Estamos viviendo un verano de sobresaltos y asaltos a la valla del perímetro fronterizo de Ceuta sin que aparentemente nada se pueda hacer para impedirlo. Ríos de tinta suelen correr en el decano denunciando la irresponsabilidad de las autoridades políticas al mando y la sempiterna falta de efectivos policiales que contenga esta marea africana. Un buen creyente del estado nación estaría de acuerdo en regular la situación para que no se dieran situaciones dramáticas de frontera, tan típicas en la marinera ciudad. Este tipo de ciudadano podría coincidir con nosotros en que sería bueno que en el congreso de los diputados y en el parlamento europeo se dedicaran a trabajar para solucionar los problemas; incluso reprobaría la continua batalla sin fin de todos contra todos que se practica ininterrumpidamente en las democracias modernas occidentales. En cualquier caso, querría que se trabajara tanto en el blindaje de fronteras como en una inteligente cooperación internacional en los países de origen para conocer cuales son los motivos del gran éxodo de población que estamos viviendo. Un verdadero cumplidor del circunloquio de los papeles sin fin y la burocracia querría que se estableciera una oficina de extranjería en una zona pactada con Marruecos para pedir los documentos pertinentes de entrada a todos aquellos que, dejando tierra y hogar, se han aventurado a llegar a la Europa de los supuestos milagros económicos. Por lo tanto, y después de actuar en los países de origen y revisar la documentación pertinente, se podría pactar acoger a aquellos que cumplan una serie de requisitos que se exigen de forma corriente a la población residente en la UE. Posiblemente, se podrían seleccionar a los ciudadanos directamente en las embajadas de turno ahorrándoles mucho sufrimiento a todos aquellos que cruzan miles de kilómetros para alcanzar las cercanías de Ceuta y otros enclaves del norte de África. Cualquier ciudadano con trabajo remunerado y pagador de impuestos, querrá que las fuerzas de seguridad, incluido el ejército, que se financian con sus aportaciones, blinden el perímetro fronterizo para que no penetren de forma irregular los que ahora asaltan la valla fronteriza. Para cualquier estado sus fronteras son inviolables y esta es una de las características que definen a los estados nación. A falta de decisiones políticas pertinentes, el desánimo va calando en el ciudadano, entre insufribles sesiones parlamentarias, luchas de ideologías y en definitiva búsqueda sectarista del caladero de votantes de cada uno de los partidos políticos que forman parte de la oferta democrática en los distintos países europeos. La ausencia de decisiones políticas aumenta el drama de tal manera que las iniciativas ciudadanas excelentes deciden ir por libre y dedicarse a salvar vidas en el mar antes de ver como la sinrazón y pasividad político-burocrática crean el caos y provocan mortandades sin precedentes en procesos migratorios recientes. Claro que si algunos de estos parlamentarios europeos y de los diferentes parlamentos de los estados nación se decidiera a dejar de pelearse y mirase al problema africano podrían llegar a ver la luz y la sombra del asunto migratorio en el saqueo organizado de los recursos por parte de las multinacionales y las naciones europeas y también tomaría conciencia del imposible crecimiento demográfico que se procura sin control en el continente que alumbró a nuestra desquiciada especie. A partir de este momento, podría suceder que los parlamentos se dieran plena cuenta de que quizá parte de nuestra riqueza material está basada en la pobreza de muchos otros. Quizá estas instituciones se podrían convertir no solo en espacios para la discusión y el sano enfrentamiento ideológico sino en lugares de cooperación y de apoyo mutuo para comenzar a comprender que los problemas complejos requieren soluciones diversas y el concurso de todas las partes. Puede que, en contra de los lobbies del poder económico, al menos se dijera a las claras que hay que luchar contra la demografía humana descontrolada y reflexionar profundamente sobre la importancia de repartir la riqueza y cómo hacerlo sin crear traumas inasumibles. Está claro que no se van a resolver los problemas de la inmigración de un plumazo y que las mentalidades africanas en relación a la procreación no van a cambiar de súbito. En cualquier caso, el ciudadano creyente en que el estado nación realmente existe y no es un invento moderno con poco recorrido histórico y menos futuro, podría al menos reconfortarse con un paisaje plagado de políticos y burócratas aplicados a la causa del mantenimiento del propio estado y sus fronteras y con conciencia democrática y humanista. Por desgracia, nada funciona realmente en los estados nación europeos salvo la economía de consumo, la recaudación de impuestos, cierta ayuda social y la inversión en sanidad, educación y transportes. Los estados son entes tan paquidérmicos que bien podrían ser inviables en menos de un siglo o antes si se termina el petróleo barato para todos o los recursos naturales se agotan antes de lo previsto.
