El cierre de la frontera del Tarajal de Ceuta, que cumplió en la noche del 13 de marzo dos años, dejó familias completamente separadas y auténticos dramas. En Castillejos vive una anciana de 80 años, vecina de Ceuta, que quedó al otro lado de la frontera junto a una hija y su nieto, Achraf. La salud mental de este último cada vez es peor, hasta el punto de haber causado destrozos en la casa o haber amanecido deambulando por la calle, sin rumbo fijo.
No solo su abuela, sino también los vecinos de esta mujer y amigos, se unen en la petición de auxilio para que se intervenga de alguna manera con el fin de que este ceutí pueda ser trasladado a su ciudad para recibir tratamiento psiquiátrico. Indican que lo ven por las calles descalzo, en ocasiones comiendo lo que encuentra porque es incapaz de controlar sus actos. Dispone de su documentación, de su DNI ya caducado, y papeles personales. Es un ceutí bloqueado por la frontera, atrapado en su propia enfermedad y sin solución inmediata como la necesita. Los vecinos de Castillejos, que conocen el caso, dan la voz de alarma al igual que la abuela para reclamar ayuda.
En Marruecos no se le da este tipo de atención, explica su abuela, quien tampoco quiere que ingrese en algún centro del país ya que teme que su situación pueda empeorar. Solicita que sea trasladado a Ceuta, para evitar una situación destructiva para él mismo pero también para quienes le acompañan, ya que temen cualquier incidencia fruto de su nulo control.
La abuela cuenta a este periódico que ella estuvo viviendo toda su vida en Ceuta, como su nieto, en Capitán Claudio Vázquez, pero con la pandemia y el cierre de fronteras quedó atrapada en Marruecos junto a una de sus hijas. Con ella quedó su nieto, quien presenta una enfermedad psíquica y no recibe tratamiento, lo que lleva a adoptar comportamientos extremos como manipular el butano o salir de casa sin vestimenta. En una ocasión se le localizó a kilómetros de su hogar, descalzo y expuesto a cualquier accidente.
Necesita medicamentos específicos y una atención que en Marruecos no la puede recibir. Él es español, pero por su situación no puede volver por sus propios medios en ninguno de los transportes habilitados, requeriría de una intervención directa de las autoridades para sacarlo del país, trasladarlo a Ceuta y que pueda ser tratado aquí de manera adecuada.
Hasta el momento no han recibido ayuda por eso han recurrido a El Faro para que, al menos, se pueda conocer su historia.
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