Cuando en una película se junta a un autor de sello reconocible y prestigioso como Danny Boyle (Trainspotting, 127 horas, La playa, Slumdog Millionaire entre otras muchas) con el guionista de Love Actually, como les gusta promocionar en el propio cartel de esta cinta, la combinación puede ser, de hecho es, tan poderosa como extraña a la vez.
El guión parte de la premisa de una especie de apagón surrealista que sufre el Mundo en el que algunos conceptos sin los que hoy no nos imaginamos se pierden por el camino; uno de ellos es ni más ni menos que la extraordinaria carrera de Los Beatles, sin la que la historia de la música no sería igual. El único que aparentemente recuerda todo lo que ya no existe es un músico que pelea por un hueco y que no ha tenido hasta ahora demasiado éxito con sus canciones. ¿Qué harían ustedes? Pero el estrellato cuando sabes que no se debe a tus propios méritos sin duda se convierte en una tortuosa senda que hay que saber andar… si no estás dispuesto a pararte a mitad de camino.
Las escenas frenéticas y divertidas, visualmente poderosas a cargo de Boyle nos recuerda que es el firmante de una obra que tiene más paternidad en realidad por parte de quien escribe un guion que acerca una interesante, aunque algo loca y rocambolesca idea, más a una comedia romántica (británica, tengamos eso en cuenta) al uso que a un proyecto realmente original y rompedor. La mezcla de ambos conceptos, vanguardista en lo estético y conceptual, muchivisto y mejor en lo referente al desarrollo, pero que suele quedar bien y es del agrado del respetable. Un poco raro, pero con mucho encanto y trazos de cine que se sale de lo corriente, podríamos resumir. Todo un oasis en época de sequía, podemos añadir.
Resulta por supuesto evidente y de mención aparte en una producción que basa su potencial éxito en torno al eje musical de la obra de Los Beatles que la banda sonora debe necesariamente ser protagonista, muy mala señal sería el efecto contrario, y tanto nostálgicos fans como melómanos de a pie, incluso los profanos con poco sentido del ritmo así lo comprobarán.
Flota pues en el ambiente la idea pues de que podría haberse ensamblado un resultado final más compacto y sólido en las ideas a transmitir, aunque deje algunas buenas esporas para la reflexión, en vez de acabar convirtiéndose en un pulso por ver qué firma ilustre se acaba notando más en aquello que se nos ofrece puede haber vulgarizado un poco lo que habría podido llegar a cotas mayores. Musicales reflexiones pues sobre la fama, la justicia, la oportunidad del momento, la mitificación y algunas más para copar no obstante y con justicia gran parte del interés cinematográfico del verano. Viendo las alternativas, yo no la dejaría escapar.
PUNTUACIÓN: 7
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