La oenegé Ca-minando Fronteras ha presentado su informe Monitoreo Derecho a la Vida 2024 en el que incluye un apartado sobre Ceuta y las víctimas mortales registradas en la frontera sur, sobre todo en los intentos de cruce a nado de inmigrantes por el espigón.
“En este año 2024, nuevamente el número de víctimas en la Frontera Occidental Euroafricana supera a las del año anterior, confirmando una progresión en el impacto de la necropolítica según el histórico de datos documentados por nuestra organización”, exponen.
Con un total de 10.457 víctimas en las rutas de acceso a España, 110 fueron en la ruta del Estrecho. Así, ha habido un aumento del 58% de tragedias mortales respecto al año.
La media de muertes diarias es de 30: mujeres, niños, adultos… Y eso sin contar las 131 embarcaciones que han desaparecido con todas sus personas a bordo.
La situación de asfixia que vive el norte de Marruecos tiene sus consecuencias directas en Ceuta con los intentos de entrada muchos de ellos protagonizados por menores de edad.
En la ruta del Estrecho la situación de la infancia es calificada de “terrible”. “El 20% de las víctimas corresponde a infancia, siendo el porcentaje más alto registrado en las rutas migratorias de acceso al Estado español. El panorama de migración de jóvenes e infancia se ha transformado tras el cierre de la frontera por el covid que ha asfixiado a las ciudades de alrededor de Ceuta y ha limitado las oportunidades de trabajo y de futuro”.
“Muchos de los jóvenes y adolescentes proceden del norte de Marruecos sobre todo Castillejos, Tetuán, Tánger, Kesar Sghir, pero también proceden de zonas rurales como Beni Ahmad, y regiones de Marruecos como Sale, Fez, Meknes, Kalaat Serghena. Antes el deseo de cruzar era incentivado por la cercanía, en estos momentos las redes sociales juegan un papel importante en los cruces de la zona”, explican.
Ayudados de flotadores improvisados, con trajes de baño o neopreno buscan un pase que en demasiadas ocasiones termina en tragedia. “Las muertes están fuertemente relacionadas con los medios tan precarios utilizados en los cruces, y, por lo tanto, las políticas de sesgo migratorio en los servicios de rescate suponen un peligro enorme en esta zona, y además los jóvenes y adolescentes usan momentos donde hay niebla para poder pasar sin ser localizados”.
A.M., tetuaní de 15 años, narra su experiencia a la oenegé. “He intentado cruzar más de una vez, la verdad, ocho veces. La novena la alcancé. Antes me atrapaba la policía marroquí, me pegaban después de meterme en el coche de la patrulla. A veces me desplazaban a Fez y me soltaban en la calle desnudo, solo con el bañador. Te sientes humillado y te entra miedo. Yo solo quería entrar a Ceuta para trabajar y poder ayudar a mi familia y a mi madre”.
Cuenta que cruzó en una noche de niebla de agosto, que tardó unas 12 horas en llegar. “Nadaba y descansaba cada dos horas, la marea me ayudó mucho. Era de noche y el agua estaba fría, me dolían mucho los pies, aún así, seguía y descansaba. Cuando llegué ya era de día, estaba agotado. Esta vez entré solo, pero las otras veces con otros amigos, algunos lograron llegar y otros no sabemos nada de ellos. En mi barrio desaparecieron muchos chicos. Nadie sabe dónde están. ¿Sabes cuándo podré volver a ver a mi madre?”.
La oenegé recoge también en este informe el cambio de las rutas migratorias en cuanto al impacto o más bien la difusión en redes sociales.
“Un proyecto migratorio que antes se realizaba en secreto por cuestiones de control y seguridad, y, sin embargo, durante este año 2024 ha habido llamamientos a través de redes para organizarse e ir de forma conjunta a la frontera. La presencia de adolescentes mujeres que cruzan a Ceuta a nado es una realidad, aunque no son visibles en las calles. A estas formas de cruce tan precarias se suma la falta de respuesta gubernamental ante esta realidad, una que se distinga del control migratorio y ponga mayores medios en la protección de la vida”, exponen.
