaparezca
La preparación de los agentes de los GEAS para una tarea que exige resistencia
Revisiones a los barcos en cumplimiento de la seguridad en Ceuta, punto sensible
Los GEAS controlan los barcos que enlazan con la península, los buques militares o aquellos de bandera que necesitan que se le practiquen inspecciones de seguridad. “Damos una cobertura de lo que es la lámina de agua hacia abajo, todo lo que el Estado pueda dar seguridad nos encargamos nosotros, al ser Ceuta un punto sensible”, explica Javaloyes. A estos controles enmarcados en la rutina de los GEAS se suman intervenciones que terminan siendo constantes como el auxilio a inmigrantes y menores que caen al agua en el puerto, cuando intentan subirse a los barcos. “Son chavales que no saben nadar, intentan acceder al ferry, al barco de la basura... subiendo por las maromas, por la rampa... van a la desesperada y sin saber nadar. Muchas noches nos llaman para rescatarlos”, expone. Los GEAS también apoyan al Servicio Marítimo de la Guardia Civil a la hora de revisar las embarcaciones que tiene a su cargo la unidad.
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