Un paseo por cierto cauce de la sierra de Anyera despierta del adormecimiento incluso a los menos críticos y dóciles de la sociedad. Allí de la mano de un chico de Etiopia que sueña con estudiar filosofía en Europa estuvimos deambulando por esta zona tan bonita de la sierra. El joven etíope nos explicó algunos pormenores de su viaje y sus expectativas de cara al futuro y también nos informó que los grupos de africanos están repartidos por países a lo largo del fondo de un barranco en una zona poco accesible y donde la basura rebosa por todos los rincones. Hacía pocos años habíamos recorrido este solitario cauce hundido dentro del bosque y lo conocimos en buenas condiciones antes de que lo tomaran los diferentes grupos de africanos. Los que viven en las zonas más expuestas se han provisto de un básico sistema de alarma hecho con latas y cuerdas que les avisaría en el momento que los militares marroquíes o cualquiera se acercara durante la noche a sus campamentos. En la medina antigua de Tánger también se hacinan africanos esperando su oportunidad para llegar a nuestro país.
El punto de vista de muchos ciudadanos ante las migraciones es egoísta y miedoso, y no deja de ser un reflejo de los propios estados-nación que han convencido a todos que la felicidad está en la economía de mercado y las grandes multinacionales, ser un obseso del trabajo y el dinero, buenos hospitales sin humanidad, grandes carreteras sin vida, que lo bueno en política es pelearse y no cooperar, que el mundo es una jungla que solo vence el más fuerte, que todo lo bueno es caro, etc. Sin embargo, los irresponsables de la política democrática europea no habían previsto que su modelo social ha generado más tontos del culo conformistas y miedosos de los que podrían suponer. Éstos han estado sobreprotegiendo a sus retoños pensando que iban a ser estupendos ingenieros en un mundo feliz y que los harían sentirse satisfechos por poder hablar de sus hijos como tema de conversación con sus joviales vecinos de piso. Y por intentar mantener lo que ellos suponen lo máximo: las montañas, ríos, mares, nubes, poesía, la diversidad de especies, los grandes ecosistemas, los paisajes y el patrimonio cultural, la ética, la amistad, el apoyo mutuo……..¡Que no! ¡que era broma!, me estoy refiriendo a lo bueno de nuestro mundo: las grandes superficies, la ropa de moda, los gimnasios, la competitividad, los tatuajes, los aeropuertos petados de franquicias y comida chic, los perfumes vulgares, las buenas carnes añejas rojas a cualquier hora y la tele basura. Por conservar todo esto último, están dispuestos a unirse a los totalitarismos más recalcitrantes y a entregarse a la nueva caterva de políticos intolerantes con tal de que les blinden las fronteras.
Los simplemente burgueses que no saben vivir fuera de sus calles y barrios bien asfaltados también perderán el norte, y ante el miedo se le cerrarán los escasos entendimientos que tuvieran en condiciones normales. Los librepensadores sufrirán doblemente por saberse gobernados por inútiles y por ver que próximamente sus escasos derechos serán pisoteados por los más burros y retrógrados. En general, ante las situaciones caóticas no previstas en el guión establecido del futuro previsible, las sociedades buscan respuestas insólitas y se refugian en el anacronismo, el tradicionalismo y el conservadurismo que es una pequeña parte de la historia, queriendo además leerla literalmente como fuente de salvación para todos nos queramos o no salvar. Después de haber devuelto hace escasamente veinticuatro horas a un puñado de subsaharianos a Marruecos más de uno dormirá tranquilo sabiéndose protegido por su estado nación.
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