Cuando la precaución es la mejor ‘arma’

No es la primera vez que ocurre. Y quizá por eso sea bueno conocer los testimonios de aquellos que por no dar de baja la antigua carta verde (ahora el documento de importación es blanco) pueden toparse con una de sus peores pesadillas. El joven Munir acaba de vivir la suya. Hasta cinco días ha estado retenido en Marruecos precisamente por no dar de baja el documento relativo a un antiguo coche que él tenía y que vendió. La salida a Marruecos con sus amigos para dar una vuelta con los coches se convirtió en el inicio de esa pesadilla. “Cuando regresaba fui a sellar el pasaporte y me retuvieron ya que tras comprobar unos datos vieron que estaba en busca y captura”, recuerda en una entrevista con ‘El Faro’. “No sabía ni de qué me estaban hablando, me dijeron que tenían que llevarme a Río Martil porque la busca venía de allí”, añade.
Así que mientras sus amigos se quedaban viendo cómo se llevaban a su compañero, Munir se enfrentaba a un hecho tan desagradable como fácil de sucederle a cualquier ceutí que no tenga controlado dicho documento.
A Munir le trasladaron detenido y esposado y ese noche se tuvo que quedar en los calabozos sin saber siquiera de qué le acusaban. “No me decían el porqué, estaba fatal”. Allí le dejaron en un calabozo, con cuatro mantas tiradas en el suelo, sin poder asearse y dándole vueltas a la cabeza para saber el origen de esta fatalidad. Ya al siguiente día, domingo, por la tarde se le comunicó el origen de esa busca. En 2010 este joven había vendido su coche a otra persona. Esa persona a su vez se lo vendió a una tercera y esa tercera optó por dejarlo abandonado, tras su uso, en Río Martil. Cuando la Policía encontró ese coche, pidió los datos en la frontera, la carta verde respondía a nombre de Munir. Por un coche abandonado llevaba ya un fin de semana en los calabozos.
Pero la historia no termina ahí. Ya el lunes le indicaron que harían todos los trámites oportunos para el martes pasar al juzgado. Sus amigos, que habían sido testigos de la detención, acudieron a Ceuta para recoger todos los papeles que podían demostrar que ese coche ya no era de Munir. “El martes se suponía que tras llevarme al juzgado de Tetuán y demostrar todo quedaría en libertad”, recuerda. En una habitación de unos diez metros cuadrados metieron a medio centenar de detenidos tras un fin de semana atareado. “Había de todo, nos metieron a todos juntos en una habitación a esperar. Las horas eran interminables”, indica.
Tras ser presentado ante el juez se le informaba de que tendría que quedarse detenido otro día más ya que faltaba un documento de Aduanas que no había llegado. “Me devolvieron a Río Martil, anímicamente estaba muy mal, si al siguiente día -que era miércoles- no me dejaban en libertad tendría que quedarme toda la semana detenido porque el jueves era fiesta”, apunta.
Sin comer apenas, sin haberse duchado desde su arresto, viviendo un auténtico martirio volvía a ser trasladado a Tetuán esta vez con mayor cantidad de detenidos que eran traídos de distintos puntos para ser presentados ante el juez.
