Pepe Sacristán ha sido elegido por la Academia de Cine para recibir el Goya de Honor 2022, premiando así una carrera de más de sesenta años que aún continúa, especialmente intensa en el teatro. La propia Academia ilustra el comunicado de la noticia con las siguientes palabras: “por representarnos de forma única en tantos títulos inolvidables que forman parte de nuestra memoria íntima”. El actor madrileño de 84 años, uno de los fundadores por cierto de la Academia hace 36 años, no había tenido demasiada suerte en forma de galardón, pero este año el mundo del cine español y en español se rinde ante uno de los rostros del “landismo”, ya ha llovido y ya se ha desencasillado el protagonista infinidad de veces desde entonces, una mente clara, clarísima, y la voz de la experiencia (y qué voz tiene el caballero), que en este caso en especial, es más que un grado.
Además, Sacristán ha recibido este año el Premio Nacional de Cinematografía, concedido por el Ministerio de Cultura y Deporte, en reconocimiento a su carrera, y que resalta mucho más allá del componente político que se le pueda ver y que pueda tener este honor, el trabajo del ya uno de los grandes de la escena en España. Y lo hace cuando aún está en activo y su cabeza tan amueblada (más o menos, podríamos matizar) con los muebles de siempre, pero en cualquiera de los casos, muy pero que muy bien amueblada.
El reputado actor, que se ha mostrado “orgulloso y agradecido por este premio”, quien le conoce dice que no se podría esperar otra cosa que alegría y humildad, inició su andadura artística en los escenarios en 1960, y poco después pasó también al cine, donde debutó con La familia y uno más en 1965. Participó en muchas de aquellas comedias de destape que marcaron una época para bien y para mal, junto a Alfredo Landa y José Luis López Vázquez, aunque empezó a compaginar también con notables papeles dramáticos en trabajos como Un hombre llamado Flor de Otoño, de Pedro Olea, La colmena, de Mario Camus, o El pájaro de la felicidad, de Pilar Miró.
El actor ha presentado hace bien poco, dando muestras de una enorme actividad profesional, su obra El hijo de la cómica, en homenaje a su amigo Fernando Fernán Gómez, otra pata para un buen banco. Asegura el protagonista del premio que se siente muy afortunado de haber podido “jugar” durante tantos años, porque más allá del enorme esfuerzo que pueda conllevar su trabajo, para él no deja de haber sido un maravilloso juego de toda una vida, el de ponerse una máscara a diario y que te aplaudan y paguen por ello si lo haces bien.
ha trabajado entre otros con Mario Camus, Roberto Bodegas, Pedro Olea, Gonzalo Suárez, José Luis Garci, Adolfo Aristarain, Pilar Miró, Eloy de la Iglesia, Manuel Gutiérrez Aragón, Pedro Lázaga, Mariano Ozores, Jaime Camino, Gillo Pontecorvo, Pedro Masó, Francisco Regueiro, David Trueba…Una muy nutrida lista a la que se suman nuevas generaciones de cineastas como Javier Rebollo, Pau Durà, José Skaf, Kike Maíllo, Isaki Lacuesta, Carlos Vermut y Bernabé Rico.
Ha participado en más de 125 películas, algunas de ellas muy populares como Don erre que erre, La tonta del bote, Soltera y madre en la vida, Vente a Alemania, Pepe, El abuelo tiene un plan… También se ha puesto detrás de la cámara en Soldados de plomo, Cara de acelga y Yo me bajo en la próxima, ¿y usted?
Sacristán asegura que no tiene la más mínima intención de retirarse. Porque él lo vale, suerte que tiene el espectador.
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