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“La crisis fundamental del Poder Judicial realmente es una crisis de medios”

A sus 28 años, David Fernández ha conseguido ser el número uno en la oposición para jueces en nuestro país. Una recompensa a cinco años de estudio y sacrificio, además de un orgullo para su familia. De esta forma, este joven ceutí cumple su sueño de ser juez, aunque aún le quedan dos años más por delante de formación hasta conseguir un destino donde empezar a ejercer. Por el momento no sabe dónde comenzará su carrera como juez, pero no descarta terminar ejerciendo en Ceuta.

–¿Por qué decidiste hacerte juez?

–Es una decisión que tenía muy clara desde pequeño, tanto que quería estudiar Derecho como que quería ser juez. Cuando ya estaba en la facultad lo tenía muy muy claro. Luego, la misma persona con la que tuve las prácticas en la facultad ha sido quien me ha preparado la oposición. No tuve ninguna duda desde el principio.

–Has quedado el primero en toda España en la oposición de juez, que es bastante exigente, ¿es tan difícil llegar hasta ahí, tanto trabajo hay detrás?

–La oposición debe estar entre los temarios más extensos de las altas oposiciones de este país. Desde que terminé la facultad en septiembre empecé ya a prepararlo, no cogí ni un año para máster ni un año de descanso ni nada, directamente me puse a estudiar, porque cuanto antes empezásemos antes terminaríamos.

El sacrificio han sido muchos días levantándome temprano, desde las nueve de la mañana hasta las dos, parar para comer y descansar una hora y tres cuartos y luego es hasta las nueve de la noche cuando terminas. Así, más de cinco años.

–¿Tan difícil es la vida del opositor?

–Tienes que distribuir muy bien el tiempo, porque no es sólo estudiar. Al ser una oposición que preparas durante tantos años tienes también que mantener la mente despejada, intentar hacer deporte, aprovechar los días de descanso. En mi caso eran los sábados, entonces podía salir los viernes por la noche o los sábados podía comer fuera o quedar con los amigos… Los descansos eran casi igual de importantes que mantener unas horas de estudio y un ritmo de estudio. Intentar no fallar ningún día, porque hay días que no se estudia igual, en los que la soledad o el piso se te hacen más grande y tienes que intentar aguantar, levantarte, volver a ir al día siguiente e intentar no fallar ninguna de las veces que vas con el preparador. Eso es lo fundamental.

–Es muy importante la relación con el preparador, ¿verdad?

–Tiene que haber cierto feeling para estar tantos años. El preparador se convierte en un pilar indispensable, como la familia, los amigos o la pareja. Son piezas que si no estuviesen, es imposible sacar esto adelante.

–¿Qué sentiste cuando te dijeron que ya habías aprobado?

–Es un momento en el que tienes que estar contenido, porque la tarde que yo me examiné, otras dos chicas se examinaron conmigo y por desgracia no aprobaron. Los aprobados y las notas las dan al final, una vez que se han examinado los opositores que han sido convocados ese día. Así que estás ahí delante con dos personas que le han dado la peor noticia de su día y tú tienes que estar intentando que no se te note. Es casi mejor esperarse a salir, cuando se llama a la familia, que es el momento más bonito, cuando ya te lo empiezas a creer y disfrutas de verdad.

–Entre los opositores, ¿hay competitividad o se crea una unión?

–Es más unión, porque en esos momentos están los padres de los opositores, que lo sufren mucho o las parejas y los amigos, y en esos momentos se mandan ánimos. Además, como los llamamientos se dan por apellidos, ya llevo una par de años que he coincidido con la misma chica, justo en el examen, los dos suspendimos el año pasado, ella ha suspendido este año, pero se intenta dar ánimo, que sigan, que viene una oportunidad muy buena y hay que seguir.

–Muchos magistrados, de hecho así se ha visto en concentraciones, aseguran que la Justicia está pasando por una crisis de credibilidad. ¿Es un mal momento para subirse a un estrado?

–Creo que es el mejor momento. Primero porque es una profesión que creo que es preciosa, que es absorbente, pero muy bonita. Y segundo, porque la crisis de credibilidad que pueda tener la Justicia o el Poder Judicial al final es un problema de comunicación entre la sociedad y el propio Gobierno, el propio Poder Judicial. En España tenemos una administración de justicia que adolece de muchísimos problemas, fundamentalmente la falta de medios. Ningún partido político, para ninguna formación, ni para ningún gobierno, la justicia de este país ha sido un problema de primer orden.

La justicia tiene unos medios del siglo XIX, tiene unos profesionales extraordinarios, unos funcionarios, unos letrados de la Administración de justicia y jueces que están muy dedicados a su labor, pero carecen de los medios para poder transformar la justicia española en una justicia del siglo XXI, en una justicia europea.

–¿Crees que el sistema judicial, en general, necesita alguna reforma?

–Para mí es difícil contestarlo sin haber ejercido nunca. Hay datos como la ratio de jueces por habitante, que en España está alrededor de la media europea, que eso con un incremento de plazas y dotando de nuevos juzgados puede solventarse. Hay juzgados que están señalando vistas para finales de 2020 y una justicia que es lenta no puede ser justa. La gente tiene la sensación de acudir a los juzgados y cuando obtienen la resolución, la solución al problema, ha pasado un tiempo que hasta es difícil poder reparar los daños que se han causado. La crisis fundamental del Poder Judicial realmente es una crisis de medios, en mi opinión.

–¿La ciudadanía sabe cómo funciona la justicia en España, sus obligaciones y derechos?

–Al final esta clase de profesiones, en esta clase de trabajos en los tribunales, en muchas ocasiones requieren un nivel técnico de precisión técnica tan elevado, un rigor en terminología o cuestiones jurídicas que se escapan del día a día de la gente, que es difícil acercar eso a la ciudadanía.

Muchas veces tienes que hilar fino, tienes que usar técnicas, términos y doctrinas que son técnicamente muy precisas y es difícil trasladar a un lenguaje profano no jurídico. Igual que los cirujanos o los médicos, que nadie opinaría si hace bien una operación o no. Sin embargo, en Derecho, a veces parece que todo el mundo tiene patente en corso para opinar si está bien o si está mal, cuando detrás de una resolución o detrás de una demanda o un recurso hay un trabajo previo muy grande y muy complejo en lagunas ocasiones

–¿Te gustaría ejercer en Ceuta?

–Es una posibilidad que valoro, depende de las plazas que oferten el año que yo termine mi formación, pero es una posibilidad que desde luego no descarto. A mi familia le encantaría tenerme por aquí.

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