Gracias a que sus amigos localizaron a un abogado, consiguió demostrar con papeles todo lo declarado y quedar en libertad. Su historia no es una mera anécdota, son más los casos de este tipo que se suceden en la ciudad. Si el coche que había sido propiedad de este joven hubiera sido encontrado en otro punto de Marruecos, la Policía lo habría trasladado hasta allí, ralentizando aún más las cosas.
En la hemeroteca reciente hay más casos como el del joven Munir. Casos en los que vehículos a los que sus propietarios no han dado de bajo la tradicional carta verde y que se han visto implicados en delitos han terminado por dar pie a historias dramáticas y complejas.
La Agencia para el Desarrollo Económico y Social de Ceuta, ADESC, advierte de lo importante de estos trámites. Desde la entidad se atiende a mucha gente en todo lo referido a la carta verde. “Una gran mayoría de los que realizan ese trámite desconocen la importancia, alcance y consecuencias posibles del mismo, no siendo para casi todos ellos sino el papel verde que hace falta para pasar”, advierte Abdelmalik Amar. “Esa idea tiene que cambiar, pues resulta absurdo mantener tal grado de ignorancia, sobre todo porque las consecuencias pueden ser graves”, añade.
Hay situaciones que han dado pie a encarcelamientos de sus titulares durante más de un mes. Los problemas son más comunes de lo que parece. “Por ejemplo se da el caso, muy extendido, de que un vehículo de Ceuta con carta verde, en vigor o caducada, es vendido sin haber procedido a darlo de baja en la aduana de Bab Sebta, donde consta entrada y, por tanto, que sigue en el país.  La persona que compra ese coche puede ir a Bab Sebta con la nueva documentación y solicitar su carta verde, cosa que Bab Sebta hace sin mayor problema, pues identificado el vehículo se da de baja la importación temporal que hizo en su día el vendedor y se da de alta la solicitud del comprador”, señala Amar. “Todo bien pero siempre y cuando en la ficha del vehículo transmitido no exista ninguna incidencia; de haber algo, el comprador puede ser requerido para que responda de posibles responsabilidades, en tanto en cuanto se dilucida grado de culpa de uno y otro”, añade.
Desde ADESC se recomienda que la gente entienda que antes de comprar un coche usado debe preguntar si tiene carta verde y, si la tiene, darla de baja, y “sólo con el documento de baja en la mano podemos comprar el coche, nunca antes”, apunta.
En términos técnicos, recuerda ADESC, “nada se puede reprochar a Bab Sebta, todo lo contrario, pues existe cierta permisividad y ciertos privilegios que tan solo se aplican a los ceutíes. La carta verde ha existido desde siempre en todas las aduanas marroquíes -como existe en todas las aduanas del mundo-, incluida Bab Sebta, sólo que en esta última se aplicaba únicamente a extranjeros, habiendo estado eximidos los ceutíes hasta la entrada en vigor de la matrícula comunitaria.  Aquello supuso un punto de inflexión importante, pues en el ánimo de Marruecos no estaba cambiar las ventajas de las que gozaban los vehículos matriculados en Ceuta; sin embargo, hubo que hacerlo, pero manteniendo algunas ventajas, como, por ejemplo, el poder renovar cada seis meses la importación de los vehículos de Ceuta sin que ello suponga importación definitiva, consideración que quedó prohibida desde ese momento para los coches de Ceuta, lo que significa que un coche de aquí no puede ser vendido en Marruecos”, concluye.

