En puridad, el sistema no nos exige mucho conocimiento, más allá de la especialización en alguna rama. Pobre bagaje si buscamos elevar la condición de la salud mental, ya que, en cierta manera, la aventura del empoderamiento es la aventura del saber.
Antes bien, os propongo un sistema alternativo, o cosmovisión, según mi experiencia y basado en una cuádruple circunstancia (recordemos el “Yo soy yo y mis circunstancias” de Ortega y Gasset).
Si encontramos el equilibrio en cada uno de estos cuatro aspectos, habremos fortalecido la salud mental, habremos ensanchado nuestras bases, o como se dice ahora, seremos más resilientes.
La primera circunstancia es tan antigua como nuestro origen, y trata de la relación del individuo con el universo. Estamos sujetos a las leyes del espacio y del tiempo. El universo se muestra en todo su esplendor en las noches estrelladas, y una voz nos sugiere la fe: ¿tiene el cosmos una autoría?
Bajamos la mirada y observamos la belleza de los bosques, de los ríos y los océanos. Todo el entorno nos invita a vivir, pues ¿qué es la vida sino una invitación a descubrir sus secretos?
Sin embargo, el equilibrio que procura la naturaleza es inestable, ya que existieron la escasez y los desastres ambientales.
Después, la circunstancia social. Las comunidades de individuos fueron creciendo y perfeccionando el arte de la supervivencia, hasta llegar la sociedad de masas (son hitos el control del fuego, de los metales, y del cultivo). En los días de hoy vivimos la revolución tecnológica.
Ahora, las personas han de aguzar el ingenio y encontrar un rol social u oficio, condicionante último de la salud mental.
La sociedad es un organismo necesario, basado en la globalidad de la economía, y en el devenir de los acontecimientos históricos. No cabe aislarse.
Si bajamos el ángulo de visión, estaremos ante un vértice fundamental del cuadrado: el círculo afectivo.
La mente precisa el calor y la sensación de seguridad que te da el entorno más cercano, y donde desarrollamos nuestras vivencias más íntimas. Es importante aquí comunicar nuestra emocionalidad y sentimientos.
Sin este eslabón, la cadena de la salud mental se rompe, y entra en una espiral de inestabilidad. Debemos fortalecer los vínculos más cercanos como respuesta a la despersonalización de la sociedad moderna.
Por fin, la mente es un órgano vital, con un funcionamiento biológico, y que hace de la existencia una experiencia subjetiva. Por tanto, la genética es una circunstancia determinante para el desarrollo, o no, de un problema de salud mental. La conciencia de cuidado y buenos hábitos pueden reducir este peligro.
Si logramos cierto grado de definición en estas cuatro circunstancias, dibujaremos un cuadro, o cosmovisión, que servirá de base para el disfrute de la belleza, y para la victoria sobre el malestar psíquico.
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