A pie de frontera
La situación que se registra en la frontera no cambia. Los amagos de avalancha son continuados y hay quienes aprovechan el caos para sacar los bultos que, todavía de noche, son bajados de las consignas irregulares.
Un puñado de guardias civiles tiene que contener este constante intento por salir a la carrera. En cuanto hay un despiste se intenta formar una avalancha. Así, hasta la desesperación.
Los servicios públicos o de asistencia no pueden llegar a la frontera, de hecho se ha llegado a requerir de una ambulancia que no ha podido atender la incidencia al no poder superar las tremendas colas. Los agentes, a pie de Tarajal, lo reconocen: “Cualquier día va a suceder una desgracia”.
La presión es constante y no deja ni un momento de descanso. No hay de momento soluciones inmediatas. La playa se convierte en aparcamiento, no se respeta siquiera la normativa. Es el mundo del descontrol o, sencillamente, el mundo Tarajal.