Son un trío característico que se mueve desde compases flamencos, hasta el funk o el jazz. Podrán saborear su mezcla de estilos esta noche en el Revellín
Al pronunciar Glazz podemos acordarnos de algún cristal roto o una ventana con vistas a cualquier paisaje cercano. Al escuchar lo que ese nombre esconde tras su música descubrimos que el sonido nos aproxima a cualquier paraje mucho más remoto, donde la mezcla de sensaciones y referencias nos empaña la mente y el alma y redescubrimos el placer de dejarse llevar por unas canciones tituladas al azar y paridas con la improvisación y el instinto como únicos referentes. Los mimbres son fuertes y variados, y en la efectividad como músicos de Javier Ruibal Jr. en la batería , Daniel Escortell en el bajo y José Recacha en las guitarras reside la clave para que estas grabaciones, continuas en el tiempo y anárquicas en la memoria, lleguen al público que deben.
Se le conoce por ser una banda que no tiene reparos a la hora de vestir compases flamencos con la fuerza del rock o el desenfado del funk con la elegancia del jazz en composiciones que evocan a los grandes del rock sinfónico en directos cargados de intensos momentos de improvisación. Realizan un trabajo sin concesiones y con un marcado estilo personal que investiga nuevos sonidos que persiguen proponer un mundo de sugerencias musicales. Han recorrido casi toda la geografía de nuestro país y les faltaba Ceuta para completar su mapa de actuaciones y aquí se plantan esta noche, impregnarán el Revellín con su música a partir de las 21.30 horas.
–Hablenos del origen del grupo, como empezaron y cómo llegaron a la propuesta musical que están desarrollando
–Comenzamos en 2008 en plena crisis y buscamos refugio en otras músicas, fue como cobijarnos en nuestro pequeño tesoro donde acudíamos en nuestro tiempo libre. Y poco a poco se empieza a visualizar una dirección musical que nos pareció interesante y que merecía dejar la pena plasmada en un disco
–¿Cómo definirían Glazz?
–Somos un grupo de amigos aficionados a la música y procedentes de mundos musicales muy diferentes, esa es nuestra esencia: que componemos dentro de las aportaciones de cada uno de los miembros, nos perfilamos como progresista pero no somo especialistas, simplemente coqueteamos con ello.
–¿A qué obedece la formación del trío para una música tan trabajada que tal vez sería más fácil de llevar con más instrumentos?
–Los tríos funcionan muy bien pero ese no es el motivo, fuimos tres los que empezamos y así seguimos, a la hora de defender el directo se hace muy divertido, hay mucha libertad y pocos condicionamientos o prejuicios, simplemente se condensa lo que hay en el disco, podemos decidir hacer unas u otras melodías en cada momento, unas veces las que se grabaron con guitarra o bajo y otras la de el piano… en fin esa libertad siempre está presente en nuestros directos. De todas formas en nuestro formato más completo, en el que acompañamos nuestro directo con proyecciones, baile y locuciones, si que saltan algunas programaciones de los recordings del disco.
–¿A qué bandas o solistas hacen referencia?
–Cada uno aporta lo que más a escuchado o trabajado. Desde los doble LP de Rock Sinfónico de los 70 a lo último de Avishai Cohen, un blues pantanoso tipo Toma Waits, Pink Floyd, Eric Clapton, Peter Gabriel o Paco de Lucía. Cada uno tiene su lista de reproducción personal y es algo que se nota en el estudio.
–¿Es complicado entenderse en tan variados y diferentes estilos?
–La única música en la que no nos sentimos cómodos es la música mala. Nosotros proponemos los temas, conversamos y llegamos a un entendimiento, si los temas son muy divergentes y no van con el grupo nos los quedamos para nuestras composiciones personales.
–¿Existe música mala o buena?
–A diferencia de lo que se cree, no es cuestión de gusto, le llamamos música mala cuando existe una doble intención, cuando el propósito no es satisfacer sino simplemente hacer negocio, lo que provoca que se pierda la magia de la creación y genera una deslealtad hacia este mundo al que tantos amamos.
–Hicieron un tour por Japón¿Qué tiene el país nipón para que acabasen tan seducidos por su ambiente?
–Nos encanta Japón, nos han tratado muy bien desde la primera vez que fuimos, yo en concreto he ido varias veces aparte de con Glazz y es un país que me llena. Su educación, su cultura, su respeto te hacen darte cuenta de cuánto tenemos que aprender de esa y de otras culturas. No todo, por supuesto, pero es un país con un nivel muy alto en general y quizás porque muchas de las diferencias son nuestras carencias como sociedad y su virtud como tal hacen que para mí sea muy llamativo.
–¿Cómo ven la escena progresiva en España?
–Muy bien, está avanzando bastante, cada vez hay más grupos y más público aficionado. Hace poco que hemos terminado de hacer un circuito de festivales y lo hemos finalizado con muy buen sabor de boca, aunque todavía le queda camino por recorrer para poder sobrevivir de ello.
–¿Qué valor le dan a la improvisación?
–Todo, el grupo se llama Glazz entre otras cosas porque respetamos profundamente el valor de la improvisación en el jazz aunque nosotros no hagamos la formula clásica de jazz americano, es decir la tradicional, si que tocamos nuestros temas como si de standards se tratara, existe una estructura y un esqueleto armónico que a veces respetamos y a veces desmontamos, depende del día, siempre se entiende qué tema estamos tocando pero nunca se sabe como lo vamos a tocar, ni nosotros mismos.
–¿Qué espectáculo nos espera esta noche?
–Queremos sobre todo dar la talla, es la segunda vez que venimos a esta tierra y sabemos que existe un público con un gusto muy exquisito y delicado por el jazz, así que esperamos estar a la alturas de sus espectativas, que disfrutar de un jazz fusión donde dejaremos ver algunos rayitos de ‘progresiva’.