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Crisis y restauración de la cultura cívica

La crisis económica, además de traer mucho sufrimiento y malestar por lo asimétrico del reparto de las cargas negativas, también está proporcionando ámbitos de cooperación humana dónde la solidaridad y la cultura encuentran espacio para desarrollar proyectos ilusionantes.

Bien es cierto que las experiencias que prosperan en este sentido provienen más de la gran ciudad, no obstante, nada excluye a las iniciativas de las pequeñas ciudades y los pueblos. Contrariamente podríamos suponer que, en estos últimos entornos mencionados, sería, a priori, más fácil la cooperación entre vecinos y las actuaciones culturales y sociales podrían dotarse de mayor consenso que lo que cabría esperar en una gran ciudad. A pesar de que algo hemos escrito en relación al urbanismo ceutí criticando la mayor parte de las improvisadas, desnortadas, y también a la luz de la actualidad, anacrónicas maneras de ocupación del territorio, todavía queda muchísimo por hacer en este amplio campo de la cultura de las ciudades.  En nuestra urbe, tan provinciana y conformista, que se mira en el espejo de la subvención de alto copete y dónde hasta los innecesarios e inútiles enchufados/as de pedigrí o de papá y mamá necesitan ser pagados con enormes sueldos a costa de nuestros sufridos impuestos es tan complicado como necesario poder llegar a crear un verdadero tejido que consiga bellos tapices de cultura cívica cooperativa. Aunque el gran problema de Ceuta es justamente la enorme subvención y el veneno intoxicador que supone una administración local hiper-inflada con un capítulo uno para enmarcar entre los grandes desatinos de la historia de Ceuta. Justamente la subvención es uno de los escollos que no nos deja evolucionar hacia modelos de ciudad menos despilfarradores y adaptados al entorno. Este excesivo mimo económico sin obligar a las reformas necesarias en la institución municipal, no es un síntoma de interés hacia Ceuta sino de despreocupación por resolver sus problemas y hacerla evolucionar. Mientras fluya el dinero fácil de Madrid todo seguirá como está, que no significa necesariamente bien, pues este sistema finalmente beneficia a los caciques de siempre y sus satélites mientras va precarizando y exaltando a las masas sociales que se tienen que conformar con migajas. Es tanto el desequilibrio entre la población que es raro que no se hayan producido problemas de orden generalizados. La cohesión social por el contrario se beneficia no tanto de la burocrática y fría subvención, que si bien se puede considerar con razón en muchos ámbitos necesarias y equilibradoras, sino especialmente de proyectos inclusivos que, contando con los protagonistas principales, desarrollen novedades socialmente ilusionantes o recuperen algo de interés general para un barrio determinado. Sin embargo, la argamasa social necesaria para dar los pasos necesarios en un determinado sentido debe contar con elementos de consenso esenciales y en esto cuanto más haya mejor le irá a los proyectos ciudadanos. Desde nuestra modesta asociación pudimos desarrollar y consensuar con ayuda de numerosos colectivos sociales la Agenda 21 local de Ceuta. Entre otras muchas cosas, este documento significa un gran acuerdo social para llevar a cabo proyectos en beneficio de todos y contando con la opinión de todos. Aquellos momentos fueron importantes e ilusionantes por la elevada participación social que encontramos, posteriormente pudimos dar otro paso decisivo al poder llevar a cabo el plan de acción del mencionado documento con presupuestos y actuaciones concretas que validaran la mayor parte de los asuntos consensuados por todos en las sesiones de trabajo. Un documento tan importante encerrado en un cajón, la lamentable ineptitud de los gobiernos municipales y de los representantes de los partidos políticos en la oposición. Todos los partidos políticos a pesar de que asistieron y participaron en las sesiones para el diseño de la Agenda 21 ceutí no se han preocupado ya no solo de ponerla en marcha sino de tomársela con un mínimo de seriedad y respeto. A estas alturas, poco cabe esperar de la política oficialista municipal en clave de participación ciudadana y todo hay que esperarlo, sobre todo por ser optimista y porque no hay otra opción, de la sociedad ceutí. En el ámbito urbanístico, y teniendo en cuenta la ignorancia manifiesta en materia de fisiología urbana unida a la improvisación burocrática constante, a la obsesión narcisista de pasar a la posteridad con la gestión del dinero de todos, a la falta de mentalidad inclusiva y a la absoluta ausencia de claridad de ideas sobre las cuestiones prioritarias; en este sentido, los recortes de las subvenciones en estos capítulos por parte del estado central no serían malas noticias. La ausencia de ideas y vitalidad corroe al mediocre poder que nos gobierna pues al fin y al cabo, ¿por qué personas que se pasan la vida trabajando encerradas en un despacho van a ser necesariamente talentosas?. Solo basta mirar con ojos reflexivos y refinados a nuestro territorio para ver la gran falta de talento que hay en la gestión municipal de Ceuta. De acuerdo con José Antonio Marina, pensamos que el talento hay que desarrollarlo con la cultura y la educación dentro del amplio abanico de posibilidades que ofrece el mundo natural y la sociedad a nuestro cerebro y espíritu inquieto; por el contrario las capacidades son innatas y si no se educan adecuadamente no proyectan el talento y por otra parte no representan ningún mérito pues se nace con ellas. No obstante y como no tenemos vocación de oráculos de la verdad pero tampoco de crédulos de un sistema insostenible y profundamente alienante, vamos a referirnos en otro próximo artículo a algunas iniciativas pasadas y presentes que están surgiendo en ciudades europeas, algunas de estas ideas y muchas otras adaptadas a nuestro entorno, inclusivas y consensuadas con los vecinos y ciudadanos se podrían llevar a cabo en nuestro territorio sin grandes costes económicos. Las principales fuentes de inspiración son el clásico de urbanismo americano y obra cumbre de Jane Jacobs y también en las recientes experiencias del grupo británico de acción cívico-arquitectónica “Assemble”.   

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