Esposados, con andares torpes, visiblemente avejentados... Nadie diría que los dos acusados que ayer se sentaban ante el tribunal de la Sección VI de la Audiencia fueron los artífices de un pase de casi 900 kilos de hachís, que la Guardia Civil terminó abortando en octubre del año pasado. A.R.C., de 62 años y D.M.F.T., de 53 no cumplen con el perfil de traficante de hachís, capaz de pilotar una semirrígida e incluso darse a la fuga al verse sorprendido por el Servicio Marítimo.
No cumplen pero lo hicieron, por ello terminaron ayer condenados, en sentencia por conformidad, a 4 años y medio de cárcel, además del pago de dos multas de 1,3 millones de euros. Eso sí, la Sala decidió posponer la decisión en torno a la posibilidad de adoptar medidas alternativas a las penas de cárcel, toda vez que se ha pedido un informe forense para valorar el estado en que se encuentran ambos procesados.
Uno, con epilepsia e incapacidad manifiesta; el otro también con brotes epilépticos y una avanzada esquizofrenia. A juicio de su Defensa, requerían estar en otro lugar y no en prisión ya que, de hecho, el periodo que llevan en preventiva ha estado marcado por continuos traslados al Hospital. Incluso cuando fueron detenidos, uno de ellos sufrió una crisis epiléptica que llevó a tener que movilizar a los servicios sanitarios. La representante del Ministerio Fiscal se opuso a la adopción de cualquier medida alternativa al entender, incluso, que en la propia prisión podían estar perfectamente controlados.
Sea cual sea la decisión de la Sala, el hecho es que la pareja de vecinos de La Línea que se sentaba en el banquillo no era la típica implicada en estos tráficos. Más bien parecía la utilizada por los auténticos dueños de la droga para facilitar un pase de este calibre. Incluso la tarde en la que ambos fueron interceptados y trasladados a la base del puerto deportivo, tras su abordaje a unas 7 millas de Punta Almina, causaron sorpresa entre los agentes.
"Señoría, llevo parado desde 2009, mis hijos y nietos dependen de mi ayuda para comer... la luz y el agua la tenemos enganchada... era la primera vez, no lo haré nunca más", aseveraba al término de la sesión judicial uno de los acusados. Su compañero, sentado justo a su lado, asentía con la cabeza para, después, enfilar juntos el camino hacia los calabozos de la misma manera como habían entrado: torpes, cabizbajos, dibujando una escena bastante alejada de los típicos gomeros que, a bordo de planeadoras, intentan burlar los controles del Estrecho.
¿Cómo terminaron siendo protagonistas de estos hechos?, ¿cómo llegaron a aceptar el pilotaje de una semirrígida en la que previamente se habían ocultado 842 kilos de hachís?, ¿se les utilizó de manera expresa para despistar a los agentes dando el perfil de meros 'hombres de la mar'? Cuando la Benemérita los trasladó a puerto tuvo que registrar exhaustivamente la lancha, hallando en los tambuchos la mayor parte del alijo, que se valoró en 1.435.000 euros. Un pase que obedece más bien a otro perfil pero que en este caso se adaptó al de dos varones avejentados y pescadores de profesión.
La embarcación empleada, que no estaba a su nombre, fue decomisada por la Benemérita al igual que la droga, que precisamente dio pie a una de las mayores aprehensiones efectuadas en los últimos meses por el Servicio Marítimo.