Hace más de una década que Dreamworks sorprendió a todos con una propuesta de guion fresco e interesante y de puesta en escena cuidada al detalle, con una ambientación original y portentosa en el plano técnico. Fue una puesta en escena que llamó la atención por lo llamativo de que unas figuras de animación pudieran llegar a verse tan reales, y la clave era aunar alma (personajes cuidados y bien escritos) con capacidad profesional de realizar con un ordenador (hablando con mucha ligereza) que nos transporta más allá de lo que parecía posible hace no demasiado tiempo en la industria del cine.
Aquello que rompió moldes ha dado para dos películas más, y aguanta ahora con mérito en cartel esta tercera parte que cierra una trilogía que ha tenido suficiente carrete como para, a pesar de ir desinflándose, mantiene suficientes argumentos como para atraer al espectador y acabar dignamente el asunto.
La cercanía de las festividades siempre aportan un impulso extra a las cintas de animación, con la libertad vigilada que el cierre de las escuelas otorgan a los pequeñajos, y también con el consecuente dolor de cabeza de los adultos, y las aventuras de vikingos y dragones pueden ser un bálsamo ideal para cubrir una tarde de mal tiempo y chavalería enloquecida.
La puesta en escena vuelve a ser la mayor fuerza de esta tercera entrega, que llama la atención por su dinamismo visual y su realismo. La historia ya va siendo mucho menos consistente, siendo cierto también que los momentos de humor entre el protagonista humano y su compañero draconiano continúan siendo efectivos.
En esta ocasión se toparán tras reunir a los dragones en una isla donde poder vivir todos juntos y felices, con un terrible cazador de estas especies, que acompañado por sus particulares mascotas pondrá el siniestro toque antagónico que toda aventura necesita. Qué sería de ying sin el yang y viceversa, y qué sería igualmente del cine sin unos malos que echarse a las fauces…
Hipo y Desdentao tendrán que cerrar esta extensa historia contada en tres entregas descubriendo cual es el verdadero destino de ambos, no sin sortear la mayor dificultad que puede aparecerles, que no es un bárbaro con hacha en mano o una terrible y grotesca criatura que escupa ácido, sino una aparentemente apacible e inofensiva figura femenina.
La franquicia que ha deleitado a tantos, dado para tres cintas, una serie e innumerables artículos de mercadotecnia se despide con la sensación de que se va justo a tiempo, dando un poco más de lo que ya ha gustado tanto y en su versión española con una muy bonita canción de Melendi en los títulos de crédito. Adiós con el corazón y una sonrisa en la cara…
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