“Los que no lo logran lo intentan de forma reiterada, nuestra organización pudo obtener testimonios de adolescentes que lo intentaron hasta diez veces, algunos de ellos han perdido a sus compañeros durante la travesía. La huella y el dolor que dejan las desapariciones en esta ruta está presente entre los que logran cruzar, pero también en los barrios de los que provienen”.
Son las noticias más duras, las asociadas con las muertes de estas personas y las complicaciones ocurridas en muchos casos para lograr una identificación.
“Las desapariciones han aumentado de forma importante durante este año, pero no hay protocolos institucionales para activar la búsqueda. Las familias se organizan con los contactos de otros compañeros que lograron llegar, o bien contactan con organizaciones sociales lideradas por personas de origen marroquí. El periódico El Faro de Ceuta se ha convertido en un medio referente que publica las fotos de jóvenes y niños desaparecidos, y también son una referencia a la que recurren las familias cuando se encuentran cadáveres en Ceuta”, recoge la oenegé en su informe.
En el informe se hace una dura crítica a los rescates llevados a cabo, o, mejor dicho, al déficit de esas actuaciones porque no funcionan como debieran.
“Las rutas migratorias hacia el Estado español presentan una crisis de derechos humanos marcada por las políticas de omisión del deber de socorro y la priorización del control migratorio sobre la protección de la vida. Una situación de guerra en las fronteras donde los dispositivos que amenazan la vida cada vez son más mortíferos”, denuncia esta oenegé.
Durante este año 2024, Ca-minando Fronteras ha continuado analizando las tragedias, identificando un aumento de las víctimas vinculado a “la falta de activación de los protocolos de rescate, a los efectos de la externalización de fronteras y a la criminalización de las personas en movimiento”, denuncian.
“El resultado de nuestra investigación pone en el centro de las causas que provocan la mortalidad en frontera la utilización de medios de búsqueda y rescate con sesgo de control migratorio. Esta es una práctica generalizada que hemos identificado en todas las rutas de acceso al Estado español y que nuestra organización ha monitoreado en distintos informes publicados los últimos años”.
La falta de activación oportuna de los servicios de búsqueda y rescate se ha convertido “en una práctica recurrente en estas rutas. Muchas embarcaciones en riesgo, incluso cuando se proporciona su geolocalización, no reciben asistencia inmediata”, añaden.
“Esto se agrava con la tendencia hacia búsquedas pasivas, ineficaces frente a situaciones de emergencia. La exposición prolongada al riesgo en alta mar provoca un incremento de las muertes. A esto se suma el escaso tiempo de supervivencia cuando las personas utilizan infraembarcaciones neumáticas en la zona atlántica, o cuando los jóvenes se lanzan al mar intentando cruzar a nado el espigón que separa Marruecos de Ceuta”.
“Durante nuestra investigación hemos documentado que los servicios de rescate evalúan de forma arbitraria las condiciones de riesgo de las embarcaciones, a pesar de saber que ninguna cumple los estándares mínimos de seguridad náutica. Esta arbitrariedad resulta en demoras o inacción frente a embarcaciones claramente en riesgo, lo que ha provocado naufragios y muertes evitables, además de un desamparo para quienes lanzaron llamadas de auxilio en condiciones críticas”.
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El derecho a la vida surge en el mismo momento en el que se nace y algunos inclusos opinarán desde el mismo momento en el que se concibe la vida, independientemente del lugar. Estás ONGs que sólo saben poner el grito en el cielo desde la comodidad y la seguridad de países donde se les financia, proporcionando fondos para su existencia, deben predicar, trabajar y reivindicar donde está el problema. Tiene c****** que evalúen las condiciones de las pateras y que no entren a criticar quién las fabrica y quién permite que esas embarcaciones se echen a la mar. Que se establezcan en los puntos de salida de dichas embarcaciones, que todas estás ONGs saben cuáles son, e informen a los que quieren realizar la travesía de los riesgos y de lo que les espera si tiene la suerte de llegar a la tierra prometida, que no es Jauja.