Niveles de fraude que fueron en aumento y el debido control

Los controles llevados a cabo en Marruecos dan pie a detenciones que generan disgustos a los afectados. Desde ADESC se señala cómo los niveles de fraude con los que se toparon los marroquíes fueron en aumento. “Muchos resquicios fueron aprovechados por gente desaprensiva para introducir coches, piezas, y tantas otras acciones delictivas que dejaron claro que Ceuta podía ser usada como puente utilizado por extraños para volcar en Marruecos los botines automovilísticos obtenidos en Europa. Había, pues, que poner un poco de orden, tanto para unos como para otros, y Ceuta no podía ser una excepción. El fin de estas normas no es otro que hacer frente al fraude”, apuntan.

“Yo no soy terrorista ni nada”

Quién le iba a decir a Mohamed Ahmed Kerkis, ceutí de 66 años y muy popular en la ciudad por ser el encargado de preparar durante años los pinchitos en el bar ‘Sin Comentario’, que su sencilla afición le supondría tres días atrapado en Marruecos. Desde el viernes por la tarde se encuentra en su domicilio arropado por los suyos y conectado a su equipo de ventilación asistida porque es asmático desde hace diez años.
“Lo he pasado muy mal”, confiesa este vecino del Recinto Sur, quien fue retenido por la Policía marroquí por llevar más de mil casquillos de bala vacíos en el maletero de su vehículo. Niega que vaya a denunciar pero sí tiene clara una cosa: “No volveré a cruzar la frontera con vainas en el coche”. No obstante, considera que la Policía marroquí tuvo una reacción desproporcionada.
Este jubilado volvía del reino alauí el miércoles sobre las 20.00 horas cuando la Policía marroquí le detuvo en un control antidroga, según explica él mismo: “Yo venía con el partido de la Copa del Rey en mente cuando los agentes me piden que estacione mi vehículo en el arcén”. En el transcurso del registro, recuerda, abrieron el maletero para comprobar qué había en su interior.
“Llevaba las vainas vacías en bolsas de plástico”, revela Ahmed, quien gana un euro por cada kilo de casquillos que vende a una chatarrería ceutí. “Me suelo dar un paseo por la zona de García Aldave y el Monte de la Tortuga para recogerlas, no gano mucho pero me entretengo”, sostiene. Reconoce que otras veces ha cruzado la frontera con este material en el coche sin problemas. Efectivos del Ejército en la ciudad suelen recoger este material después de realizar prácticas de tiro, pero siempre se escapa algún cartucho.
Los agentes marroquíes, en cuanto descubrieron el contenido, comenzaron a registrar todo el coche, “me quitaron hasta los sillones traseros”, lamenta. Es su única queja ya que, aclara, en ningún momento fue maltratado ni engrilletado por las autoridades marroquíes. Uno de los policías condujo el coche hasta la Comisaría de Tetuán, donde él fue trasladado a bordo de un “furgón que no vale ni un duro, parecía que se iba a desmontar”.
Una vez en la Comisaría de Tetuán, Ahmed asegura que no se formularon acusaciones directas de terrorismo contra él pero sí veladas, hasta el punto de que cree que telefonearon a Rabat para trasladar sus sospechas. “Llamaron a un soldado para que analizara las vainas y concluyó que no servían para nada”, relata. El interrogatorio continuó. “Me preguntaron si era integrante de algún partido político, iglesia o iba a reuniones. Claro, yo les dije que no”, añade el jubilado.
“Me quitaron el pasaporte, los papeles del coche y la carta verde. Me quedé atrapado en Marruecos”, destaca Ahmed. Dice que pasó la noche sentado en un banco en la oficina de la Comisaría, asegura que en ningún momento fue al calabozo.
La Policía le tomó fotografías y las huellas dactilares, “pese a que colaboré en todo momento”, sostiene. “Yo no tengo por qué estar fichado. Yo no soy terrorista ni nada”, añade.
Afirma que no le permitieron ni llamar a un abogado ni hacer una llamada de teléfono. “Pasé muy mala noche, estoy enfermo y no tenía la máquina de respiración asistida. Menos mal que llevaba un ventolin y no me lo quitaron. Yo pensaba que iba a morir”, cuenta recostado en el sofá de su domicilio, colmado de los cuidados de sus familiares.
Ya en la mañana del jueves, el mando marroquí entrante le reconoció. “Me sonaba su cara porque es posible que viniera a comer a ‘Los Pinchitos Sin Comentario’, donde yo trabajaba”, apunta el ceutí. En seguida, indica Ahmed, dio orden de que lo trasladaran a un hotel de Tetuán mientras se aclaraba la gravedad de la incautación. “El jueves y el viernes podía entrar y salir del hotel sin ir acompañado de la Policía pero estaba tan débil que no podía ni andar”, comenta Ahmed, debido a sus problemas respiratorios.
Mientras, en la ciudad autónoma, su familia le buscaba desesperada por todos los lugares que suele frecuentar y también en el hospital. “Ellos nunca se hubiesen imaginado que estaba retenido en Marruecos”, comenta este vecino del Recinto Sur. En una de sus salidas del hotel, Ahmed pidió a una chica que llamara a su hija desde una cabina telefónica.
Su hijo y su yerno fueron quienes acudieron en su búsqueda y le trasladaron hasta la Comisaría para que recogiera el vehículo. “Allí me dijeron que ya podía haber recogido mi documentación antes pero que no aparecí. Yo no recuerdo que me informaran de nada de eso”, asegura.